Armas a punto, siempre (Desvío de Rewel)

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-Maezo, allá.
Maezo rodó ágilmente hacia la sala. Iluminé la estancia para darle visión. Nada. Eso es bueno.
-Rewel, llevamos tres horas explorando está maldita nave.- se quejó Maezo, cansado. Las maniobras de combate suelen ser agotadoras si no se está entrenado.
-Hemos de encontrar al almirante y a Gerruk.- repliqué.
Maezo suspiró.
No mentía. Llevamos tres horas en el pecio y aún no hemos encontrado ni al almirante ni a Gerruk. Empiezo a preocuparme.
Unos droides magnaguardia me sacaron del ensimismamiento.
-¡Maezo, posición!- grité.
El muy cabrón se escondió. Espero que al menos busque un punto vital.
Eran tres droides magnaguardia y seis droides de combate serie B1.
Separatistas.
Pues bien, si quieren pelea, la tendrán.
Posición. Apuntado. Disparo. Dos magnaguardias menos.
Repetir. Cubrir. Apuntado. Disparo. Mierda, he fallado.
-Hay más droides.- me informó Maezo desde la oscuridad.
-Joder.- escupí.- Vámonos.
Maezo saltó sobre un magnaguardia, rompiendo su cabeza en el proceso y corrió. De nada sirven los disparos de advertencia, será mejor que corra.
Seguí al escurridizo Maezo por los pasillos del pecio corriendo sin descanso. Lo malo de ser perseguidos por droides es que no se cansan.
Tras media hora de carrera, Maezo se desplomó.
-¡Joder!- bramé, echándomelo al hombro y echando a correr.
La carrera me duró dos horas y media.
Creo que los he perdido...
Maezo estaba sin aliento. Le tumbé tras un saliente de una sala y le dejé descansar. Mientras él descansaba, pensé en que esto no pinta bien.
La única fuerza que utiliza esos droides es el grupo separatista. Pero... eso murió junto a Grievous... así que no entiendo nada.
Suspiré. Encima Gerruk y Darel andan perdidos con todos estos droides. Bueno... Gerruk aguantaría, pero.... Darel igual no.
No puedo permitir que muera. Soy la oficial de sus tropas, y como tal le debo lealtad absoluta, haga lo que haga. A menos que una autoridad mayor me diga lo contrario. Pero como no he recibido ninguna circular sobre eso, seguiré haciendo lo que mejor se me da: impartir y recibir órdenes.
Soy la Oficial de las Tropas de Asalto Lyna Rewel, graduada en Carida, tercera de mi promoción.
Educada para ordenar y para obedecer.
Acato, obedezco, no cuestiono.
Maezo se despertó.
-Gracias...- dijo.- por ayudarme... te la debo...
Y se volvió a dormir.
Los droides no tardarán en volver... pero...
Desplegué un pequeño droide sonda Víbora y me dormí. Me hacía falta.
                          🕛   🕜   🕑
"Beep beep beep"
El droide sonda captaba algo.
Pero no era un droide.
Era Gerruk.
-¡Cara de Cerdo!- exclamó Maezo, ya descansado.
-Colorado...- respondió el comandante.- Hola, Rewel.
-¿Dónde está el almirante?- pregunté, preocupada.
-Yo... no lo sé.- dijo, frotándose las sienes.- Cuando llegamos al ordenador central, escuché a alguien venir... y luego... me desmayé. He despertado hace un rato y vengo vagando desde entonces.
Me mordí el labio inferior. Lo más probable es que esté muerto. O capturado. No sé qué es peor.
-Hay que encontrarlo.- dije.
Gerruk encendió la vibrohacha.
-Voy con vosotros.- dijo con determinación.- Se han llevado a mi almirante también.
Los tres partimos en busca de Darel.
Un estruendo de disparos nos alertó.
Un regimiento de droides disparaba sin ton ni son hacia un punto exacto.
Y ese punto era C9.
Un droide de protocolo imperial disparando como un mercenario no se ve todos los días.
-¡Vamos, ayudémoslo!- bramé apuntando a los droides. Maezo y Gerruk se lo pensaron, pero terminaron saltando a la acción.
Era toda una pequeña batalla, cientos de droides caían chamuscados ante el (sorprendentemente) completo arsenal de C9, fritos bajo mi fusil-bo o seccionados por la vibrohacha de Gerruk.
Lamentablemente, cada vez llegaban más droides y de mejor calidad.
-¡Alerta: droideka serie 949 clasificada detectado!- dijo C9.
Los droidekas son especialistas en joderte con sus escuditos de energía, pero poco pueden hacer ante una vibrohacha cargada. Gerruk empezó a dar vueltas sobre su eje y a destrozar todo droide que veía.
-Fallo de sistema...- dijo de repente C9.
Tenía un disparo en la pierna derecha, que se sacudía espasmódicamente.
-Mierda.- bramé. Siempre se necesita un mecánico en estos casos. Y no tenemos ninguno.
Maezo gritó. Alcanzado en el brazo.
Genial...
-¡Retirada!- grité.
Gerruk cargó con C9 y Maezo y yo corrimos como posesos hacia la salida más próxima. Da la casualidad de que era la del puente con el Invicto.
-¡Arriba, arriba, arriba!- grité cubriendo la retirada de los demás.
-¡C9, puente fuera!- ordenó Gerruk. Hasta la vuelta del almirante, Gerruk manda en calidad de comandante.
C9 se enchufó al sistema y replegó el puente de abordaje, dejando a un par de droides a merced del espacio.
-Joder...- dijo Maezo.- Chicos, mirad.
Señalaba al pecio. Un montón de droides combatían sin éxito contra alguien armado con un sable láser, que se movía con cierta agilidad y con suma agresividad.
Y ese alguien... era el almirante.

El joven almirante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora