La calma antes de la tormenta.

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Cuando desperté el martes por la mañana, la conversación con Chloe seguía vigente en mi cabeza y parecía que nada iba a sacarla de allí. Su rostro cuando le dije que no podría ir a su graduación se quedó en la retina de mis ojos, como recordatorio de lo duro que era despedirme de ella sin darle las respuestas que buscaba una y otra vez.
Busqué mi iPhone debajo de la almohada, miré la hora y pude ver que después de tanto tiempo, tenía algunos minutos extras para ducharme, arreglarme el cabello y salir a trabajar. Por supuesto, primero tenía que atender a todos los mensajes que se abrían paso cuando deslizaba la barra de notificaciones en la pantalla. Mensajes de papá para corroborar que todavía estaba con vida, algunos de mamá recordándome que mi padre necesitaba saber de mí, alguna notificación irrelevante en facebook y algunos nuevos seguidores en instagram, nada fuera de lo común, salvo por el nombre de Aubrey encabezando mi bandeja de entrada de correo electrónico. Ya era raro que enviara un correo electrónico y no un mensaje común como cualquier mortal, pero todavía mas raro fue ver que lo había redactado alrededor de las 4 de la mañana en Atlanta. ¿Qué podría ser tan importante para ser redactado en la madrugada de un día martes? Puse un freno a mis impulsos cuando vi el asunto que estaba escrito en mayúsculas: "TIENES QUE VENIR A LA GRADUACIÓN".
Debí saberlo, la ex capitana no se quedaría de brazos cruzados esperando que algún giro del destino me haga regresar a Atlanta el viernes para ver a mis amigas graduarse. Por supuesto que Aubrey tenía que insistir y dejar una extensa lista de argumentos para convencerme, por supuesto que iba a nombrar a Chloe mil veces para jugar con mi sensibilidad, y por supuesto que también iba a decir lo mucho que las Bellas me esperaban y cuánto querían hacerme parte de ese momento de su vida. Sabía el discurso de memoria, ella lo había intentado durante el año, sin embargo decidí abrir el mensaje y leer cada uno de sus extensos argumentos.
Me sorprendí al ver que no era así, que el cuerpo del mensaje estaba casi vacío salvo por esas palabras que fueron como un balde de agua fría: "Chloe te necesita, no dejes que se vaya sin saber lo mucho que te importa."
Ahí terminaba, no tenía argumentos ni mil palabras imposibles de entender. Era eso, breve pero demasiado claro, un mensaje escrito a las cuatro de la mañana por una rubia que en algún momento hubiera deseado meterme en una caja con destino a la India, y ahora me quería de regreso en Barden, donde algún día me hice cargo del grupo acapella que ella amaba. Bloqueé mi IPhone sin responder. No podía, no podía responder a sus palabras, porque no quería aceptar que ella tenía razón. Desbloqueé mi celular otra vez y entré al grupo de chat de las Bellas porque es lo que tenía arriba siempre, leí los mensajes y vi que Aubrey había perdido su celular en un bar. Claro, por eso decidió enviar un correo.

[Beca]: Buen día bichos raros! Cuando despierten le avisan a Aubrey que quiero hablar con ella.

Fui a cepillarme los dientes, até mi cabello y preparé el desayuno. Sentí que el celular vibraba en el bolsillo de mis jeans y atendí la llamada sin mirar de quién se trataba.
- Hola Bree.- le dije a quien supuse era Aubrey.
- Habla Chloe, bicho raro. ¿Así que ahora me cambiaste por Aubrey?
- Ey...- escuchar su voz producía mil reacciones en mí, y la que más odiaba era la que acababa de acontecer. Sonreí como un niño al que acababan de regalarle la bicicleta que tanto esperaba, y automáticamente agradecí estar en mi casa, sola.- Sabes que eso es imposible, ¿cierto? Quiero decir, Aubrey y yo siendo ese tipo de amigas, ¿puedes imaginarlo?- Chloe rió y su risa fue tan contagiosa que no pude evitar reírme también.
- Tienes razón, no es algo muy fácil de pensar. Sin embargo, ¿por qué querías hablar con ella? Sabes que no podré dejar de pensar en ello si no me lo cuentas.
- Quería hablar con ella por...- tenía que pensar en algo rápido porque Chloe podía leer mis pensamientos a pesar de estar a kilómetros de distancia.- Me dijo lo de Jesse y pensé que era necesario aclarar que no me molesta que salgan. Eso es todo.
- Bueno, creo que deberás esperar un poco porque no está en casa ahora.- lo había creído y eso me tranquilizaba.- ¿Estás lista para ir al estudio ya?
- ¿Y ver a Freddie ocupando el lugar que estaba segura iba a conseguir? Sí, creo que podré vivir con eso.- a pesar de lo difícil que eso sería, en ese momento solté una pequeña risa porque sabía que era lo que Chloe necesitaba para sentirse mejor por mí.
- Ya tendrás otra oportunidad y no se te escapará. ¿Tienes suficiente tiempo para escuchar algo que necesito hablar con alguien antes de explotar?- por su tono supe que era algo serio y que en verdad no podía hablarlo con alguien que estuviera cerca en ese momento. Me alegró que quisiera hablar conmigo, porque a pesar de los dos años de distancia ella seguía confiando en mí.
- Sí, tengo unos minutos antes de marcharme.
- Soy la única en la casa que no recibió una respuesta de la Universidad. Es frustrante...- acompañó su última palabra de un suspiro y supuse que se había sacado un peso de encima.
- Tienes un par de días aún Chlo.- traté de calmar su ansiedad pero sabía que era muy difícil obtener una respuesta a sólo tres días de la graduación.- Olvídate de eso ahora y ve a disfrutar los últimos días sentada en el césped de Barden, con las Bellas y Aubrey dando algunas órdenes por ahí. Eso es lo que debes guardar en tu memoria los últimos días, el resto llegará cuando deba llegar.
- Quiero abrazarte aunque odies que lo haga.
- Vamos Chloe, si quieres agradecerme, no lo hagas con abrazos.- reí, tratando de evitar que se diera cuenta de lo mucho que en verdad quería abrazarla también. Ella también rió pero su risa fue forzada, porque estaba a punto de romperse y yo lo sabía. Durante dos años había pensado muchas veces en volver y abrazarla, acurrucarme en el sofá de la casa y que ella usara mi hombro como almohada, ir a la cama los fines de semana y que se sentara al lado sólo para hablar horas y horas conmigo. Sí, por supuesto que había deseado volver y hacer todas esas cosas, porque después de tantos años ella pudo romper todas las barreras, entrometerse en todos mis asuntos y demostrarme que no todos se iban, que para algunas personas era importante. Sin embargo nunca quise regresar tanto a casa como esa mañana.- Estoy aquí si me necesitas.
- ¿Bajaste la guardia conmigo, Mitchell?- casi pude verla arquear sus cejas y clavar en mí su mirada desafiante. Sonreí.- Gracias Becs, es muy lindo de tu parte.
- Cuando lo menciones a alguien voy a matarte.
- Treinta segundos tardaste en abrir esa bocota.
- Es todo un récord. Debo irme pelirroja, alguien tiene que trabajar hoy. Disfruta tus días en Barden, vas a extrañar en cuanto no los tengas.
- ¿Video llamada esta noche?
- Claro, agenda la cita. Adiós Chloe.
- Que tengas un día tranquilo. Te quiero Becs.
Finalicé la llamada con una sonrisa estúpida en mi rostro, guardé el celular otra vez en el bolsillo y tomé mi bolsa, las llaves de casa y una chaqueta de cuero que siempre colgaba en el perchero de la entrada. Tenía que ir al estudio y enfrentar otro día más a la rutina que empezaba a agobiarme. Empecé el camino de seis calles que me separaban de la empresa, saludé a algunos vecinos, acaricié un perro y me detuve frente a un niño que jugaba a ser mago en el patio de su casa. Me recordó a Benji, el mejor amigo de Jesse. Extrañaba tanto Barden esos días.
El portero del edificio donde trabajaba me saludó amablemente, pasé la tarjeta de ingreso en la entrada y otra vez fui al escritorio que ocupaba hace dos años, el mismo que tenía una foto con las Bellas cuando ganamos el primer campeonato acapella a nivel nacional, y una foto con Chloe del día que decidí dejar Barden.
Hacía mucho frío, las dos llevábamos bufandas, gorros y guantes. Ella se veía increíblemente hermosa con su gorro azul, sus rizos rojos resaltaban por debajo de él, y sus ojos brillaban de emoción porque habíamos visitado el acuario de la ciudad juntas, sin distracciones ni preocupaciones, sólo ella y yo hablando de nuestros sueños y expectativas para el futuro. Ese día me convencí, con su ayuda por supuesto, que tenía que volar a L.A. y empezar a trabajar en lo que más amaba en la vida: mi música. No pude evitar acariciar el cuadro y sonreír. Deseaba encontrar en él toda esa pasión que tenía al llegar, y que había perdido con el paso de los meses.
- Beca.- Hunter, uno de los mayores productores del lugar, me sacó de mis pensamientos y puso un pendrive sobre el escritorio de madera.
- ¿Qué es esto?- pregunté tomando el objeto.
- Eso acaba de llegar a mí por medio de un amigo.- mientras él hablaba, yo iba explorando los archivos que contenía. Era música, muy buena a decir verdad, alguna banda de pop de voces femeninas.- Son cuatro chicas, empezaron a tocar en un garage y él las descubrió en un acto benéfico en la escuela de sus hijas. La pista siete, tienes que escucharla.- fui a la pista nombrada y subí el volumen al reproductor. Eran realmente buenas.- Son todas canciones originales, Alycia escribe y Tammin se encarga de la música. Puedes escuchar el bajo, un órgano y la batería. El sonido es básico, y la acústica no es muy buena pero creo que merecen una oportunidad.
- ¿Qué se supone que debo hacer con esto?- pregunté sorprendida. Nunca me habían traído los descubrimientos a mí, ni habían consultado conmigo antes de llevarlos a las cabinas importantes.
- Crear el sonido que necesitamos y pelear por un contrato.
- Espera... ¿Me estás pidiendo que produzca el sonido de estas chicas?
- Eres buena Beca, tienes potencial, y creo que necesitamos algo de tu frescura para convertirlas en un grupo serio y con fuerza.
- ¿Cuál es exactamente la propuesta?- pregunté sólo para reafirmar la idea.
- Pondría a tu disposición un estudio de grabación, instrumentos y todos los equipos que necesites, te daría acceso completo al piso los fines de semana para que trabajes tranquila, y por supuesto una mejora en tu sueldo. Sólo debes venir y conocer a las chicas, hablar con ellas y crear Beca, lo que viniste a hacer cuando llegaste desde Atlanta.
- ¿Por qué yo? Es decir, ¿por qué me pides esto a mí ahora?
- Porque creo que llegó el tiempo de despertar a la Beca Mitchell que conocí el primer día de trabajo. Debes encontrar la pasión con la que lograste cautivarnos para darte una oportunidad. Siempre aposté por ti, y quiero seguir haciéndolo.
- Hunter yo... No sé, estoy bloqueada últimamente, nada me inspira ni despierta mi creatividad, no sé si quiero arriesgarte.
- ¡Beca!- su exclamación fue seguida de una risa que me dejó totalmente sorprendida.- Propongo que tomes estos días, no vengas a trabajar, toma tu tiempo para pensar un motivo, sólo uno, que sea lo suficientemente fuerte para arriesgarlo todo y lanzarte a crear un sonido que deje a los contratistas sin habla. Es más, deberías empezar ahora mismo, apaga esa computadora y vete a casa. Estaré esperando por ti el lunes.
A casa...Él pudo enviarme a muchos otros lugares, pudo pedirme muchas otras cosas, pero sólo decidió enviarme a casa. Tomé mis cosas y me fui.
No caminé las seis calles de siempre, ni paré a comprar cereales o una botella de agua. Tomé un autobús y viajé una hora hasta la parte de la playa mas alejada que encontré. Caminé descalza en la arena, en silencio, con mis zapatos en las manos. Las olas hacían que el agua llegara a mis pies y mojaran un poco mis jeans. El mar era música. Una melodía perfecta, tranquilizante y misteriosa, y yo estaba ahí, en silencio pero abrumada, desorientada, muerta de miedo. Podía romper ese silencio en cualquier momento, y gritar a los cuatro vientos sobre el miedo y la ansiedad que se acumulaban en mi interior. Porque había querido esto tanto, y no sentía que fuera el momento oportuno. Era como la calma antes de la tormenta. Sentía que si mi cabeza no dejaba de pensar en ese instante, iba a explotar y causar una catástrofe.
La melodía de mi IPhone me distrajo, atendí la llamada y Aubrey estaba al otro lado de la línea balbuceando palabras que no lograba entender. O quizás no balbuceaba, quizás ella era clara pero yo no podía entenderla en ese momento.
- Iré a casa.- fue todo lo que dije y mi sonrisa cubrió mi rostro, porque después de tanto tiempo no sabía qué hacer pero sí sabía dónde tenía que estar.

Lo que dicen sus ojos- BechloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora