Estaremos bien.

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No podía empezar a asimilar la noticia, no sabía cómo reaccionar ante una cosa como esa. Mi cuerpo tenía más peso que el normal. Me pesaba caminar, e incluso hablar. Mis manos no dejaban de moverse, de presionar sobre cualquier superficie que se posaran. Era una sensación horrible, en la que estaba presente pero a la vez me sentía ausente. Respirar, por suerte, era mecánico, o quizás habría olvidado como hacerlo también. Me quedé sentada a la orilla de la cama, mirando ese punto fijo en la pared que tenía en frente. Mamá tenía un tumor, lo sabía desde hace dos meses atrás, y no había tenido el valor para decírmelo. Era de esos tumores raros, silenciosos, que no causaban mucho dolor ni tenian un largo listado de síntomas. Estaba ahí, presionando su cerebro, creciendo. El diagnóstico era claro, ningún neurocirujano recomendaba la cirugía, la recomendaron poner sus cosas en orden y vivir el tiempo que le quedara rodeada de sus seres queridos. Menudo consejo de mierda y desesperanzador. Mamá se estaba muriendo. Era tan simple como eso.
Una lagrima inconsciente se dejó caer por mi mejilla, y a ella le siguieron otras más. Pero ni un sólo sonido salía de mi boca. Ni uno. Lloraba porque no podía evitarlo, en silencio, sentada en la cama, sola. Chloe debía estar asimilando la situación también, y por eso no había subido aún, me estaba dando mi tiempo, y se estaba tomando el suyo para poder contenerme cuando la necesitara. Era una noticia fuerte, que cambiaba todo. Todo lo lindo que estábamos viviendo, todas las hermosas cosas que estábamos pasando, todo era diferente desde ese momento, y no entendía cómo podía ser tan injusta la vida. Había demasiado silencio en la casa, pero en mi interior todo era ruido, todas las preguntas resonaban en mi cabeza juntas, y por supuesto no tenían respuesta. Mamá y yo habíamos tenido una mañana hermosa recorriendo L.A., y en ese momento sólo pensaba que podrían ser las últimas mañanas con ella, que quizás ese viaje a mi amada ciudad, era su forma de despedirse de mí. Y entonces sí emití sonidos, y un sollozo desgarrador fue el preludio de un llanto contenido que no habría podido evitar nunca. Chloe no tardó en estar conmigo, como si hubiera estado al otro lado de la puerta esperando el momento justo, ese donde yo me quebraba y me dejaba ser. Sentí sus brazos alrededor de mi cuerpo, sus manos subiendo y bajando por mi espalda mientras me repetía que estaba allí, que no se iría, que estaba bien llorar. Me dejé contener por su abrazo, la dejé verme en mi mayor debilidad, y lloré sin parar, sin cuestionarme nada, hasta que las lágrimas fueron cediendo y me quedé sin aliento. Chloe nunca me soltó, nunca me pidió que dejara de llorar. Estuvo allí, para recordarme que jamás se iría de mi lado. Nos hundimos en un silencio aterrador por un momento, ella tenía miedo de decir algo, y yo tenía miedo de seguir llorando y no poder parar nunca. Sólo tomé su mano, y fui tratando de calmarme de a poco, en silencio, y con paciencia.
- ¿Dónde está mamá?- pregunté al cabo de un rato.
- Me pidió que subiera y me quedara contigo, ella salió a pasear a Elvis. ¿Por qué no te acuestas un rato y descansas?
- No sé qué debo hacer, Chloe. No sé, no entiendo, no puedo asimilarlo. Siento que cualquier cosa que pueda decir, o hacer, es inútil.
- Ahora mismo debes descansar, o llorar bajo la ducha, o golpear las almohadas, lo que sea que te haga descargar ese sentimiento que llevas adentro, y después vamos a decidir juntas cómo vamos a seguir. Necesito que entiendas que no vas a pasar por eso sola, que aquí me tienes y que no voy a irme de tu lado nunca. Necesito que llores, Beca, que llores y grites, y maldigas al universo si quieres. Pero no te ocultes, no tienes que ocultarme nada.- asentí con mi cabeza, incapaz de decir ni una sola palabra. Chloe acarició mi rostro y a continuación me abrazó otra vez.- Te amo, Becs, estoy contigo.

Chloe estaba ahí, como siempre, y su presencia me hacía sentir mucho más libre de sentir ese dolor que parecía arder en mi interior. Me quedé en la cama hasta que escuché la puerta de entrada abrirse, y las patas de Elvis cuando chocaban contra el piso de madera de casa. Mamá estaba de regreso. Le pedí a Chloe que fuera con ella hasta que tomara una ducha, y ella no dudó en bajar lo antes posible. Necesitaba el agua tibia cayendo por mi cuerpo, necesitaba ese momento para pensar y tratar de ser racional por un momento. Nada, nada de lo que creyera que se pudiera hacer, era efectivo ni posible. Nada podía asegurarme que mamá estaría bien. Y entonces tuve que preguntarme qué era estar bien en realidad. Estar ahí conmigo, conociendo la ciudad, paseando en la playa, rodeada de una ciudad hermosa, y aprendiendo de mi vida y mi rutina en un lugar que amaba, con personas que amaba. Ella había dejado en claro que una de las cosas por las que estaba agradecida, era que ese tumor no le estaba impidiendo vivir como quería sus últimos meses, o años, o lo que la vida tuviera preparado para ella. Y yo no lo entendía, pero era claro que ella no quería estar en cama, llorando, lamentándose por no poder hacer algo al respecto. Quería vivir, claro que quería vivir, pero si no podía evitar el destino al que estaba sometida, quería vivir el tiempo posible sin privarse de nada. Y yo tenía que estar entera para hacerlo a su lado.
Con una toalla envuelta en mi cabello, me senté en el asiento de la ventana y tomé mi móvil, marqué el número de Aubrey y pensé unos segundos antes de iniciar la llamada. No sabía exactamente qué decirle, ni siquiera sabía si iba a contarle lo que pasaba, pero algo en mi interior necesitaba escuchar su voz, y saber que estaba conmigo. Decidí no llamar, y en su lugar sólo escribí un mensaje.

Lo que dicen sus ojos- BechloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora