NYC

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- ¿Vas a irte de todas formas?
La pregunta la hice con lágrimas en mis ojos, Chloe estaba de pie en la puerta de nuestra habitación, tenía su boleto de avión con rumbo a Atlanta en la mano y había dejado el mío sobre la cama luego de discutir sobre el lugar donde pasaría la Navidad. Yo tenía mi maleta lista, mi vuelo a Nueva York salía en menos de tres horas y la había invitado a acompañarme, pero su respuesta había sido negativa. Su NO fue rotundo, todavía estaba dando vueltas en mi cabeza, junto a sus ojos penetrantes sobre los míos y esa mirada que nunca antes había visto salir de ella. Giró para responder, mis lágrimas no la conmovieron, estaba muy enojada como para que eso sucediera, y casi como una bomba a propulsión, sus palabras salieron de su boca.
- No puedo estar siempre detrás de ti.
Y entonces se marchó, dejando a su paso el ruido fuerte de la puerta cuando se cerraba con fuerza. Dejarla salir por esa puerta y no seguirla era un error, sabía que apenas ella la cruzara, algo se perdería entre nosotras. Pero seguirla para decirle que de todas formas me iría a Nueva York, era exactamente lo mismo que quedarme sentada en la cama, mirando el boleto de avión que ella había comprado para mí. Todo era tan diferente y difícil por esos días, que no pude evitar sentirme frustrada y algo enojada. Quería llorar, las lágrimas peleaban por caer, pero yo no quería. En su lugar salí de la habitación y fui a buscarla, ella estaba sentada en la hamaca del estudio, justo frente a mis equipos de trabajo, secó una lágrima cuando me vio entrar y trató (en vano) de mostrar su lado fuerte.
- Chloe...- me paré frente a ella, necesitaba abrazarla, decirle que odiaba verla llorar, pero ella no quería que me acercara.- No quiero dejarte así.
A veces el silencio dolía más que hablar, mucho más que gritar y discutir por toda la casa. Cada silencio me hacía creer que ella se estaba rindiendo, de a poco, con cierto disimulo, y no podía sostener todo eso por mucho tiempo. Eligió callarse también esa vez, no hizo contacto con mis ojos, y alejó su mano cuando quise tomarla. Agaché la cabeza y contuve cualquier signo de llanto que pudiera aparecer en mis ojos. Debía marcharme, un taxi llevaba a Tammin y Alycia hasta el aeropuerto, ellas pasarían por mí en poco tiempo, y todo lo que quería era despedirme de Chloe.
- Te amo, Chlo.- murmuré desde la puerta de la habitación.- Aunque estés enojada, espero que lo sepas.
Me fui, tomé mis cosas y esperé el taxi en la puerta de casa. Tammin quiso preguntar por Chloe, pero Alycia era mucho mejor en eso de percibir las cosas, y noté la mirada acusadora para con su amiga cuando ella empezó a cuestionarse por qué mi novia no me había llevado hasta el aeropuerto. "Ella estaba ocupada" fue todo lo que respondí, y esa respuesta fue suficiente para entender que las cosas no estaban bien.
Llegamos a Nueva York en poco más de cuatro horas, las chicas se ubicaron de a dos en sus habitaciones y a mí me dejaron la tercera para estar sola. Ellas estaban emocionadas, súper contentas, ansiosas por recorrer la ciudad antes de empezar con el trabajo, pero yo decidí quedarme por esa noche. Debía trabajar mucho, tenía muchas cosas en las cuales pensar, y no me sentía en condiciones para tomarme ni un par de horas de "vacaciones", no después de pensar en Chloe cada día, de su expresión cuando me fui, y del silencio y la ausencia que había optado por esos días.
Todo el trabajo, todo el éxito, cada una de las cosas hermosas que nos estaban pasando, se veían opacadas por mis sentimientos. Trataba de no demostrarle eso a las chicas, pero de alguna forma lo habían notado. Ellas eran felices, se lo merecían, su talento era gigante, pero sus valores humanos eran mejores, las hacían diferentes. Tenían una enorme llegada con los fans, y sobre todo un gran compromiso con cada una de las historias que la gente compartía con ellas. Me sentía orgullosa, me encantaba que la gente del medio estuviera a gusto con ellas y las hiciera parte de ese nuevo mundo. Y como un plus, mi música salía en todas las radios, sonaba en los grandes centros comerciales, y nos habíamos dado el enorme gusto de hacer un cover de Jingle Bells que sonaba en todos lados. Eran la nueva sensación, el nuevo descubrimiento, y eran fantásticas.
Me encontré una mañana sentada a la orilla de la ventana, envuelta en mi bata blanca y con el cabello recogido. La calefacción estaba muy bien, recién me despertaba y estaba tratando de tomar el café caliente que había llevado el servicio a la habitación junto a la bandeja repleta de comida para el desayuno.

Lo que dicen sus ojos- BechloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora