Nuestra Promesa Eterna.

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- Fue la mejor despedida de soltera que tuve en mi vida.- fue la conclusión de Stacie cuando la noche terminó.
Las Bellas habían dividido en dos su fin de semana, el viernes para Chloe, el sábado para mí. El viernes me dejaron en casa, con Elvis y Salem, y regresaron a Chloe en la madrugada, totalmente ebria y con una gorra rosada personalizada. Stacie se justificó diciendo que Nicole era la mala influencia más grande que había conocido en toda su vida, y la principal impulsora del estado en que habían devuelto a mi novia a casa. Ella y todas sus ex compañeras de la empresa Duhamel.
Las Bellas estaban de pie, eso era bueno, y seguramente tenía que ver con que esa misma noche era mi turno. Stacie, Jessica, Amy, Emily y Ashley se quedaron en casa. Flo, Lilly, Cynthia partieron a casa de Aubrey para descansar antes de retomar el día y preparar las cosas para esa noche.
Yo había insistido en hacer una sola despedida de solteras, pero la forma en que se negaron rotundamente me había dado motivos para creer que nunca sería posible. Ni siquiera podía imaginar lo que se traían en mente, y habían jurado que no sería parecida a la de Chloe, sólo para no perder el factor sorpresa. Y con Nicole y Stacie a la cabeza, nada tranquilo se podía esperar.
Desayuné sola, ninguna daba señales de vida a la mañana, saqué a Elvis a pasear, hice un recorrido hasta la playa, regresé, me senté en el patio y la casa seguía en silencio. Aproveché para cerrar el tema del alquiler de los departamentos donde nuestras familias se quedarían desde el lunes, y hasta el sábado, día elegido para nuestra boda. La familia de Chloe venía completa. De mi parte, papá, Sheila y Lizzie eran los únicos. Las Bellas ya habían invadido nuestra casa y la de Aubrey. Tammin estaba fuera del país, pero prometió llegar hasta el evento, mientras las otras tres ya estaban listas. Hunter, Serena y los dos niños estaban más que confirmados. Nicole y Justin se estaban encargando de todos los detalles, así que eran casi invitados de honor. Los ex compañeros de Chloe, los actuales en la escuela, mis compañeros de la discográfica. Todos estaban confirmados, todos querían un lugar en nuestra boda. Lo que había empezado como algo sencillo, con pocos invitados, se había convertido en un evento para ciento cincuenta personas, pero no me importaba. Estaba lista para lo que fuera. O eso creí antes de que Aubrey llegara en un bus remodelado completamente por dentro, y me llevara a recorrer la ciudad mientras la música sonaba fuerte y un cartel que decía "SALUDEN, SE CASA EN UNA SEMANA" colgaba desde arriba.
Alycia, Cierra y Reese ya venían dentro, junto a Nicole y Laurel, quien se había convertido en una excelente amiga y compañera para mí. Esa vez, Chloe fue quien quedó en la casa. Y si yo pensaba que estaba lista para lo que fuera, Aubrey y Nicole se encargaron de mostrarme que no. De alguna forma (realmente no estoy segura exactamente cómo), nuestra última parada fue en un bar cerrado solamente para nosotras, ambientado en el lejano oeste. Y si a Chloe le habían hecho la mitad de las cosas que me obligaron a hacer, entendía perfectamente por qué había llegado así a casa luego de esa noche. Tenía las peores influencias rodeandome, pero era tan afortunada de tenerlas a todas y cada una de ellas que no podía borrar la sonrisa de mi rostro. Me divertí, me entregué a sus manos, me dejé llevar. Sabía que Aubrey cuidaba mi espalda. Por supuesto hice que mis Revolutionaries prometieran nunca hablar de su jefa como esa persona que conocieron esa noche, y ellas rieron pero se unieron a la promesa.
Yo no tenía gorras personalizadas, pero sí un sombrero de vaquera y un chaleco de cuero que decía mi nombre. Los encontré tirados al lado de la cama cuando desperté el domingo, pasado el mediodía, con un fuerte dolor de cabeza.
- Ey, vaquera.- Chloe estaba al lado de la cama, aparentemente esperando que me despertara. Sonrió, y una caricia en mi rostro pareció lo justo para hacer que yo sonriera también.- Sabíamos que las Bellas eran peligrosas, pero nunca tuvimos en cuenta a Nicole.
- Creo que voy a morir.
- No sin antes casarte conmigo.
- ¿Dónde está el resto?
- Recuperándose de dos noches seguidas de alcohol, música y todo lo que pasó.- su mano paseaba por mi brazo, hasta llegar a mi mano y jugar con mis dedos.- ¿Te das cuenta que en una semana estaremos casadas?
- Ya no tengo tiempo de arrepentirme, ¿cierto?- ella rió.
- Puedes hacerlo hasta que hagan la pregunta. O puedes contratar a alguien para que se oponga.
- Mmm, esa es una idea bastante buena.
- Si te arrepientes, dímelo antes, para decirle a papá que debe traer una escopeta.- eso me hizo reír y después me senté en la cama.- ¿Quieres ayudarme con algo?
- ¿Puedo hacer algo en este estado?
- Estoy nerviosa, necesito sumergirme en la bañera y me vendría muy bien la compañía de mi novia.
- Prometida. Debemos cambiar ese término y luego seré tu esposa.
- Me vendría muy bien la compañía de mi prometida y futura esposa... Sólo quiero relajarme.- un beso suave en mi cuello fue todo lo que bastó para convencerme.
- Sólo espero que las Bellas no despierten pronto.
Chloe tenía pocos momentos de estrés o de cansancio extremo, pero ese día noté que en verdad estaba con muchas cosas en su cabeza. El agua caliente siempre la ayudaba. Se sentó entre mis piernas, dándome la espalda, se entregó completamente a mis masajes, y al silencio tranquilizante del lugar. La dejé callar por una buena cantidad de tiempo, luego le pregunté si quería hablar al respecto y me dijo que no lo valía, que simplemente estaba cansada y necesitaba ese tiempo para nosotras. Sí hablamos de la luna de miel, de nuestra primera parada en San Francisco como regalo de Amy, y nuestro siguiente vuelo a Grecia, un destino que nos parecía perfecto para escapar del ruido, el trabajo, las obligaciones, y todo lo que se relacionaba con nuestra vida en L.A.
Pero hasta eso teníamos una semana entera ocupada, al lado de nuestras familias. Pruebas de vestido el lunes, una cena a lo grande que la mamá de Chloe y Sheila habían planeado sólo para las familias el martes en la noche, Stacie y Aubrey nos acompañarian a degustar el pastel el miércoles, y el jueves habíamos quedado en juntarnos en la playa con las Bellas para hacer una pequeña fogata pre boda. El viernes podríamos descansar, por fin, y Chloe estaría en casa de Aubrey y no podría verla hasta que caminara a la isla con su padre.
- ¿Puedes no pensar en todo lo que tenemos que hacer y sólo relajarte?- me preguntó Chloe y reí.- Claro que no puedes, eres Beca. Tus damas de honor tendrán que hacer un gran esfuerzo contigo.
- Nicole y Stacie están listas para eso. Aubrey y Jessica no tendrían tanta paciencia.
- Oye, mis damas de honor son las mejores.
- Tú no tienes a una organizadora en tu equipo, genia.
- Bueno, genia... Creo que es hora de salir de aquí porque ya escucho movimiento en el piso de abajo.
- Antes de salir quiero que sepas que no importa cuan dura sea esta semana, todo valdrá la pena el sábado. Así que relájate, sé feliz, disfruta, y ten en tu cabeza cuanto te amo.- besé su cuello, y ella cerró sus ojos para disfrutar el contacto.
- Dios, te amo tanto. ¿Podemos quedarnos aquí todo el día?- el ruido fuerte de un vidrio rompiéndose nos trajo a la realidad.
- No, o las Bellas destruirán nuestra cocina.
- ¡Beca! ¡Chloe!- era la voz de Stacie.- ¡Tenemos un vaso menos!
- Voy a matarlas.- murmuré.
Habían llegado todas juntas una semana atrás, y habíamos pasado unos días fantásticos recordando viejos tiempos. Además, la adhesión de Nicole al grupo no hacía más que mejorar lo que teníamos entre nosotras. Ella y Stacie eran el alma de la fiesta, incansables, divertidas, siempre proponiendo actividades. Emily, recientemente establecida en San Diego, había tenido la oportunidad de conocer a las chicas de Revolutionaries y contarles cuanto deseaba escribir una canción para ellas alguna vez. Alycia le propuso venir a Los Angeles en algún momento y colaborar en algunas canciones inconclusas que había dejado en el camino, y quizás en algún momento podrían grabar alguna. Amy tenía claro que nuestra ciudad tan querida era el próximo lugar donde invertiría, y Cynthia se unía como su socia esa vez. Flo estaba conviviendo con su novio, un hombre de negocios que había conocido en San Francisco, y no dejaba de hablar sobre él y lo genial que era. Lilly también había conocido a alguien, pero no teníamos mucha información sobre eso. Ashley trabajaba en Nueva York, y otra vez estaba cerca de Jessica, que también pensaba en convivir con Troy pronto. Stacie era la única que aún estaba en Atlanta, aunque cada vez que podía, Aubrey iba a visitarla y pasaba un fin de semana con ella. Una gran cantidad de cosas habían pasado en esos últimos años pero nosotras seguíamos buscando huecos en nuestras agendas para juntarnos y acortar esas distancias de tiempo y espacio que poco disfrutábamos. Su compañía en ese momento era todo lo que necesitábamos, y no podíamos imaginar planear nuestra boda sin su presencia.
La escena de la cocina era algo que había olvidado, pero cuando vivíamos en el campus de la Universidad pasaba todo el tiempo. Los ruidos de cosas cayéndose, los gritos en la mesa, la cantidad de palabras que salían de su boca por minuto. Extrañaba nuestra tranquilidad, pero sabía que cuando se fueran, iba a pedir que regresaran pronto. Era parte de ser una Bella de por vida.
Por suerte colaboraron mucho con la llegada de nuestras familias, y con la locura que le siguió a eso.
A la prueba de vestido sólo fueron las damas de honor, y el martes no participaron de nuestra cena en familia, así que las liberamos de nuestros mandos. Sheila se encontró hablando horas con Amanda y Olivia, mientras papá se unió al abuelo en una conversación que parecía ser muy interesante. Lizzie estuvo casi toda la noche con Dylan y Dianna, pero también llamó la atención del resto con su inocencia y simpatía. A mí me tocó sentarme entre Sarah y la abuela, con Chloe y papá de frente. Veía la mesa larga, las sonrisas en esos rostros, el amor que tenían por mi hermana, la unión, los consejos. Era lo que más le agradecía a Chloe siempre, era lo más importante que me había dado. Y papá, Sheila y Lizzie también podían disfrutar de eso.
Noah propuso un brindis, dijo algunas palabras hermosas, y puso en los ojos de Chloe un par de lágrimas que ella dejó caer sin vergüenza. Yo sólo pensaba en que mamá estaba mirándome en alguna parte, y sonreía porque había logrado sentarme en una mesa llena de gente que me amaba y que quería ser parte de mi vida para siempre. Éramos veintiún personas reunidas alrededor de una larga mesa de bar, y por un momento creí que no necesitaba nada más.
Chloe vino a sentarse a mi lado un momento después, y tuvimos a Lizzie rápidamente en medio, hablando de sus clases de baile y sus nuevas compañeras. Además, nos hizo cientos de preguntas sobre la boda, y jugó con el anillo de compromiso por un rato. Me hizo prometer que luego de la luna de miel iríamos a visitarla en Atlanta para llevarla a una clase de baile y verla en acción. Chloe le dijo que solamente iríamos a verla si ella prometía que alguna vez estudiaría canto también, y Sheila dijo que ya lo habían hablado y lo estaban pensando para el siguiente año. La niña amaba los escenarios, le encantaba bailar y cantar frente al espejo, además su actitud demostraba que sería una actriz maravillosa.
- Comedia musical.- concluí, y Sheila sonrió.- Mi mamá quería que yo tomara clases pero nunca fue lo mío.
- Sí, lo pensamos también. Tiene potencial, y será una actriz muy buena.
- ¿Dónde está tu mamá?- preguntó la niña, y las miradas de los que estaban a mi alrededor cambiaron automáticamente.
- Ella murió hace unos años.- le conté.- Un poquito antes de que tú nacieras.- la senté sobre mis piernas y ella me miró, muy interesada en la historia.- Era una mamá muy linda, y super inteligente.
- ¿Cómo se llamaba?
- Kelly.
- ¿Y la extrañas?
- Todos los días de mi vida.- respondí, y sonreí. Era bueno poder hablar de mamá y sonreír.- Pero sé que ella está conmigo siempre.
- Yo puedo prestarte a mi mamá si quieres.- eso nos hizo reír, pero ella lo había ofrecido con toda su honestidad.
- Vas a tener que prestarme a tu mamá el sábado.- le dije, y Sheila me miró.- Es importante tener una mamá el día de tu boda.
- Ok.- alzó su dedo meñique a la altura de mis ojos y esperó que sellara la promesa.- Promesa de meñiques.
- Promesa de meñiques.- repetí.
Ella alegraba cada segundo del día que pasaba conmigo cuando podía verla. Era especial, dulce, tierna, y una niña increíblemente inteligente para alguien de su edad. Vivía para hacer preguntas, amaba jugar con Chloe, y correr por toda la casa con Elvis. A Salem no le prestaba mucha atención, pero tampoco lo ignoraba. Si el gato quería venir a su lado, lo acariciaba y eso parecía suficiente. Le prometí que iría a buscarla al día siguiente y la llevaría a casa, justo luego de probar los pasteles y decidir con cuál nos quedaríamos. En medio de todo el estrés, su presencia nos haría mejor.
Nos fuimos a casa tarde, para descubrir que las Bellas seguían jugando Monopoly en la sala. Pedí explicaciones para saber por qué estaban todas ahí, y no divididas en casa de Aubrey. Stacie dijo que les dejaron la noche para ellos dos, ya que Jesse tenía buenas noticias y pensó que sería bueno que pudieran disfrutar de eso en soledad y no rodeado de tantas personas. Así que iban a dividirse en los espacios de casa, que por suerte era bastante grande.
Chloe se unió a ellas, pero yo fui directo a la cama porque necesitaba descansar.
Llevé a Lizzie a casa al día siguiente, tal como se lo había prometido. Ese día las Bellas salieron, y me quedé con ella y Nicole viendo películas animadas mientras terminábamos algunos detalles de organización de la boda. Chloe y su familia estaban recorriendo L.A., papá y Sheila también estaban haciendo un tour por su cuenta, así que me quedé de niñera por unas horas. Nicole se ofreció a llevarnos a pasear, y terminamos comiendo pizzas en un bar que parecía sacado de Glee, donde los meseros cantaban y bailaban sobre algunas mesas. Fue sin dudas la mejor manera de quitarme de mi cabeza la cantidad de cosas que habíamos hecho esas semanas, y me dio la posibilidad de ver a Lizzie disfrutar de la música. Por supuesto que terminó el día dormida en el asiento trasero del auto, y la llevé directamente al hotel donde papá estaba quedándose. Lo ayudé a decidir sobre qué corbata llevar puesta el sábado, y le pedí, estrictamente, que no llorara ese día. Él quizás podría contenerse, aunque dudada que Sheila lo hiciera. Lo importante de todo ese día, fue que ya quedaba mucho menos.
El jueves tuvimos nuestro tiempo juntas, las once Bellas otra vez, sentadas en la playa, un poco recordando, otro poco hablando del futuro. Había muchas cosas para nosotras en adelante, y eso siempre asustaba un poco. Supimos que Emily estaba contemplando seriamente radicarse en Inglaterra, tenía algunos planes en mente y una oportunidad de hacerlos realidad al cruzar el océano. Le recomendé que lo hiciera, que no pensara demasiado, le dije que si era lo suyo, iba a triunfar. Yo sabía muy bien de eso. Todas estábamos bien, haciendo lo que amábamos, felices, rodeadas de gente que nos quería. Emily también merecía eso. Antes de ir a dormir, Aubrey me preguntó si podíamos correr en la mañana, y le dije que pasaría por su casa a las siete.
Eran momentos que disfrutábamos mucho, las dos solas, y un poco tenía que ver con que no había estado mucho al pendiente de mis cosas últimamente, y quería saber cómo estaba con el tema de la boda. A esa altura, moría de nervios, y ella lo sabía. Nerviosa, ansiosa, cansada, pero feliz. Sabía que el sábado sería, quizás, el mejor día de toda mi vida.
- ¿Ya escribiste tus votos?- me preguntó.
- No, aún no.- confesé.- En realidad me senté a hacerlo, y tuve más dudas que certezas.
- ¿En qué sentido?
- Sobre qué es exactamente lo que quiero decirle frente a todos. Sabes que no me gusta expresarme en público.
- Sí, lo sé, por eso es que estoy aquí.
- ¿Algún super consejo, capitana?
- No los escribas. Sabrás exactamente qué decir cuando la veas caminar hacia ti mañana, lo juro.
- ¿No crees que voy a balbucear como idiota?
- Lo harás aunque tengas un papel en tu mano.- valoraba tremendamente su honestidad, pero esperaba que alguien confiara en que no haría un papelón en mi boda.- Ey, no serías Beca sino.
- ¿Ya has visto su vestido?- pregunté, y Aubrey sonrió.
- Será la novia más bonita que alguna vez haya pisado este planeta. Te prometo que sabrás exactamente qué decir en ese momento, y será genial.
- Confío en ti.
- Siempre debes confiar en mí.
La vida saludable de Aubrey siempre la ponía unos pasos por delante de mí cuando corríamos, pero cuando parábamos sólo a caminar, siempre tenía palabras que me ponían a reflexionar. Yo sabía, la noche anterior, que esa salida no era casual, que una parte suya que tomaba el papel de dama de honor no nombrada, quería darme un consejo que Stacie y Nicole no podrían. Y me daba tranquilidad, que era lo más importante. Aubrey era como un cable a tierra, un faro para cuando yo necesitaba que me guiaran, y era asombroso que estuviéramos en ese punto de nuestra amistad luego de tanto tiempo.
Se llevó a Chloe esa noche, nos separaron para que vernos al otro día fuera aún más emocionante. Iba a serlo de todas formas, todo lo era en ese momento. Mi ansiedad solamente podía ser superada por mi alegría, pero por suerte tenía a Stacie allí para obligarme a dormir y descansar. Iba a agradecerle luego, lo sabía.

Lo que dicen sus ojos- BechloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora