Para siempre.

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Cuando Beca subió al auto de papá cerca de las siete de la mañana, aún estaba muy cansada porque la noche anterior habíamos paseado por la ciudad hasta tarde. Estreché mis brazos y ella se acurrucó a mi lado, la temperatura había bajado notablemente luego de una fuerte tormenta y las dos llevábamos una chaqueta liviana para cubrirnos. Íbamos de camino a Reno, la ciudad pequeña más grande del mundo, o al menos así la conocían. Mis abuelos sabían que llegaríamos como a las diez del día sábado, pasaríamos el fin de semana con ellos y el resto de la familia antes de regresar a Winnemucca el domingo en la mañana, así que supuse que todo estaba listo para recibirnos. Reno tenía más espacios verdes, además de una ciudad fantástica repleta de casinos y atracciones, pero lo que más me gustaba de estar ahí, era el gran campo de Norman y Grace Fitzgerald, mis amorosos abuelos.
- Becs, amor...- susurré para despertarla.- Estamos llegando.- ella abrió sus ojos, parpadeó un par de veces para acostumbrarse otra vez a la luz del día y se sentó dispuesta a acomodar su cabello.- Bienvenida a Reno.
Me llenaba de alegría que estuviera allí, conociendo los lugares en los que crecí, familiarizándose con todos esos rincones donde pasé mi infancia y adolescencia, observando todo con la mirada de quien conoce algo nuevo y se siente atraída por eso. Los días anteriores con mis padres me habían dado la certeza de que Beca era la persona que quería a mi lado, la persona que merecía sentarse a mi mesa, al lado de mi padre y mi madre para contar nuestras anécdotas de la Universidad. La había visto moverse con comodidad, bromear, sacar la basura de la piscina, y sentarse en el césped a conversar largas horas con mi padre, también fue a ayudar a mamá con el jardín y la había acompañado a hacer las compras en el supermercado para la cena del jueves. Nunca la había amado tanto como hasta entonces, nunca me había sentido tan feliz de tenerla como cuando la vi interactuar con mis padres y servirse sola de la heladera sin necesidad de pedir permiso. La noche anterior habíamos salido, y de regreso a casa nos sentamos a conversar en la sala mientras papá veía un partido de básquetbol de San Antonio que había grabado, y mamá enviaba algunos informes de sus pacientes a sus colegas. Beca había hablado de su padre de la forma en que nunca la había escuchado, sin un rastro de rencor en sus ojos, sin dolor ni remordimientos, y pensé que quizás era bueno que pudiera contar en voz alta su historia, o una parte de ella, para ir sanando esas heridas que aún estaban tratando de cicatrizar.
La entrada al campo de los abuelos me trajo de nuevo a la tierra, papá entró haciendo sonar repetidas veces la bocina, y Dylan fue el primero en salir de la casa para recibirnos. Bajé del auto y, como siempre hacía, fui corriendo a sus fuertes brazos y él me levantó del suelo en señal de bienvenida.
- ¿Cómo está mi pelirroja favorita?- preguntó él, una vez que me solté de sus brazos y lo miré.
- Feliz de estar aquí.- observé a Beca, que venía caminando con papá y mamá hasta la puerta de la casa.- Y con alguien a quien presentarte.- ella estuvo a mi lado unos segundos más tarde, tomé su mano y sonrió.- Dylan, ella es Beca.
- Escuché hablar horas de ti.- dijo él y estrechó su mano, con demasiada formalidad para mi gusto.- Soy Dylan, su primo.
- Y mejor amigo en el mundo.- completó Beca.- También escuché hablar horas de ti. Es un gusto conocerte al fin.
Papá y mamá se acercaron, saludaron a mi primo y entramos todos juntos a la casa. Dylan nos llevó a la sala, el lugar de encuentros de la familia, y el resto estaba allí. Podía notar que Beca estaba incómoda, que un cierto grado de timidez estaba haciendo de ella un desastre, le di un apretón de manos para darle confianza y la invité a sentarse en una de las sillas mecedoras que había en el lugar. Estaban allí mis tres tías y sus esposos, todos fueron amables y se guardaron los chistes para cuando ella estuviera más tranquila, le preguntaron algunas cosas y a todas respondió con una sonrisa en el rostro. Beca estaba feliz, podía notarlo, pero había un rastro de nostalgia en su rostro cuando nosotros hablábamos, y supuse que tenía que ver con la gran familia que tenía en frente, y eso era algo de lo que nunca había sido parte. También estaban mis primos, los cuatro que faltaban: Matt, Nick, Amanda y Olivia, de 17, 15, 13 y 12 años respectivamente. Eran chicos geniales, simpáticos, divertidos, les encantaba conocer gente nueva para hablar horas y contar sobre sus intereses. Sería interesante ver a Beca siendo el centro de atención por esos días, porque ella no era realmente muy buena para eso, aunque lo intentaba muy bien. Mi abuelo también estaba sentado en medio de nosotros, mirándola fijamente al interactuar con la familia, sonriendo ante las ocurrencias y la notable confianza que tratábamos de transmitirle a la nueva invitada. Él siempre me había enseñado que lo importante era la familia, y que cuando llegara el momento, la persona que se sentara con nosotros en la mesa, tenía que amarme como ellos lo hacían. Beca cumplía con eso, yo lo sabía, me hacía sentir especial todos los días, era diferente a mí en un millón de cosas, pero me amaba locamente y sólo eso importaba. Por lo bajo le pregunté a Dylan dónde estaba la abuela, y me dijo que en la cocina, esperando su momento para que le presentara a Beca. Claro que ella quería la exclusividad, sabía que Beca no era sólo una amiga, le había hablado de ella muchas veces y me había aconsejado que me enfrentara a todos esos sentimientos que me negaba a aceptar. Me robé a Beca por un momento, la llevé conmigo hasta la cocina y allí nos estaba esperando.
- Abuelita...- dije y sonreí antes que volteara.
- ¡Mi niña!- exclamó ella y vino a abrazarme.- Qué bueno tenerte por aquí tan pronto. ¿Y esta señorita que te acompaña?- preguntó por Beca y ella sonrió.
- Es Beca abue, te hablé de ella alguna vez.
- ¡Claro que sí! Es un gusto Beca.- la miró con cariño y tomó sus dos manos.- Espero que te sientas cómoda en medio de estos locos. Soy Grace, pero puedes llamarme abuela también.
- Eso suena bien para mí.- respondió ella sonriendo.- No creo recordar todos los nombres en un fin de semana.
- Aquí entre nosotras...- susurró la mayor.- Yo tampoco recuerdo el nombre de todos.
Reímos, su sentido del humor era una de las mejores cosas que tenía, y seguramente iba a usarlo para conquistar a Beca. Mi abuela era una mujer hermosa, su cabello gris y rizado hacía un gran contraste con los ojos azules que mamá y yo habíamos heredado, además conservaba esa fresca sonrisa desde siempre, mostrando sus blancos y perfectos dientes hasta contagiarte. Ese día estaba preparando todo tipo de ensaladas, papá y el abuelo se encargarían de la carne asada más tarde, y nosotras aprenderíamos un poco de sus secretos en la cocina, mientras tenía acorralada a mi novia con sus preguntas. Decidí sentarme y observarlas interactuar, hablar de pinturas (a mi abuela le gustaban y Beca sabía mucho gracias a su madre), contar y escuchar anécdotas mías en diferentes etapas de mi vida, e incluso compartir una copa de vino para pasar el rato. Estábamos las tres en una cocina, sólo nosotras y nuestros secretos, con los gritos y las voces de la sala de fondo, pero aún así pasando ese momento como si estuviéramos solas. Mamá se había acercado, y una de mis primas también, pero lejos de interrumpir, solamente sacaron algo de la heladera y siguieron su camino de vuelta a otra parte. Había algo en los ojos de Beca, en su sonrisa, algo que la hacía diferente a la chica que había conocido en Barden: era auténticamente feliz. Y yo estaba perdida en esa imagen.
Decidí dejarlas solas después, y fui a buscar a Dylan en el fondo de la casa, donde los dos pasábamos horas conversando o sólo sentados sin decir ni una palabra. El césped del gran terreno familiar estaba más verde que nunca, el sol calentaba lo justo y necesario, y él estaba sentado en una de las cercas de madera que rodeaban la casa.
- ¿Qué haces?- pregunté cuando logré subirme a la misma altura a la que estaba él.
- Lo de siempre, disfrutar de la tranquilidad de esta casa antes de regresar a la gran ciudad.- sus ojos verdes claros estaban algo cansados, y pude notarlo al instante.- Nueva York es realmente hermosa, pero agotadora. ¿Cómo es la vida en L.A.?
- Fantástica. La playa nos rodea, podemos salir a correr o solo sentarnos en la arena a esperar que el sol se oculte. Hay tanto para ver y visitar, nunca dejas de sorprenderte.
- ¿Y Beca?
- ¿Qué con ella?
- ¿Cómo es la vida con ella?- preguntó y me miró interesado, sonriente, porque sabía lo feliz que me hacía.
- Es todo lo que siempre quise.- suspiré y miré fijamente al horizonte.- En serio, estoy tan enamorada de ella, Dylan, es frustrante.- él rió y luego me contagió la risa.
- Me alegro tanto por ti, primita. Me preocupaba un poco por ti cuando decidiste dejar todo para irte tras ella.
- ¿Tras ella?
- Es lo que hiciste, ¿no? Cuando decidiste volar a L.A. y no considerar la gran propuesta en Chicago.
- En realidad no fui tras ella...- dije, frunciendo un poco el ceño.- Es decir, lo hice por mí, porque en verdad la amo y quiero estar con ella más que nada en el mundo.
- Está bien Chlo, lo entiendo. Sólo que no quería que olvidaras para qué decidiste salir de Barden, de todos esos sueños de los que me hablaste el último verano.
- No los olvido, sólo están ahí, postergados por un tiempo hasta que pueda lanzarme a ellos. Beca jamás me dejaría olvidar todo lo que quiero alcanzar.
- Y eso me tranquiliza demasiado.- hizo una pausa de unos segundos y cerramos los ojos para disfrutar de la brisa que estaba corriendo y acariciaba nuestros rostros.- ¿Llevarás a Beca a conocer a Kenia?
- Por supuesto, iremos después del almuerzo y espero que todos se unan al paseo. Vine aquí para que la conozcan y la ayuden a sentirse parte de esta familia.
- Cuenta con eso.
- ¡Chloe!- gritó mi mamá desde el interior de la casa.- ¡Dylan! ¡Vengan a ver esto!
Fuimos a la casa, la más chica de mis primas estaba mostrando sus dotes para la música, había aprendido a manejar diversos programas en su computadora y había creado un excelente mash up de Can't stop the feeling junto a This is what you came for. Todos estábamos escuchándola, admirando su trabajo, y Beca sonreía. Si alguien sabía del tema, esa era ella. Cuando terminó, mi tío aplaudió, y todos nos unimos.
- Eso fue muy lindo.- comenté.- ¿Dónde aprendiste a hacer eso?
- YouTube, y un poco de tiempo libre.- respondió.- Me inspiraron los mash up que vimos en tus vídeos con las Bellas.
- ¿En verdad?- miré a Beca, que estaba del otro lado de la sala y sonreí.- ¿Sabes que Beca es la creadora de todo nuestro sonido?
- ¿Hablas en serio?- me preguntó sorprendida, y giró su cabeza para encontrar a mi novia acercándose a ella.
- Bueno, ella es productora musical.- comenté, orgullosa.- Así que sabe mucho sobre esto.
- ¿Y qué crees de esto?- le preguntó.- ¿Crees que debo hacer algún arreglo especial?
- Fue un trabajo increíble.- coincidió Beca, se sentó a su lado y reprodujo otra vez la pista.- Quizás pueda enseñarte algunos secretos antes del almuerzo.
- Ella me pidió un pad.- comentó mi tía, su madre.- Pero en verdad no sabíamos cuál era el mejor.
- Tengo dos de esos en casa.- dijo Beca.- Chloe me dará tu dirección y la semana entrante puedo enviarte uno de los mejores que encontrarás.
- ¿En serio?- Olivia no podía salir de su asombro.
- Claro, sería un honor regalarte el primer pad que usarás antes de convertirte en una gran productora.- guiñó un ojo y yo mordí mi labio inferior. No era posible quererla tanto, ver en ella todo lo bueno del mundo, verla interactuar con mi familia y ser tan espontánea, amable, atenta. Puse mi mano sobre la suya y gané una mirada de amor de su parte.
- DJ, prefiero ser la próxima colega de David Guetta.- aclaró ella.
- Ten por seguro que te invitaré a poner música en mis fiestas.- le dije y ella sonrió.- Y ya sabes que las fiestas de los Beale son fantásticas.
- ¿De los Beale?- preguntó mi abuelo.- Fitzgerald, mi amiga, ¡de los Fitzgerald! ¿Quiénes son los Beale?
- Tu abuelo es genial.- susurró Beca en mi oído.
Los encargados de la parrilla fueron a su puesto, mis primos jugaban con la play station 4 recientemente adquirida por los abuelos, mis tías y mi madre se sentaron en el quincho a conversar con la abuela, Dylan se unió a mi padre para pedirle algunos consejos para la empresa a la que aspiraba entrar, Olivia encontró en Beca a una interesante consejera respecto a su nuevo pasatiempo, y yo decidí invitar a Amanda a caminar por el campo antes del almuerzo. Para cuando regresamos del paseo, la mesa estaba lista, Beca y Dylan habían ocupado su espacio, uno al lado del otro, y se veía que llevaban una divertida conversación. Me senté frente a ellos, me uní a sus risas y para cuándo quisimos darnos cuenta, el resto ya estaba ocupando todas las sillas y pasando de un lado a otro las bandejas con carne o ensalada. Hablaban, se reían, pedían las cosas a gritos, se calmaban, y luego empezaban de nuevo. La división siempre era la misma: los abuelos en la punta, de un lado de la mesa las madres, del otro los padres, y en la otra punta todos los primos, quienes teníamos una nueva integrante ahora. Diecisiete personas, una mesa larga, y las mejores conversaciones del mundo. Eso era mi familia, todos reunidos en el campo de los abuelos, al aire libre, compartiendo un momento antes de partir otra vez a nuestros respectivos lugares. Beca era la protagonista ese día, todos querían saber de ella, o hablar con ella para que se sintiera a gusto, y nunca me había sentido tan feliz de no ser el centro de atención, porque ahora todos podían apreciar lo maravillosa que era mi novia y cuan linda era mi vida en Los Ángeles con ella. Sus reacciones cuando supieron sobre su empleo en Sony fueron dignas de guardar en la memoria para siempre, y si antes ya les parecía alguien interesante, en ese momento lo fue mucho más, yo estaba tan orgullosa que no podía disimular ni un poco.
Hablaron también de mi empleo, de cómo estábamos rodeadas de gente importante en la ciudad de las estrellas, y los más chicos quisieron saber si había conocido a algunas celebridades, pero en realidad no estábamos tan cerca de toda la magia de Hollywood, así que se conformaron con la historia de nuestro recorrido por el camino de las estrellas y el observatorio Griffith.
Con el permiso de los abuelos, nos fuimos a la estancia a visitar los caballos, ese día los habían alimentado temprano para tenerlos listos para el paseo de la tarde, y mi hermosa yegua negra estaba esperando que fuera por ella. Olivia y Amanda tomaron a Thor y Stinck, Matt siempre iba con Eugene, mientras Nick buscaba a Flicka (llamada así por la película que había visto al menos veinte veces). Dylan buscó a su caballo, el enorme y rápido Flash. Y yo fui a ver a la yegua que el abuelo había comprado especialmente para mí.
- Beca, ella es Kenia.- le dije cuando abrí la puerta del corral.- La más linda del lugar.
- Es... grande.- podía notar su desconfianza, todavía parada al otro lado del corral, observando cómo yo interactuaba con el animal.
- Ven, acércate.- estiré mi mano y ella la tomó.- Es muy amable, y en verdad disfruta de los cariños.- llevé la mano que sostenía entre la mía hasta la cabeza de la yegua, la acariciamos con suavidad y ella sólo se quedaba quieta para recibir más.
- Es muy suave.
- Y súper sociable, quizás la que mejor se adapta a los desconocidos.- empecé a preparar a la yegua para cabalgar, y traje todo lo que necesitaba para tener a mano. Beca sostuvo algunas cosas en sus brazos.
- No sabía que tus abuelos tenían un campo tan grande. Es asombroso este lugar.
- Compraron la casa con un patio pequeño cuando se casaron, sabían que querían tener una gran familia y trabajaron muy duro para poder comprar más tierras. Para cuando yo nací, todo esto estaba tal como ahora, pero mamá me dijo que fue un trabajo de años.- seguía concentrada en mi trabajo para ensillar el caballo y Beca sólo miraba.- Mi abuelo es dueño de un campo al otro lado del pueblo, donde tienen gallinas y cerdos, además de toda clase de cultivos. Se ganó todo esto trabajando y siempre pensando en dejar lo mejor para sus cuatro hijas.
- Tu familia es fantástica, Chlo, en verdad me hicieron sentir tan bien.
- Me alegra escuchar eso.- sonreí al mirarla y ella estaba observando atentamente cómo ensillaba al caballo.- Ahora verás cómo nos divertimos cada vez que venimos aquí.
- No estarás pensando que voy a subirme a ese caballo, ¿cierto?
- No estarás pensando que voy a dejarte aquí mientras nosotros nos vamos, ¿cierto?- arqueé la ceja y su rostro asustado me pareció adorable.- Vamos Becs, irás conmigo.
- O puedo llevarte yo.- dijo Dylan, llevando a su caballo afuera.- Este campeón es el más rápido del pueblo.
- Oh no, déjame ir con Chloe entonces.- aclaró Beca y fue divertido pensar que tenía miedo.
- ¿Tú nos guías esta vez?- pregunté a mi primo.
- Sí, los esperaré afuera cuando estén listos.
No tardamos demasiado en estar todos listos para partir, incluso Olivia que era la más chica, había aprendido a montar desde pequeña y ya hacía los paseos por su cuenta. Beca subió conmigo, con cierta duda y un poco de miedo, pero sabía que con lo buena que era Kenia, iba a soltarse mucho más rápido de lo que ella misma creía. Empezamos el camino por el campo, y luego salimos rumbo a las montañas que estaban por detrás de la casa, cruzamos un río que no llevaba demasiada agua y luego seguimos el camino que este nos marcaba, rodeando una de las montañas de tierra colorada. En algún momento llegaríamos al punto donde el río se mostraba en su mayor esplendor, y eso era exactamente lo que Dylan quería que los más chicos vieran. Nosotros habíamos estado ahí la última vez, habíamos realizado el camino corriendo una carrera en la que por supuesto él ganó. Ese día no había carreras, sólo estábamos paseando y apreciando el paisaje, además por supuesto de contarle a Beca las historias de la familia y cómo todos amábamos las cabalgatas y las noches de malvaviscos y cantos desafinados junto al fuego. Le prometimos que lo haríamos esa noche, no sin antes anticipar que tendría que cantar.
- ¡Ey todos miren aquí!- dijo Dylan y vimos que tenía su móvil en frente para hacer una fotografía. Tenía una buena visión desde donde estaba y todos nos veíamos bien desde su ángulo.- Recuérdame agregarte a mis amigos en Instagram, Bec.
- Beca Mitchell 47.- respondió ella.- Estaré esperando que todos me agreguen.
Esa era justamente la relación que quería que ellos tuvieran, de confianza y amistad, que pudieran conversar y hacer bromas, contarse historias y agregarse a redes sociales para compartir fotos e intereses. Mis primos hacían un gran trabajo en hacerla sentir de la familia, pero ella no dejaba de sorprenderme, su confianza desmedida y gran humor al tratarlos a todos, era una parte suya que en general costaba mucho tiempo conocer, pero no había pasado con mi familia.
Llegamos a dónde el río se expandía, donde el sonido del agua corriendo era más fuerte, aunque en realidad era lo único que se escuchaba. Todo era tan tranquilo ahí, alejados de cualquier otro sonido de la vida cotidiana, observando el cielo azul sobre nosotros y el sol brillando y calentando nuestras cabezas. Bajamos de los caballos y los dejamos descansar e hidratarse antes de volver a casa. Amanda y Nick, "los reyes de las selfies" cómo se auto proclamaban, tomaron decenas de fotos para colgarlas en sus redes sociales, e incluso le pidieron a Beca una para tener guardada en el caso de que alguna vez fuera una famosa productora y ellos pudieran presumir que la habían conocido antes. Ella accedió entre risas, y se animó a hacer todo tipo de caras graciosas junto a ambos. Se divertían, la hacían sentir una niña, y eso a mí me encantaba.
Teníamos que regresar, y esta vez Beca se animó a tomar las riendas del caballo, por supuesto que conmigo detrás suyo sosteniendo sus brazos de a ratos, abrazándome a ella por otros, sin otra finalidad más que sentirla cerca y decirle, de alguna forma, lo feliz que estaba de tenerla ahí, compartiendo esos momentos con mi familia.
Para cuando llegamos a la casa otra vez, el cielo azul empezaba a ser más naranja, la temperatura había descendido algunos grados, y el corral estaba más oscuro que cuando nos fuimos. Dylan se llevó a los demás a la casa, y Beca y yo quedamos cepillando a Kenia antes de dejarla descansar.
- Mañana vendrán a cepillar y dejar en condiciones a todos los caballos, pero a mí me gusta hacer esto por mi cuenta.- comenté cuando terminé con mi tarea.- Sé que Kenia lo agradece.- dejé el cepillo de cerdas suaves en su lugar y me acerqué a Beca, que estaba sentada sobre la puerta de madera del corral.- ¿Te gustó el paseo?- la abracé, mi cabeza quedaba a altura de su vientre.
- Fue genial.- también se aferró a mí y sentí como sus manos jugaban con mi cabello.- Podría estar semanas enteras aquí, tus primos son tan divertidos y simpáticos.
- Creo que les agradas demasiado.
- Y ellos me agradan mucho también. Gracias por traerme aquí, Chlo, y mostrarme cómo se siente tener una familia.- los brazos que la rodeaban se aferraron a ella con más fuerzas. De haber podido regresar el tiempo y darle esa familia desde niña, seguro lo hubiese hecho.
- Esta es tu familia desde hoy.- dije, y a continuación me separé de ella para mirarla a los ojos.- Y siempre lo serán.
Beca eligió no responder, sólo besarme, y yo sabía que esa era su forma de decir un millón de cosas, sobre todo cuando sus balbuceantes palabras no podían salir ordenadas por su boca. Pudo decir gracias, pero decidió besarme, y en ese beso decirme que me amaba para resumir el resto de las cosas que sentía. Que sentíamos.
Fuimos a la casa después, Amanda se había encargado de hacerles saber a todos que tendríamos una noche de fogata, malvaviscos y música, y que debían preparar la guitarra del abuelo porque nadie iría a dormir temprano. Por supuesto que nadie iba a negarse, sino que buscaron leña y la ordenaron para que todo estuviera listo. Los malvaviscos jamás faltaban en casa de los abuelos, y la guitarra desafinada salió de su escondite para que Beca pudiera afinarla y probarla mientras mi madre le decía que yo jamás había usado la guitarra que me regalaron cuando cumplí nueve años, porque en realidad no estaba interesada. Y ahí tenía otra cosa que no sabía de mi novia, era genial con las cuerdas, y su talento musical en verdad nunca dejaba de sorprenderme.
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- Toma Beca, enseña a este grupo de inexpertos como se hace.- Dylan le pasó la guitarra, luego de dos números realmente innecesarios de mis tías.- Chloe siempre es el centro de atención en esta área, quizás puedas cambiar eso.
- Bueno, en realidad si quiere acompañarme, la aceptaré en mi número.- bromeó Beca, y yo sonreí, hacía mucho tiempo que no cantaba con ella.
- Les enseñemos cómo se hace.- propuse, y ella tomó con fuerza el instrumento en sus manos.
Empezó a tocar algunas notas, aunque estaba sólo probando antes de empezar. No tenía idea qué canción iba a elegir, y las primeras notas fueron tan confusas que preferí esperar que ella comenzara a cantar.
- Anímate a improvisar Chlo.- me dijo.
Los primeros versos eran de Radioactive aunque las notas de la guitarra tocaban otra canción, una que no tardé en reconocer y tuve que sonreír como una tonta antes de empezar a cantar Titanium sobre ella. Un mash up, claro, la especialidad de Beca. Había olvidado lo bien que sonaban nuestras voces juntas, lo armonioso que era cuando nuestros tonos altos se encontraban, y lo fácil que era improvisar con ella, con el ritmo que marcaba con la guitarra, con sus ojos guiándome en el siguiente verso, y su sonrisa al detectar un buen trabajo. Mi familia estaba concentrada, escuchando atentamente lo que estábamos cantando, pero creo que en el fondo ni Beca ni yo estábamos pendiente de eso, ni del resto del mundo girando alrededor.
- Eso no estaba improvisado, ¿cierto?- preguntó mi padre cuando terminamos la canción.
- Cien por cien improvisado.- admitió Beca, con orgullo.
- Titanium es algo así como nuestra canción.- dije, guiñando un ojo y mirando a Beca para que pudiera contener su risa.- Fue la razón por la que se unió a las Bellas.
- No es que ella casi estuviera detrás de mí para que lo hiciera.- ironizó mi novia, y fingí ofensa.
- Vamos Chloe...- dijo mi abuelo.- Aunque quisieras negarlo, sé que la insistencia es una de tus características más destacadas.
- Y ahora está sentada aquí, algo hice bien.- a pesar del tono altanero, en verdad creía en eso, y si pudiera regresar el tiempo haría exactamente lo mismo. Rodeé mi brazo con el suyo y apoyé mi cabeza en su hombro. La mirada de mi madre era exactamente la forma en que deseaba que ellos me miraran por siempre, se veía conforme y contenta por todo lo que había logrado, y en verdad estaba en el lugar donde tenía que estar.
Fuimos a dormir mas tarde, había lugar para todos, los mayores se dividieron en cuatro habitaciones, y el cuarto extra tenía dos camas pequeñas. Amanda y Olivia compartían una, mientras Nick y Matt se juntaron en la otra. Dylan fue al sofá- cama del cuarto de los abuelos, y Beca se acomodó a mi lado en el sofá de la sala. No teníamos problema en compartir el espacio pequeño, dos años en Barden nos habían dado experiencia para acomodarnos y descansar cuando yo decidía meterme a su cama durante la noche sin que ella pudiera negarse. Esa noche no fue diferente, sólo que ahora ella no iba a darme la espalda o pedirme que mantuviera mis manos quietas. Uno de sus brazos quedó bajo mi nuca, casi como una almohada, mientras el otro pasaba por arriba de mi cintura y su mano descansaba en mi vientre, sobre la mía que se aferraba a ella con fuerza. Esa era mi posición favorita en el mundo.
- Fue un gran día, ¿no crees?- casi murmuré, sabía que ella estaba despierta, que me escuchaba, y posiblemente estaba esperando que dijera algo.
- Fue fantástico.- coincidió. Levantó un poco la cabeza de la almohada y me besó cerca del cuello, suave e inocente. No había conocido a Beca de esa forma antes, nunca se me hubiera pasado por la cabeza que ella fuera tan dulce con Jesse, o con cualquier otra persona. Pero lo era conmigo, y eso me hacía sentir especial.- Cuando era más chica, mamá me dijo que podía tener una familia como esta alguna vez, y tenía razón... Ustedes me hicieron sentir parte de esta, y estoy tan agradecida por eso.- giré mi cabeza para atrapar sus labios entre los míos y hacerle saber que no tenía nada que agradecer.
- Que descanses.- volví a mi posición anterior y ella me abrazó, acomodó su cabeza en la almohada y supe que se quedó dormida cuando su mano dejó de presionar la mía.
Siempre me había caracterizado por ser una enamoradiza sin remedio, por creer que todos podían amar de la misma forma en que yo lo hacía, por soñar con el "felices por siempre" desde el día uno de relación. Josh me había quitado eso, me había convertido en una persona desconfiada e insegura, después de él fui de relación en relación, jugando un poco, huyendo del compromiso, sin entregar ni una sola vez todo lo que le había entregado a Beca. Soñaba con el felices para siempre otra vez, pensaba que si no era con ella, entonces no era con nadie y aunque eso podría destruirme en mil pedazos, también me hacía la persona más feliz del mundo.

Lo que dicen sus ojos- BechloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora