Volver.

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La última vez que había pisado el aeropuerto de Seattle, llevaba una valija con todas mis cosas y marchaba directo a la Universidad de Barden. Recuerdo que me había negado un millón de veces a asistir, pero no tuve otra opción.
Ese día, en cambio, bajé del avión acompañada por mamá y Chloe, y todo estaba igual. Afuera también, nada había cambiado, pero mi vida definitivamente no era la misma. Yo era una persona completamente diferente. La ciudad nos recibió con lluvia como de costumbre, y la temperatura era notablemente más baja que en Atlanta para entonces. Cargamos nuestras cosas en un taxi y le di la dirección al conductor para que nos llevara. Había mucho tráfico, recordaba que siempre había sido una aventura salir por esas avenidas repletas de gente, pero en esos años los vehículos se habían duplicado y parecía imposible hacer un buen trecho sin detener el auto en un semáforo.
Chloe estaba asombrada por la belleza de la ciudad, por los modernos y altos edificios que nos rodeaban, y por la limpieza propia de una ciudad donde llovía al menos cuatro veces a la semana. A mí no me sorprendía, era mi lugar de nacimiento, y estaba como lo recordaba. Me alegraba estar de regreso, a pesar de todo. Ya no se sentía mi hogar, incluso se sentía más lejano que Atlanta, pero seguía siendo el lugar donde había crecido, y las calles que había recorrido para ir a la escuela. Nuestra casa estaba tal como la había visto la última vez, tenía sus ventanas cerradas, las cortinas tapaban cualquier entrada de luz, la puerta de madera aún tenía colgada una vieja estrella que le había regalado a mamá con mis primeros ahorros cuando era una niña, y la persiana blanca del ventanal del piso de arriba todavía tenía esa pequeña grieta en una esquina. Mamá sacó las llaves de su bolso, y cuando abrió la puerta, un sinfín de recuerdos se me asomaron a la cabeza.
Nada más pasar el marco de la puerta se podía ver la enorme sala y sus sillones negros, con la mesa ratona de vidrio que para entonces era una excelente acumuladora de tierra. Justo de frente teníamos la escalera al piso de arriba y el pasillo que llevaba a la cocina, el comedor, y un espacio común donde había quedado el piano y la chimenea. Los muebles estaban tapados con enormes trapos blancos, y el olor a tierra y humedad nos recordaba cuántos años habían pasado desde la última vez que mamá había estado allí. No había fotos en los muebles ni en las paredes, tampoco había flores sobre la mesa ratona o en la cocina. La mesa del comedor tenía sus cuatro sillas, pero alrededor no iba a encontrar las pinturas de mamá. En mi habitación todo estaba intacto, y salvo por los cajones vacíos, parecia que nunca me había marchado en realidad. Ese era el cuarto que tenía el balcón, donde antes colgaba una maceta con un helecho. Pegada a una de las paredes, el cuarto de artes de mi madre estaba vacío. Al lado había un baño, y a continuación estaban la habitación de mamá y el cuarto para huéspedes. Era una casa enorme, y realmente hermosa. Tuvimos que ordenar un poco, sacar la tierra, desempolvar las estanterías, y limpiar un poco el piso. Por supuesto que tendríamos que visitar el supermercado para llenar las alacenas y el refrigerador, pero dejamos esa tarea para cuando la casa estuviera completamente limpia y ordenada como a nosotras nos gustaba. Chloe puso los tres libros que había cargado para el viaje en la biblioteca de la sala como para que no quedara vacía, y prometió que colgaria algunas fotos en esos días para que las paredes no tuvieran tantos espacios en blanco. Luego hizo una lista de lo que necesitábamos, donde incluyó manteles, algunos floreros, y vajilla. Cosas que parecían esenciales pero que yo seguro olvidaría. Nuestras valijas quedaron en mi habitación, mientras que mamá se propuso meter toda la ropa en el armario y ordenar sus cosas en su cuarto. Nuestros vecinos seguían siendo los mismos, un matrimonio con dos hijos con apenas unos años de diferencia conmigo, y del otro lado una mujer que vivía con su hermana. Los primeros se alegraron mucho al vernos llegar, y nos contaron que sus hijos ya se habían marchado, ambos estaban casados y entre los dos ya tenían les habían dado tres nietos. Les presenté a Chloe, ella se mostró muy agradable y logró conquistar rápidamente a la mujer con su simpatía. Mamá decidió quedarse a charlar con ellos mientras nosotras hacíamos las compras, así que llevé a mi novia a caminar por esas calles hasta llegar al supermercado más cercano. Todo estaba como lo recordaba, las casas no habían cambiado mucho, y la gente seguía siendo la misma que frecuentaba el lugar cuando me fui. Habían pasado cinco años, o un poco más, y yo nunca había regresado. Chloe no dejaba de admirar las estructuras de las casas, el verde césped en las veredas, los árboles que tranquilamente llevaban años allí. Era una ciudad preciosa, y nuestro vecindario era un lugar relajado, familiar, muy agradable para vivir. Llevaba a Chloe de la mano, como siempre que caminábamos lado a lado. Me contó que su mamá había llamado para saber dónde estábamos, y quería saber también si no nos molestaría su presencia cuando por fin tuviera sus vacaciones del trabajo. Chloe le había dicho que quizás era muy invasivo, pero le pedí que la llamara y le dijera que estaba bien si quería acompañarnos, pensé que era lindo que alguien se preocupara por nosotras de esa forma, y además mamá necesitaba estar con otras personas, así que prometió llamarla cuando regresaramos a casa luego de hacer las compras.
- ¿Qué hace Beca Mitchell por estos lados?- una voz conocida habló para interrumpir nuestra conversación, giré mi cabeza para ver de quién se trataba y una muchacha llegaba corriendo a nuestro lado, con una botella de agua en la mano y una toalla en la otra.- Supongo que la gran ciudad te hizo olvidar de mí.
- ¿Sara?
- La misma, en vivo y en directo.- la chica sonrió y entonces recordé quién era. Sara, vivía a tres casas de la mía, jugábamos en el patio de su casa cuando éramos niñas, y sus padres siempre me regalaban chocolates.- Es increíble que estés por aquí, pensé que nunca más regresarías.
- Las vueltas de la vida, ya ves... Sara, ella es Chloe.- las presenté.- Chloe, ella es Sara, una amiga de la infancia.
- Su mejor amiga, si no es mucha molestia.- ella estiró su mano para saludarla y supuse que se trataba de su sudor corriendo por el rostro.
- Un gusto.- respondió la pelirroja.- Chloe Beale.
- Mi novia.- agregué.
- ¿Cómo has estado, Beca? Te perdimos por aquí, aunque supimos que triunfaste con la música al final de todo.
- Así que lo supieron...
- Sandra nunca nos dejó perderte el rastro.- comentó, y me reí. Sandra había sido una buena amiga nuestra en la escuela, y siempre la recordaba con cariño.
- Estuve en Atlanta, fui a la universidad y descubrí que no era lo míos, así que luego volé a Los Angeles.
- ¿Ahí conociste a esa señorita?
- No, fuimos compañeras en la universidad.- Chloe sonrió.- Sólo que ella sí terminó y yo no.
- Beca sabía que lo suyo no estaba ahí.- comentó mi novia.- Y no falló en sus decisiones.
- Así que Beca Mitchell produce a Revolutionaries, tiene novia y regresó a sus orígenes. ¿Alguna otra sorpresa que deba saber?
- No mucho.- respondí.- ¿Que hay de ustedes?
- Sandra y yo nos quedamos, las dos estamos enfocadas en nuestras carreras, y vivimos juntas ahora. No eres la única que tiene novia.
- Eso sí que no lo vi venir.- me sorprendió.-Tú y Sandra.
- Tú y Chloe. También es una sorpresa para nosotras. Deberían venir a cenar algún día, y charlar. ¿Piensas quedarte aquí mucho tiempo?
- En realidad es complicado...
- Estaremos aquí indefinidamente.- completó Chloe.- Hasta solucionar algunos pendientes.
- Ok...- habló Sara.- Sigues siendo tan misteriosa como antes. Entiendo. Pero estaremos en contacto, si quieres.
- Claro.- asentí.
- Fue un gusto, Chloe.
- Lo mismo digo.
Sara continuó con su entrenamiento, y Chloe quedó en silencio unos minutos. Quería hacer un comentario, lo noté en su forma de moverse, en sus ojos inquietos que siempre estaban tratando de decir algo, en la mano que sostenía la mía y cada tanto presionaba con más fuerza.
- Ya, puedes decirlo.- le dije.
- Eso fue raro.- empezó.- Sara parece agradable, y tú no quisiste aceptar su invitación. ¿No era ella tu mejor amiga?
- Sólo tenía dos amigas aquí, y ella siempre dijo ser la mejor. No está en ese nivel de "mejor amiga" que tú conoces.
- Entonces explícame.
- Nunca compartí mis cosas con ella, ni le conté mis secretos, tampoco supo lo de mamá luego del accidente, y me fui de aquí sin despedirme.
- ¿No confiabas en ella?
- No confiaba en nadie hasta que llegué a Barden, Chlo. Además, no creo que estar aquí sea para cenar con amigas o salir a pasear.
- Eso lo entiendo.
- No sé si podré regresar aquí cuando mamá no esté. No quiero pretender que puedo tener una vida en este lugar cuando sé que no regresaré nunca más.
- Ella descansará aquí, es su deseo, y por lo tanto deberás regresar. No importa cuánto tiempo te tome, sanarás y verás las cosas con otros ojos, y yo estaré ahí cuando sepas que debes regresar.- apoyó su cabeza en mi hombro y seguimos caminando por esas calles hasta llegar al supermercado.
Chloe era tan especial, tan increíblemente especial, que no podía entender cómo era real. En verdad no había nadie en todo el mundo que pudiera compararse a ella, ni de cerca. Era mi mejor amiga sin dudas, la primera que me había enseñado a serlo, en la que confiaba más que en mí misma, y la que había traído consigo un grupo de personas que eran mi fortaleza en ese momento, y me había regalado una familia hermosa que estaba preocupada por mí y por mamá desde algún lugar en Nevada. Chloe hacía todo más lindo, menos doloroso, y más importante. Incluso lograba que visitar el supermercado fuera una escapatoria, una forma de hacer que las cosas que ocupaban mi cabeza la mayor parte del tiempo, se fueran por un rato y pudiera reír a su lado, volver a hablar con ella sobre mi música, sobre la gira de Revolutionaries, sobre todo lo que habíamos logrado en Los Angeles y que seguía ahí esperándonos. Pasamos por el sector de Bazar, seguimos por los alimentos no perecederos, buscamos condimentos, continuamos con los snacks y las galletas que a ella nunca podían faltarle, llevamos también algunas golosinas, jugos, fruta, lácteos, y por último pasamos por la carne y el pollo antes de ir a las cajas a pagar. Crucé a gente que no podía creer que estaba ahí, que me había visto crecer en esas calles y desaparecer de la misma forma. Hablé con algunos, a otros simplemente saludé cordialmente antes de seguir mi camino. La muchacha que estaba en la caja donde pagamos, había sido mi compañera en la escuela, y preguntó qué me traía de nuevo por esos lados. "Pendientes" respondí, y creí que con eso bastaría. Visitar las calles donde Chloe se había criado había sido muy diferente a hacerlo en mi lugar, y ella notó rápidamente que nunca había logrado establecer una relación importante con alguien. La realidad era que tampoco iba a hacerlo en ese momento. Estaba ahí por mamá, porque ella me lo había pedido, y no pensaba en reencuentros del pasado o cenas con viejos conocidos. En esencia Beca Mitchell seguía siendo Beca Mitchell. Al menos en Seattle.
Cargamos las cosas en un taxi, y luego el mismo hombre que nos llevó, nos ayudó a bajar todas las bolsas. Era como mudarse otra vez, y tener que ordenar todo de nuevo. Llenar las alacenas, cargar el refrigerador, ordenar las habitaciones y las camas, limpiar los muebles, y tratar de darle vida a una casa que había estado casi abandonada por cuatro años. Por suerte tenía a Chloe y a mamá, porque de ser por mi, habría tirado mi valija en la habitación, y habría limpiado un poco el sofá como para tener donde sentarme. Obviamente no teníamos televisión, pero Chloe y yo habíamos viajado con nuestras computadoras y con eso teníamos algo de entretenimiento.
- ¿Tienes patio trasero?- preguntó mi novia mientras ordenaba la comida en la alacena.
- Sí, y es mucho más grande que el de casa. Aunque seguro está tapado por el pasto.
- ¿Tienes llave?
- El juego de llaves de mamá está sobre la mesa del comedor, ahí tiene que estar la de esta puerta.- Chloe fue en busca del juego de llaves y abrió la puerta.- Chlo, el patio seguro está sucio y...
- ¿Conoces a alguien que venga a limpiar esto?
- No, en realidad no.- me acerqué a ella y vi que efectivamente el patio estaba tapado por el pasto largo.
- Es un hermoso lugar el que tienen aquí. Encontraremos a alguien que pueda limpiarlo.
- Tienes algo con los patios.
- Le di vida al tuyo, ¿por qué no podría hacerlo con este? Además necesito el aire libre para pensar.
- ¿Has visto lo lindo que es adelante? Puedes pensar ahí.
- Aquí es más tranquilo, más privado. Además no podemos vivir con este lugar así. Mañana saldrás a preguntar por alguien que nos ayude a limpiar esto.
- Sí, mamá.- respondí con ironía y gané una mirada acusadora.
- Ey, ¿qué hacen aquí?- mi madre salió de la casa y vio el patio.- Wow no recordaba lo grande que era esto.
- Le decia a Beca que podemos buscar a alguien que limpie el lugar.- comenzó diciendo Chloe.- Es lindo tener donde sentarse por las tardes.
- Sí, deberíamos.- coincidió mamá. Por supuesto que iba a coincidir con ella.- Louis hacía esos trabajos.
- No creerás que iré a buscar a Louis, ¿cierto?- pregunté, y Chloe estuvo atenta a la risa de mamá.
- Pregúntale también si sigue enamorado de ti.
- Oh mamá, ¿era realmente necesario?- estaba notablemente incómoda, y ella reía. Chloe se unió pronto, y quiso saber más.
- Así que enamorado de ti...
- Y Beca nunca correspondió su amor. Es un chico apuesto.
- Kelly...- mi novia miró acusadoramente a mamá y de repente me encontré riendo también.
- Vamos, sabes que no hay nadie mejor que tú para mi hija.- la tranquilizó.- Pero este chico me gustaba. Era simpático, muy servicial y trabajador.
- ¿Cuál era tu problema?- Chloe dirigió esa pregunta a mí.
- No era mi tipo.- mi encogimiento de hombros me delataba, estaba ocultando algo, y ambas me conocían demasiado como para dejarlo pasar por alto. Las tuve mirándome con los brazos cruzados y tuve que decir más.- Él odiaba la música. ¿Cómo puede un ser humano odiar la música?
- Define odiar la música.- pidió la pelirroja.
- La odiaba. Odiaba escuchar música, odiaba mis mezclas, o que llevara auriculares a todos lados. Prefería el silencio al sonido de una buena canción.
- Nadie puede odiar la música.- se sorprendió Chloe.- No puede odiar a Freddie Mercury y Love of my life.
- Odiaba la música, Chlo. No podía gustarme alguien que odiara la música.
- Dime algo, Kelly...- Chloe sonó misteriosa y la miré.- ¿Me encontraré con algún o alguna ex por aquí?
- No que yo sepa.- respondió mamá.
- ¿De repente estás interesada en mi vida pasada?- pregunté a Chloe.
- Vida amorosa pasada.
- Sabes todo lo que tienes que saber. Jesse fue el único.
- No puede ser.
- Ey que tú tuvieras un historial, no quiere decir que yo...
- Esto no es sobre mí.- me apuntó con un dedo y sonrió.- En tus años de adolescencia ¿no hubo nadie?
- ¿Sabes? Generalmente la gente no pregunta por la vida amorosa pasada de sus parejas.
- Oh, vamos, Beca, sé casi todo de ti. No me preocupan las historias pasadas, me interesa saber cuánto mejoraste al elegirme.
- Presumida.- la acusé, y mamá reía. Éramos dos niñas cuando empezábamos a pelear.
Traté de esquivar el tema cada vez que Chloe intentaba sacar información sobre mi pasado, y no era porque hubiera algo interesante, sino porque no me interesaba hablar de ello. Mamá buscó a Louis, quien vivía a sólo unas calles de ahí, y él prometió llegar por nuestra casa apenas pudiera liberarse un poco de trabajo. Cuando se acercó por ahí todo fue muy gracioso, él me saludó con mucha alegría y al final del día terminamos hablando de su novia mientras lo ayudaba a sacar bolsas llenas de basura hasta la calle. Chloe y mamá ayudaron un poco, y también se quedaron a conversar un rato con él antes de dejarlo marchar para seguir trabajando.
Pasamos una semana maravillosa, rodeadas de recuerdos, caminando calles que eran familiares, mamá pudo reencontrarse con personas que la querían mucho y salir a disfrutar de Seattle con amigos. Mientras tanto yo seguía de cerca a las chicas en su gira, trataba de mantenerme al tanto de sus pasos y sus rutinas. Laurel estaba haciendo un gran trabajo pero ellas no tenían suficiente confianza con ella, y algunas veces me llamaban para "hacer catarsis". Alycia no, ella sólo llamaba para decirme que todo estaba perfecto (aunque yo sabía con seguridad que eso era imposible), y preguntaba por mí y por mamá. Nicole también nos seguía el rastro, llamaba día de por medio, ya estaba de regreso en Los Angeles y se había llevado a Elvis a su casa y siempre nos enviaba fotos. Ni hablar de Hunter y la pequeña Eloise, teníamos una galería llena de fotos suyas para verla crecer. Y Aubrey nunca dejaba de enviar mensajes, de contactarse por video llamada, o como fuera. El resto de las Bellas mantenía cierta distancia, se preocupaban pero nos daban espacio, aunque al menos una o dos veces a la semana el grupo de chat se llenaba de sus mensajes y nos hacían reír un rato. Sheila hablaba conmigo, al menos una vez a la semana se dedicaba a saber cómo estábamos, y era realmente muy importante saber que contaba con ellos cuando lo necesitara. Nuestros amigos nunca estaban lejos, y eso era fantástico. Era una gran ayuda saber que los teníamos. La familia de Chloe, sus abuelos, tíos y primos. Todos estaban con nosotros y nos acompañaban a la distancia. Incluso hablé con mi familia en Canadá, ellos querían saber cómo estaba todo. Mamá se había despedido definitivamente antes de volar a Los Ángeles, y les había pedido explícitamente que no viajaran a verla porque no quería que tuvieran otra imagen suya que no fuera esa mujer feliz que se marchaba a compartir una gira con su única hija. Así que yo los mantenía informados. Eso les era suficiente.
La mamá de Chloe llegó el segundo domingo que pasábamos ahí, y por lo que dijo esa noche en la cena, pensaba quedarse con nosotros el tiempo necesario. Mamá ya había empezado a disminuir notablemente su calidad de vida. No podía salir a caminar y tampoco estaba mucho tiempo de pie. Ya empezaba a costarle mucho subir las escaleras, así que tuvimos que ambientar una habitación abajo para que ella se quedara. Con Sarah tenía una excelente relación, ella era una gran compañera para nosotras y ayudaba mucho cuando a mamá se le caían las cosas de la mano o se le dificultaba cepillarse el cabello. Ella y Chloe mantenían la calma, mientras yo buscaba un rincón de la casa donde poder descargar esa tristeza inevitable que me causaba ver cómo se estaba desarrollando la enfermedad. Mamá ya no pintaba, y había olvidado algunos nombres de personas que se acercaban a casa de vez en cuando para verla. A mí me llamaba por mi nombre, aunque a Chloe había empezado a decirle "niña" para reemplazar un nombre que le era difícil recordar. Habíamos llenado de fotos una pared en su cuarto, y se encargaba de mirarlas todas las mañanas junto a Sarah para contarle lo que habíamos hecho en cada uno de esos momentos. Era un buen ejercicio, aunque de a poco empezaba a modificar parcialmente las historias y a mezclarlas entre sí.
De a poco también fui mudando mi cama a su lado, y pasaba las noches con ella para controlarla. Dormía poco, estaba constantemente atenta a sus necesidades, y cuando ella dormía, yo lloraba. Eran llantos silenciosos, con sollozos que intentaba ocultar. Eran llantos que me encontraban en la madrugada, en la oscuridad de la habitación, y me recordaban que mi mamá se estaba yendo de a poco. Temía dormirme, y despertarme para ver que ella se había ido. No quería que eso pasara, no podría vivir con la idea de mamá muriendo en la misma habitación donde yo dormía con ella, en el silencio de la noche, sin aviso ni señales.
Chloe ya no dormía en la habitación de arriba, sino que ocupaba el sofá para estar más cerca de nosotras, aunque sin invadir demasiados espacios. Ella era mi cable a tierra, mi mayor apoyo y contención. Nuestra relación no era la misma. Había cambiado mucho durante ese tiempo. No dormíamos juntas, ni salíamos a caminar, tampoco podía acurrucarme con ella en el sofá por una maratón de series o películas, y ni hablar de nuestro día de "mesversario", que olvidé completamente. Todo con ella había cambiado, todos nuestros momentos especiales habían sido desplazados por esas semanas, no había intimidad ni largas conversaciones en nuestra cama antes de dormir, y sin embargo, Chloe era más que antes, lo mejor que tenía en la vida. Estaba ahí porque sabía que lo necesitaba, y nunca reclamaba un momento para ella. Estaba ahí y no se marchaba, permanecía atenta, me abrazaba y me tomaba las manos, y cuando todo mi mundo se derrumbaba, aparecía para levantarlo y seguir adelante.

El calendario me indicaba que era quince del mes de septiembre. Mamá me había pedido salir un rato al patio, y la ayudé a caminar hasta ahí para pasar un rato juntas. Chloe y Sarah habían salido a hacer unas compras para el almuerzo. Mi mamá estaba muy desmejorada, su memoria ya fallaba bastante, y los dolores de cabeza eran insoportables. Sin embargo, esa mañana, había tenido un poquito de fuerzas para levantarse de la cama y salir a ver el sol que saludaba a la ciudad. Hablaba poco, porque también le costaba armar frases coherentes y seguidas, así que yo simplemente me quedaba con ella en silencio y observaba lo que nos rodeaba.
- Estoy cansada, Beca.- sus palabras me atravesaron el corazón. Ella estaba allí, sentada observando nuestro gran patio trasero, y de repente supo que debía decírmelo. Estaba cansada. Su cuerpo ya no aguantaba todo eso. La miré, traté de ocultar lo mal que me hacía la situación, y puse mi mano sobre la suya.- Lo siento.
- No, mamá.- me arrodillé frente a ella, traté de hacer contacto con sus ojos azules, y vi que estaban llenos de lágrimas.- No lo sientas ni por un instante. Has hecho mucho ya, es normal que estés cansada. No debes lamentar nada, yo no tengo ni un reproche para hacerte.
- No estás sola.
- No, no lo estoy. Chloe está aquí, y su mamá también. Y tengo muchos amigos que me quieren y todos los días preguntan por ti. Y papá... Él también estará conmigo.
- Tu papá...- no dijo más nada, sólo tomó fuertemente mi mano.
- No estoy sola, mamá. Nunca más estaré sola.- su silencio fue acompañado de una mirada que empezaba a perderse, y por mucho que yo intentara calmar mis nervios, no podía. Chloe entró a la casa, se acercó al patio y me vio frente a mamá.- Llama a una ambulancia.- pedí.- Por favor.
- Sí, lo haré.- ella salió corriendo a la cocina, en busca de su móvil.
- Mamá...- seguía hablándole, necesitaba que se quedara conmigo un momento más.- Mami, estoy aquí.- tomé ambas manos y las besé.- Estoy aquí, ¿sabes quien soy?- ella asintió con su cabeza.- Necesito que te quedes conmigo, ¿si? Necesito que te mantengas despierta hasta que vengan a buscarte, ¿puedes hacer eso por mí?- esa vez apretó mi mano, y en mi desesperación por no escuchar ni una palabra salir de su boca, lloré sobre sus piernas.
- Kelly, estamos aquí.- Chloe se arrodilló junto a mí, tomó mis manos y las de mamá y trató de calmarme.- ¿Me escuchas? Soy Chloe. Estoy aquí contigo, y con Beca, tal como te lo prometí. No me iré, no voy a dejarla, es una promesa y yo cumplo con mis promesas siempre. Beca está bien, todos lo estamos, ¿sí? Estaremos bien. Tú debes descansar.- ella hablaba, y me sostenía, me abrazaba con fuerzas y trataba de no romperse también.- Sé que estás cansada, y mereces algo mucho mejor que esto. Calmate.- le pidió, y acarició su mejilla.- Relajate.- las sirenas de la ambulancia sonaban, estaban cerca, Sarah los estaba esperando en la puerta de casa y apenas los vio, los hizo pasar.
Subí a la ambulancia, mientras Chloe y su mamá iban en un taxi por detrás. Mamá llevaba sus ojos abiertos, inquietos, sostenía mi mano y estaba muy confundida. No le salía la voz y quería decir algo. Le pedí que se calmara, que me mirara a los ojos y mantuviera la calma. Funcionó de formal parcial.
- No vendas la casa.- balbuceó como pudo.- Debes regresar.
- Sí, mamá, lo prometo. Voy a volver siempre que pueda.- besé su mano, sequé una lágrima que caía en su mejilla y sonreí.- No llores, cálmate. Estoy bien, estoy a tu lado como aquella vez del accidente, y no me moveré de aquí. Tú y yo, ¿recuerdas? Por siempre.- sus ojos se cerraron unos segundos, y luego los abrió de nuevo.- Te amo, mamá. Te amo mucho. Has hecho mi vida increíblemente maravillosa. Ya cumpliste con todo, y puedes descansar. En verdad, estás lista.- tomé su mano con más fuerza, llegamos al hospital y bajamos para dirigirnos directo a unidad de cuidados intensivos, y en la puerta me separaron de ella.- Siempre voy a volver, mamá.

Lo que dicen sus ojos- BechloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora