Vaivén.

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- ¡Chloe! ¿Puedes responder mi móvil?- pregunté desde la ducha. Escuchaba el sonido de los mensajes sonar una y otra vez, y podría ser algo importante.
- ¡Es Hunter!- me dijo ella.- ¡Su bebé nació hace dos horas!- sentí la puerta del baño abrirse, ya no me sorprendía en absoluto que ella invadiera cada uno de los espacios persoanles.- Beca, tienes que ver esto, es la bebé más linda que ví en mi vida.- tenía mi móvil en sus manos, saqué la cabeza por detrás de la cortina de la ducha y ella me mostró la foto.
- Es tan preciosa...- la niña era pequeña, de piel blanca y cabello castaño claro. Sus rasgos rozaban la perfección, y sus manitos estaban tomando el dedo de su mamá como si de eso dependiera la vida.
- Se adelantó el parto.- me comentó la pelirroja mientras leía el resto del mensaje.- Pero por suerte las dos están muy bien. Su nombre es Eloise.
- Eloise... Es un nombre tan lindo.
- Ella es muy linda.- Chloe estaba totalmente embobada con la foto, y me causaba mucha ternura su reacción. Ella amaba a los niños, eran uno de sus puntos débiles, y eso lo demostraba.- Hunter nos invita a conocerla cuando queramos.
- ¿Te parece bien hoy en la tarde?- pregunté.
- ¿No debes estar en el programa de Corden acompañando a las chicas hoy?
- Pueden hacerlo sin mí.- me encogí de hombros y Chloe sonrió.
- Deja mi celular por ahí.- le pedí.
- ¿Qué?- me miró con curiosidad y dejó el móvil arriba de un estante donde poníamos las toallas.
- ¿Sabes lo que hiciste anoche?
- No...- seguía sin entender, pero no dejaba de escucharme.
- Cuando nos fuimos a la cama e intenté acomodarme para abrazarte, me deseaste buenas noches y me mostraste tu espalda. Eso dolió mucho, ¿sabes?- a pesar de lo que estaba diciéndole, nada sonaba a reproche, no tenía intenciones de hacerlo.- Porque te extrañaba mucho, te necesitaba conmigo desde que te fuiste, y todo lo que quería anoche era un abrazo para dormir. Pero no, la señorita estaba muy ocupada ignorándome.
- Te lo ganaste.
- ¿Así que me lo gané?- saqué mi brazo y tomé su mano, la acerqué a mí y ella sonrió.
- Beca, recién cambio mi ropa, ni se te ocurra... ¡Beca!- me gritó cuando, de un brazo, la obligué a meterse a la ducha.
- Te lo ganaste.- su cuerpo se pegó al mío, empecé a sacar su camisa y ella intentó parecer enojada.
- Agradece que todavía no había cambiado mis zapatos o te juro que...
- Cállate.- pedí, poniendo un dedo en su boca.- No arruines el momento.
Ella fue la primera en juntar nuestros labios, supuse que estaba tan desesperada como yo por besarme, no podíamos negar que la situación de la noche anterior había sido frustrante para los dos, y que no había una mejor forma de reconciliación que esa. Era difícil pensar mientras me besaba y el agua caliente caía en mi espalda, era difícil coordinar mis manos para desprender el botón de sus jeans, y sobre todo para sacarlos luego de que se adhieran aún mas a su cuerpo mojado. Ella sin embargo hacía más fácil todo, se desprendía con total facilidad de su ropa, todo estaba estorbando en medio de nosotras y quería sentir su piel rozando la mía. Me besó con intensidad, como si llevara meses deseándolo, y de repente sus manos recorrieron mi espalda hasta llegar a enredarse en mi cabello. Yo podía haber empezado el juego, pero Chloe siempre dominaba todos mis sentidos con un solo contacto, y parecía ser que todos tenían razón: el sexo de reconciliación en verdad era el mejor.
Nuestros gemidos se mezclaban con el sonido del agua cayendo sobre nosotras, mis manos se aferraban al cuello de Chloe cuando ella me cargó en sus caderas y me llevó de espaldas a la pared, la forma en que ella tocaba y besaba cada parte de mi cuerpo desnudo eran una llamada a la locura y el fin al autocontrol. La besé hasta el cansancio, no podía parar, no quería hacerlo nunca. Sus uñas clavadas en mi espalda eran el dolor más placentero que alguna vez había experimentado, sus gemidos en mi oído, y su voz ronca pidiendo más sólo terminaban de convencerme de lo mucho que ella me pertenecía. Chloe Beale era mía, de todas las formas posibles, y yo era suya. No había otra posibilidad, no había en el mundo alguien que encajara tan perfectamente con cada una, no de la forma en que nosotras lo hacíamos. La forma en que nos besamos luego de llegar al punto máximo de placer sólo confirmaba todo lo que sentía. Con pasión, con amor, lenta y dulcemente. Algunos "te amo" quedaron en el aire, se evaporaron junto al agua caliente, aunque no hacía falta decirlo, lo sabíamos, lo sentíamos en cada centímetro de piel expuesta. Chloe me abrazó, dejó descansar su cabeza en mi pecho y yo la sostuve con fuerza mientras su perfume tapaba mi nariz. El suspiro que salió de ella me demostró que no había sido sólo una percepción, que se sentía igual a mí, que las dos necesitábamos olvidar la discusión del día anterior y seguir adelante. Era como sacarse un peso de encima, como decirnos que todo estaba bien, que el amor seguía siendo más fuerte. Su agitada respiración se mezclaba con la mía, sus brazos parecían nunca soltar mi cintura, y mis manos bajaban desde su cabeza hasta su espalda, acariciando lentamente su cuerpo durante el recorrido. Su abrazo era fuerte, sentido, ella estaba intentando decir algo y yo no podía descifrar de qué se trataba.
- ¿Estás bien?- pregunté y le di un beso en la frente.
- Sí.- me confirmó y se mantuvo en la misma posición por unos segundos, luego movió su cabeza y me miró con esos ojos azules tan hermosos.- Ahora sí.
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Salimos de casa luego del almuerzo, decidimos salir en bicicleta porque el día estaba hermoso para pasear al aire libre, y además Chloe insistía en hacer actividad física luego de sus viajes. Hicimos el tramo de 12 kilómetros por Glendale Narrow, el paisaje urbano mezclado con la imponente naturaleza siempre nos había llamado la atención cuando pasábamos en auto, pero nunca nos detuvimos por ahí. Había poca gente, casi nadie, y todo el camino estaba marcado a la orilla del río de Los Ángeles. Era hermoso, y diferente a las calles que usualmente recorríamos.
Chloe llevaba su cámara en el canasto de la bicicleta, paramos algunas veces para que pudiera capturar algunos paisajes para enviárselos a su padre, y también para descansar. Ella tenía algún tipo de rara obsesión conmigo, con fotografiarme mientras estaba distraída, y hacerme reír para coleccionar mi sonrisa en su mural de fotos. Creo que nunca había entendido que su rostro se veía mucho más hermoso en las fotografías, pero lamentablemente yo no sabía capturar momentos de la forma en que ella lo hacía.
Nos sentamos a orillas del río, creo que hacía mucho tiempo no teníamos una conversación tan sencilla y rutinaria como la que tuvimos ese día, y aunque no se lo dije, estaba agradecida por eso, porque de repente recordé que ella y yo habíamos sido las mejores amigas en Barden, que sin necesidad de hablar de nuestros sentimientos, nos apoyamos y estuvimos siempre para escuchar a la otra. Chloe me había enseñado a ser una amiga atenta, que se preocupaba y se ocupaba de los intereses del otro, y que además podía sentarse a la orilla de un río sólo a escuchar hablar de lo lindo o malo del día. Ese día lo hicimos otra vez, nos sentamos solamente para pasar el rato juntas, ya no huyendo del ruido de las Bellas o los libros de la universidad, sino de nosotras mismas, de nuestras rutinas y nuestros trabajos, para estar frente a frente, pasando nuestro merecido tiempo a solas lejos de las preocupaciones y las responsabilidades.
Chloe buscaba piedras pequeñas y las lanzaba al agua, yo en cambio prefería observar el paisaje, el cielo, el puente que cruzaba la calle, y la escasa gente que paseaba por el lugar. Deseaba detener el tiempo ahí, siendo extremadamente felices con tan poco, mirando a Chloe sentada a mi lado, el perfecto contorno que marcaba desde su frente hasta la barbilla, ese rostro que podía competir dentro de los más hermosos del mundo, y que según mi visión, no tenía ningún defecto. Ella siempre hablaba de su nariz, del pequeño desvío en su tabique, y esa especie de obsesión que tenía con esa imperfección. Para mí era preciosa.
- Estaba pensando de camino a casa ayer...- me comentó, y me obligó a dejar de pensar en su belleza.- Que quiero experimentar con algo.
- No me asustes.- dije, y ella sonrió.
- No voy a proponerte un trío ni algo por el estilo.
- Nunca, ni en un millón de años, se te ocurra ofrecerme un trío.
- Ok, lo tendré en cuenta.- simuló guardar en su cabeza esa información y yo rodé mis ojos.- En fin, estaba pensando en dedicarme a la fotografía de manera autónoma.
- ¿Eso que significa?
- Ya sabes, sesiones de fotos para bebés, de bodas, o cualquier otra situación que la requiera. Empezaría armando algún rincón en casa, no se necesita mucho espacio en realidad, sólo cosas lindas y bien ubicadas. Si no te importa, construiría un pequeño espacio en el patio trasero para empezar.
- Chloe, es tu casa también, no tienes que preguntarme si estoy de acuerdo o no. ¿En base a qué pensaste en esta oportunidad?
- Me gusta la fotografía, es algo en lo que soy buena y además disfruto mucho de hacerlo. La empresa Duhamel me enseñó muchas cosas sobre edición, las capacitaciones me sirvieron mucho y creo que puedo hacerlo sola.
- ¿Dejarás a los Duhamel?
- No ahora, voy a esperar a tener todo listo para empezar y entonces sí, dejaré la empresa.
- ¿Por qué?
- Disfruto mucho de mi trabajo, y en verdad me encanta lo que hacemos en cada evento, pero los viajes, las reuniones, eso no es lo mío.
- ¿Quieres empezar pronto? Podemos llamar a alguien para empezar a trabajar en casa, hacer algunos planos según tu idea. Lo que quieras, lo que desees, lo haremos realidad.
- Quiero pedirte una sola cosa.- tomó mi mano y jugó con mis dedos.- No se lo digas a Nicole, por favor.
- No se lo diré.
- Me llevará un tiempo tener todo en orden para empezar, así que mientras tanto, prefiero mantenerlo en secreto.
- Sólo déjame ayudarte, dime lo que necesitas. Nunca me has dejado pagar por tus cosas, y quiero que entiendas que el dinero en mi cuenta es de las dos, no tienes que privarte de nada.
- ¿En qué momento de la vida, Beca Mitchell se convirtió en esta dulce mujer?- me sonrojé, y ella apretó con fuerza mi mano.- Si surge algo, te haré saber.
- ¿Si surge algo? ¿Estás bromeando? Armaremos esto juntas, quiero ser parte del proceso.
- En cuanto esto tome forma dejaré la empresa, eso nos dará tiempo para estar juntas, podré acompañarte mucho más en tus cosas y al mismo tiempo trabajaré en algo que me gusta. Tiene sentido, ¿no crees?
- Todo lo que te haga feliz tiene sentido para mí.- me acerqué y besé su mejilla, ella sonrió y me miró con inmenso amor.- Me parece una idea brillante.
Dejé mi cabeza sobre su hombro, cerré los ojos y me dejé llevar por el sonido de la naturaleza que nos rodeaba, por el agua corriendo con calma frente a nosotras y los pájaros que eran testigos de las caricias que Chloe le regalaba a mi espalda. Decidí quedarme así por un rato, disfrutar de su contacto, de su mano subiendo y bajando por mi espalda, de su cabeza apoyada en la mía para mantenerse cerca, de su silencio mientras pensaba, y su respiración tranquila.
Nos fuimos un rato después, estábamos cerca de la clínica donde Hunter y su esposa habían recibido a su hija, así que decidimos pasar por ahí antes del regreso a casa. Por supuesto que Chloe insistió en parar en una tienda para bebés y comprar un regalo para la recién nacida, y le dejé la tarea a ella porque en realidad no sabía qué comprarle. Levamos una caja que tenía pañales, algo de ropa, un biberón, una manta tejida, un oso de peluche pequeño y un juguete para su carrito que hacía diferentes sonidos al golpearlo. Cargué todo en la parte trasera de mi bicicleta y seguimos el camino.
La clínica era lujosa, las personas iban y venían en silencio, y pregunté a la recepcionista dónde estaban nuestros amigos. Habitación doscientos trece, en el quinto piso del edificio, doblando a la derecha cuando el ascensor paraba. Hunter nos recibió con un abrazo enorme, su rostro desbordaba felicidad y también un poco de cansancio. Chloe lo abrazó, y entramos a la habitación.
- Mira quienes están aquí...- dijo él a su esposa, y ella nos observó con una sonrisa en su rostro.
- ¿Cómo estás, Serena?- pregunté y me acerqué a su lado.
- Agotada, pero feliz.- respondió y Chloe tomó su mano para saludarla.- Qué bueno verlas, chicas.
- Trajimos un regalo para la pequeña.- dijo mi novia y señaló la caja que había dejado sobre la mesa.- ¿Dónde está ahora?
- Mi mamá le regaló sus primeros aretes y una enfermera la llevó para ponérselos.- explicó Hunter.- Me voy a buscarla ahora, ya regreso.- él se fue y nos dejó solas, Serena nos pidió ayuda para sentarse un poco y Chloe fue quien la ayudó.
Nos contó que el parto se había adelantado por un poco más de un mes, pero que por suerte todo había salido muy bien. La niña estaba bien, en perfectas condiciones, y ella también.
- Me asusté un poco.- admitió.- Mi familia llegaría desde Pennsylvania recién en dos semanas y me preocupaba no tener a mamá a mi lado en este momento. Pero Hunter fue muy atento, me ayudó muchísimo.
- ¿Fue por cesárea?- preguntó Chloe, muy interesada en la historia.
- No, parto normal. Quería que fuera de esa forma, y ella ayudó muchísimo.
- Quería conocerlos antes.- comenté con una sonrisa en mi rostro, totalmente enternecida con la historia.
- Miren quién llegó...- nos interrumpió Hunter entrando a la habitación con la bebé en sus brazos. Me levanté de la silla que estaba al lado de la cama, y fui directo a verla. Chloe imitó mi movimiento y pronto estuvo a mi lado.- Ella es la pequeña Eloise.
- Oh por Dios...- murmuró la pelirroja, y llevó una mano a su boca cuando descubrimos su carita.
- ¿Quieres cargarla?- me preguntó mi amigo, y sonreí antes de aceptarla en mis brazos.
No era la mejor cargando bebés, nunca lo había sido, pero la acepté sin pensarlo ante la mirada de los flamantes papás y de mi novia. No podía creer lo pequeña que era, lo lindo que era verla dormir con inmensa tranquilidad, y la forma en que sus manitos de aferraban a mi dedo cuando la tocaba. Estaba embobada con su presencia, su blanca piel bajo la manta que la envolvía. Era una niña preciosa, realmente preciosa, y yo no podía dejar de admirar cada pequeña partecita de su cuerpo.
- Es hermosa.- comentó Chloe, y Hunter sonrió.- Hola pequeñita...- tomó su mano y la acarició.
- Se ven lindas con un bebé.- nos dijo Serena con un tono que rozaba la seriedad y la diversión. Yo me reí. Ni siquiera había pensado alguna vez en esa posibilidad, y a mis veintitrés años seguía sin pensarlo.
- Falta un poco para eso, ¿no crees?- sugirió Chloe, divertida, y me tranquilizó saber que ella pensaba como yo sobre el tema.- Felicidades por esta bebé tan preciosa.
- Gracias, Chloe.- respondió la mujer, luego de un bostezo.- Hunter y yo estábamos pensando que quizás podrías hacer su sesión de fotos de bienvenida.
- Me encantaría hacerlo.- respondió ella de forma animada.- Sólo déjenme armar el lugar y los estaré llamando esta semana.
- Ella es buena, no se arrepentirán.- claro que mi cumplido no podía faltar, para darle confianza y animarla a hacer ese trabajo que tanto quería.
Estuvimos ahí por dos horas más, Hunter se interesó por Revolutionaries y nuestro trabajo y me dió algunos consejos para lo que seguía. Chloe escuchó a Serena hablar sobre su embarazo, el parto y sus expectativas en casa con la pequeña integrante. Acordamos que la visitaríamos con frecuencia, que seríamos las mejores tías del mundo, porque esa niña nos había llenado el corazón de ternura y alegría. Cuando salimos de la clínica, tomamos las bicicletas y fuimos a casa junto al atardecer.
Estaba segura que no usaría por un buen tiempo otra bicicleta, estaba cansada y sólo quería acostarme sobre el sofá para descansar las piernas. Pero no, tenía que hacer algo más por Chloe, y le pedí que luego de tomar un baño me acompañase a dar un paseo en el auto.
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- ¿Dónde me llevas?- me preguntó cuando ya arrancamos el auto y emprendí el camino contrario al que siempre tomábamos.
- No puedes ser tan ansiosa, Chloe. Sólo déjate llevar y verás.
- ¿Te irás de viaje hasta el siguiente año y estás tratando de convencerme con algo?
- Ja, ja, ja.- ironicé.- No es gracioso.
- Tuvimos un día hermoso, ¿no crees? Conocer a Eloise me dejó tan tranquila, tan enternecida. La fragilidad de la pequeña, es increíble pensar que una vida depende totalmente de uno.
- ¿Te gustan los niños?
- Sabes que sí, quiero ayudar a los niños y...
- No, no, me refiero a los bebés. ¿Has pensado en tener hijos?- fui directa y ella me miró con asombro.
- Bueno... La familia siempre fue lo primero en mi vida y sí, siempre soñé con tener mi propia familia, dos o tres hijos quizás. Pero bueno, supongo que esos deseos van quedando atrás cuando uno crece. ¿Qué me dices de ti?
- Ya sabes que no tuve una familia como la tuya, y el miedo a repetir las historias siempre están presentes, pero una vez me senté a conversar con mamá en el último centro médico en el que estuvo, y me di cuenta que sí quiero tener mi propia familia, y mis hijos. Pero la inseguridad y el miedo de repetir la historia me persigue.
- Yo creo que serías una mamá maravillosa.
- Estás diciendo lo que quiero escuchar.- reí y ella siguió mirándome con seriedad.
- No, estoy diciendo lo que pienso. Te vi con Eloise hoy, y tratar con mis primas en Nevada. Algún día, en algunos años, serás una mamá fantástica. Sólo debes encontrar a alguien que te ayude para no repetir la historia.
- Te tengo aquí para eso.- ella sonrió, pero no dijo nada, sólo se concentró en el camino y mantuvo la sonrisa en el rostro.- ¿Sabes lo que necesitas para la sesión de fotos de Eloise?
- ¿Qué?
- Hunter me dió el número de un amigo suyo, irá a casa mañana para hacer los planos y empezar a construir tu estudio en el patio trasero. Por ahora, compraremos lo que necesitas y armaremos un pequeño espacio en la habitación extra de casa.
- Beca...
- Lo sé, soy la mejor novia del mundo.- estacioné el auto y emprendimos el camino hasta la enorme tienda de construcción y decoración de la que Hunter me había hablado.
Recorrimos pasillos enteros mirando todo, había cosas tan lindas y llamativas que era muy difícil decidir con qué quedarnos. Chloe levantó algunas canastas para bebés, alfombras y adornos de madera que ella misma se encargaría de pintar. Además fuimos por pinturas, algo de ropa para bebés, peluches y algunos reflectores de diferentes tamaños para ambientar. La idea era tener todo para empezar con la sesión de fotos de Eloise, porque si eso salía bien, ellos se encargarían de pasar la voz y el trabajo empezaría a llegar sin problemas. Chloe me pidió mi opinión para muchas cosas, a veces parecía que su experiencia no bastaba, o en realidad intentaba hacerme participe de todo su trabajo. Y yo estaba encantada de poder ayudarla.
Subimos las cosas al auto, acomodamos todo entre el asiento trasero y el baúl del vehículo, y el camino que tomé era para llevarla a cenar en un lugar informal cerca de una playa. Estaba cansada, pero pasar el día con ella valía cada segundo, minuto y hora. Nuestra conversación no tenía fin, sobre todo en ese momento luego de comprar las cosas para armar su espacio, ese pequeño espacio que llegaría a ser un gran estudio en algún momento. Ella tenía planes, muchos proyectos e ideas, había aprendido mucho con los Duhamel y tenía muchas ganas de hacer lo propio.
El lugar donde nos quedamos era soñado, en verdad teníamos una vista fantástica, y la comida era riquísima. Pasamos una velada maravillosa bajo la luz de las estrellas, con el mar y su típico sonido, el viento moviendo levemente nuestro cabello, y una baja de temperatura notable que nos obligó a usar nuestras camperas. Pasamos la medianoche ahí, no teníamos problemas de quedarnos porque al día siguiente no teníamos planes mas que quedarnos en casa y disfrutar de la compañía de la otra. Chloe quiso caminar por la playa antes de regresar, siempre disfrutaba de pisar la arena descalza, tomar mi mano, entrelazar sus brazos con el mío, apoyar su cabeza en mi hombro y llenarme de besos cuando se daba la oportunidad. Caminamos de regreso al auto en silencio, el cansancio ya era parte de las dos, y ella caminaba cada vez más lento y más pegada a mi cuerpo.
Tenía algunos días para estar con ella antes de volar a Nueva York con las chicas, y quería disfrutar lo que me quedaba hasta que el ritmo nos atrapara de nuevo. No sabía todavía lo que iba a pasar en Navidad, no tenía idea si era posible quedarme con ella, volar a Atlanta o a Nevada según fueran sus planes. Quería, más que nada en el mundo, pero nada era seguro en ese momento, y mucho menos luego de saber cómo nos iría con nuestro encuentro cara a cara con los fans. El trabajo era así, al menos en el medio artístico, y costaba un poco encontrar el tiempo en esas fechas. Llegada a casa encontré que había mensajes en el grupo de Revolutionaries, habían tenido un buen momento con Corden y estaban muy emocionadas porque Little Mix había preparado un vídeo con saludos para ellas que salió al aire en el programa. Descansarían el domingo, porque el lunes ya tendríamos la firma de discos en el centro comercial más grande de Los Ángeles y nos llevaría casi todo el día. Ahí estaba otra vez, chocando con la realidad, mirando mi agenda con la esperanza de encontrar el tiempo justo para decirle a Chloe que ya tendría que hacer el bolso para marchar. Traté de ignorar los siguientes mensajes del grupo, ya tendría tiempo de hablar con ellas en otro momento. Me concentré en el grupo de las Bellas, estaban hablando de "El soltero", el famoso reality de televisión, y tenían diferentes reacciones acerca de quién había recibido la última rosa esa noche. Siempre me hacían reír sus comentarios, y ese día traté de involucrarme a la conversación un poco tarde.

Lo que dicen sus ojos- BechloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora