-Un niño. ¿Has traído un niño?
-Es un padawan, Soryn.
Tras el episodio del templo, la chica (que respondía al nombre de Gwen) me llevó a una nave rebelde. Allí, un hombre rubio, alto, de ojos azules y que llevaba media hora con la misma cara me miraba con una expresión que no logro distinguir.
-Un padawan...- dijo el hombre, que respondía al nombre de Axell.- ¿Jedi?
-Sí.- respondí. Quizá me haya precipitado.
-Ajá.- dijo Soryn. En serio, su cara aún no ha cambiado.- ¿Y?
Gwen fulminó a Soryn con la mirada.
-Es un Jedi. Al menos medio Jedi.- dijo. ¿Ha dicho medio Jedi? No sé si ofenderme.- Servirá para detener a Darel.
Gwen bajó la mirada, triste.
-O a lo que queda de él...- susurró con lágrimas en los ojos.
-¿Capitana?- dijo Soryn ajeno a su conflicto amoroso.
No hace falta ser Yoda para deducir que Gwen está perdidamente enamorada de aquel extraño Sith.
Qué extraño.
-En fin...- dijo entonces Gwen.
-¿Y ahora qué, capitana?- preguntó Soryn.
-No sé...- suspiró la capitana.- No sé qué hacer ahora...
-No hay muchas opciones.- añadió una mujer vestida de soldado de asalto. Se colocó junto a Soryn. Parece que se gustan, porque por primera vez el rubio cambió su expresión a una leve sonrisa.
Gwen tomó asiento, abatida.
-Ojalá hubiera alguna manera de que Darel volviese en sí.- dijo al aire.
-¿Cómo volver en sí?- inquirió la soldado, que respondía al apelativo de Rewel.
-Que vuelva a ser Darel.- respondió Gwen.
-No se me ocurre ninguna manera.- dijo entonces Soryn.- Habría que pensarlo con los demás de la tripulación del Invicto.
-Eso no será fácil.- suspiró Rewel.- Joe se fugó con el Emperador, a Maezo lo cazaron en Hoth y Gerruk anda en Tatooine al servicio de algún hutt. Por no hablar que nuestro droide pereció bajo el sable del almirante.
-O sea, que el Invicto está oficialmente fuera de servicio.- razonó la capitana poniéndose en pie.
-Ajá.- dijo Rewel.- De hecho, apuesto a que me buscan por rebeldía.
-Lo bueno es que ya no tiene nada que perder.- dijo Soryn. Se nota que quiere a Rewel.
-El caso...- les cortó Gwen.- ...es cómo hacer que Darel vuelva a ser Darel.
-¿Y de qué serviría?- exclamó Rewel.- No tiene nave, no tiene tripulación, no tiene nada.
-Me tiene a mí.- respondió Gwen, decidida.
-Sigo sin saber qué tiene que ver este chico en todo esto.- dijo Soryn.
Todos me miraron. Cierto es que tampoco es que sea nada del otro mundo. Once años, algo bajito para mi edad, ojos marrones, pelo negro... nada del otro jueves.
-Es un Jedi.- dictaminó Gwen.
-Pues vale.- cedió el comandante.- Pero no sabemos cómo ni dónde está tu Darel.
Gwen dudó un segundo.
-Eso es cierto.- dijo. Luego alzó la vista y exclamó.- Pero sé de alguien que sí lo sabe. O puede saberlo.
-No.- exclamó Soryn.- No no no. La última vez que ese tío se fue de misiones voló una base entera.
-Era imperial.- arguyó Gwen.
-¡Pero la hizo explotar!- gritó Soryn, desesperado.
-¿Explotar? ¿Alguien necesita que algo explote?
El silencio se hizo en la sala hasta que Gwen dio un paso hacia el pasillo del que venía la voz.
-Entra de una vez, Wybel.- dijo.- Tú siempre con tus escenitas.
-Me lo dicen mucho.- dijo un chico algo más mayor que el Sith.
-Yuvin, él es Wybel Xanheff, artillero jefe de la Rebelión...- dijo Soryn.
-Y hermano de Darel.- completó Gwen.
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El joven almirante.
FanfictionEl Imperio Galáctico ha ganado y domina la galaxia. En tiempos de relativa paz, el joven Darel es un graduado de la Academia de Prefsbelt IV ascendido a Almirante de Flota por el mismísimo Thrawn con la prometedora edad de dieciséis años. Pero, ¿ser...