Capítulo 3: Lo que la noche rebela.

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Mis pasos crujían sobre las hojas secas de los árboles a mi alrededor, se suponía que el verano había llegado pero la apariencia de este lugar era más allá de la primavera. El viento soplaba con sutileza y movía mis cortos cabellos cafés enredándolos lentamente por debajo de mi mandíbula; no sabía a donde iba o porqué pero tampoco me interesaba, sólo seguí caminando hasta donde las sombras nocturnas parecían trazarme un sendero. No paso mucho cuando llegue al borde de un claro, metida entre los arbustos me apoyé contra la corteza grumosa de un árbol viejo y miré más allá, a donde la luz de estrellas iluminaban a esas dos personas plantadas en medio.

La chica estaba de perfil a mí igual que el chico pero éste yacía acostado frente a ella y sentí como el corazón me daba un vuelco cuando él habló.

–Ven Caperucita, acuestate a mi lado –sonrió –Sí muerdo, pero apuesto a que te gusta.

–A veces no sé si reírme por tu estupidez o tenerte pena –respondió la morena, mi otro yo del recuerdo.

El chico de ojos más azules que el mar miró al cielo y dejó escapar una sonora carcajada que me dio una puntada en el pecho. No sabía cuanto lo extrañaba hasta éste instante donde supe que era un sueño de un pasado recuerdo, mucho antes de que me enamorará de él.

–Vamos Amy, hagamos una tregua hasta que Ámbar vuelva.

–¿Tregua?–preguntó la Amy del recuerdo.

–Sí, una pausa así tú y yo podemos hablar sin poner en medio las ganas que nos tenemos...

–De asesinarnos.

–Yo no iba decir eso, Caperucita.

La Amy del recuerdo soltó un bufido de molestia y luego se recostó en el césped a varios centímetros separada de él. Sí supiera ella lo mucho que daría yo por tenerlo una vez más cerca mío.

–Bien, algo es algo –bromeó el rubio de mechas más oscuras –La luna esta inmensa ¿no lo creés?

–No me pondré a ver la luna contigo –bromeó la chica de ojos grises, aquella que me parecía tan distinta, tan feliz.

–Tampoco soy el peor partido –sus palabras los hizo reír a los dos. No puedo creer que se vea tan lindo, él era un sueño hermoso del cual no deseaba despertar.

–Claro que lo eres, nadie saldría con un idiota como tú –Amy vio la luna y parecía haber recordado algo que la hizo fruncir el ceño –Y mucho menos si eres un monstruo.

Quise callarla en ese momento, a pesar de que sea un recuerdo pasado quise que se callara pues ella no sabía lo que decía hasta entonces, no sabía que Elián iba a ser la persona más importante en su vida, esa Amy no sabía que él se volvería su primer amor y su salvador. Pobre chiquilla tonta, no sabe todo lo malo que le pasará.

–Tienes razón –dijo Elián con un aire triste –Nadie debería salir con un monstruo como yo –se giró a verla recostándose sobre su brazo –... O como Thomas.

–Él no es un monstruo.

–Es un licántropo, por lo tanto es un monstruo –dijo el rubio –No te mereces nadie como nosotros Amy, no mereces estar rodeada de personas así.

Era tan lindo, me tuve que morder el labio y aferrarme a que era un recuerdo y no el verdadero Elián, pero fue difícil viéndolo tan lindo, con sus ojos azules y su sonrisa de lado que siempre tentaba con llevarme a la locura. Tenía un rostro delgado, una boca perfecta, una nariz fina y respingada, era bastante alto y flaco pero musculoso desde un inicio, sé que tenía varios tatuajes y lo dejaban hermoso a demás de tener la mirada más penetrante del mundo.

Evan. COMPLETA ❤️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora