Todo lo que siempre quise.

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- ¡Te lo dije! ¡Sabía que él era Jonas!- exclamé sentada en el sofá de la sala, en esa oportunidad usando el hombro de Chloe como almohada. Habíamos estado viendo Dark casi toda la tarde después de llegar del trabajo, ya que gracias a la lluvia del primer día de otoño no nos había dejado salir a caminar en la playa.- Esta serie es una locura.
- No creo poder mantener la cordura después de ver esto.- comentó ella y me hizo reír.
Habían pasado diez días desde la presentación de las chicas en The Voice, y todo estaba saliendo como esperábamos. El ritmo en la discográfica era más duro por supuesto, pero lo llevábamos bien, habíamos formado un gran equipo de trabajo y eso ayudaba mucho para pasar los días pensando en el próximo paso. Revolutionaries tenía dos nuevas presentaciones en una semana, y además desde el equipo de prensa y marketing habían conseguido una visita al programa de James Corden. Sobre la venta del disco habíamos llegado al objetivo pensado en el tiempo transcurrido, pero sabíamos que necesitábamos más difusión para superar cada uno de los números que teníamos en mente. El primer corte musical ya sonaba en las radios, y la gente hablaba de ello por las calles. Era hora de lanzar un vídeo clip y llevarlo a la cima, a los primeros puestos del ranking. Había gente trabajando en eso, tratando de conseguir la colaboración de alguien que llamase la atención, y yo había pensado en todo con anterioridad. Mis ideas estaban plasmadas en el correo electrónico que había enviado al equipo la noche anterior, y sólo me restaba esperar.
Por eso estaba allí, relajada en los brazos de mi novia, quién había bajado de un avión esa mañana luego de pasar tres días en Las Vegas, muy cerca de la casa de su familia, atendiendo un evento con su equipo. No había fecha próxima para viajar, pero todavía tenía que editar algunas fotografías que quedaban pendientes en su ordenador.
Era el primer día de otoño, veintiuno de septiembre, y aunque en Los Ángeles nunca hacía mucho frío, la temperatura empezaba a disminuir para esas fechas. Teníamos un plato con restos de comida y dos tenedores en la mesa ratona de la sala, a esa altura ya no necesitábamos ensuciar dos platos para la cena porque con uno del cual pudiéramos compartir, nos bastaba. Y debo admitir que hacer eso era una de las cosas que más me gustaba de tenerla en casa. Cenar juntas mientras veíamos una serie, usar su hombro o su pecho como almohada, sentir sus brazos alrededor de mí, sus dedos entrelazados con los míos, la forma tan especial que tenía de acariciar mi espalda o jugar con mi cabello. Y todo eso al revés, cuando ella era quien quería sentirse mimada y acurrucarse en mis brazos. Éramos felices, creo que demasiado.
Cuando Dark terminó, y esa sensación de vacío que quedaba cuando una serie terminaba de apoderó de nosotras, Chloe tomó su móvil que estaba perdido en alguna parte entre su cuerpo y el mío y consultó las notificaciones. Nicole la felicitaba por su trabajo en Las Vegas, alguien de su equipo le recordaba que tenía una semana para editar las fotos y enviarlas, Aubrey había comentado algún post de Instagram, y toda su familia había estado comentando alguna nueva noticia en el grupo de chat que tenían. Un sutil sonido anunció la medianoche y curvó sus labios en una sonrisa, con su mano libre tomó mi cintura y me aprisionó contra ella.
- Feliz cumpleaños, Becs.
Sonreí y me aferré a ella. Después de dos años, no estaba sola en mi cumpleaños, y sus brazos me hacían sentir la mujer más feliz del mundo. No era una gran fanática de festejar el día de mi nacimiento, nunca me había gustado ser el centro de atención o que la gente me cantara el feliz cumpleaños con un pastel y una vela en frente. Pero esa vez Chloe estaba allí, y quisiera o no, ese sería un día de festejo.
- Gracias, mi amor.- respondí y levanté mi cabeza para recibir sus labios sobre los míos.
Desde que nos conocimos, ella siempre había sido la primera en saludarme para mi cumpleaños, sin importar la distancia o cuántas veces le había dicho que odiaba ser el centro de atención, siempre se las ingeniaba para hacer que ese día fuera especial, diferente al resto. Esperaba que pudiera entender que no quería que los días fueran diferentes, que mi mundo entero había cambiado desde su llegada a esa casa, y que si pasaba las próximas veinticuatro horas sentada a su lado, mientras me abrazaba, ya tenía todo lo que necesitaba.
Un año atrás, exactamente, esa había sido la peor de mis noches en casa.

Lo que dicen sus ojos- BechloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora