Capítulo 8: Zeida.

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La joven pelirroja se puso de pie y volteó a ver a aquel chico de vestimentas negras y unos avasallante ojos verde musgo. Sus lágrimas surcaban sus mejillas rosáceas perdiéndose en el vacío una vez que caían.

Austin la miraba boquiabierto con la mirada pérdida en aquellos ojos verde manzana sin poder creerlo en verdad; estaba muerta, se suponía que estaba muerta pero ella... ella estaba frente a él, viva, llorando, pidiendo ayuda.

–Ayudame por favor –dijo la muchacha de unos veinte años mirándolo con un tremendo miedo en su mirada.

–Sasha...

La chica hipo y limpió sus lágrimas con el dorso de su mano cerrando aquellos ojos y dejándose llevar por los sollozos.

–Alguien me encerró en una tumba, pedí ayuda y nadie vino... Luego logré romper la delgada pared de ladrillo y cuando intenté ir en busca de ayuda me, me detuve aquí y tú, tú apareciste. –sus pestañas negras se humedecieron por las lágrimas y volvió a ver al chico ante ella, seguía teniendo aquel tono sensual de fondo pero la dulzura e inocencia en su voz era nueva.

–Está viva –susurró para sí mismo perdido en la confusión.

–¿Por qué me miras así? –le preguntó la joven acercándosele.

Austin soltó un suspiro ahogado y se llevó las manos a la cabeza tirando de su cabello sin poder creer lo que contemplaba ante él.

–¿Cómo que porqué? –dijo sonriente –Sasha yo...

Y de pronto la sonrisa de Austin decayó al notar algo diferente en el ambiente, como un aire cargado de sobrenaturalidad a su alrededor, el mismo aire que solo podía causar una persona en especial.

–No puede ser...

La pelirroja lo miró confundida y enarcó una ceja en alto posicionando las manos en sus caderas como jarra.

–¿Qué sucede?

La mirada de alegría que poseía el vampiro se deshizo y se convirtió en una de fastidiado, con ambas manos empujó a Sasha y ella cayó de espaldas al suelo, una vez sentada en la tierra fingió estar adolorida pero al ver los ojos del muchacho se dió cuenta de que ya no podría mentir y rompió en carcajadas.

–¡Ya muestrate! –le gritó Austin.

La chica ante él asintió y como si se tratara de una bruma de humo ante los ojos del vampiro se deshizo la imagen distorsionandose primero hasta que al aclarar la joven sentada en el suelo ante él era una muchacha de largos cabellos grises y unos llamativos ojos de iris grisáceos pero sin pupila negra, eran totalmente diferente a cualquier otros ojos pero hermosamente aterradores.

–Hola Austin. –lo saludo con una sonrisa, muchos pensarían que no podía ver puesto que no había color en su mirada pero se equivocan, ella veía mucho más que la mayoría.

–Zeida. –pronunció el nombre como si escupiera cada palabra con rencor.

–Oh, te hubiera encantado que fuera ella ¿verdad? –el tono de voz de aquella dama era burlón y extrañamente dulce pero sensual –Admito que me habría encantado hacerte la misma ilusión con la imagen de Lucian pero seguro no funcionaría, lo viste muerto en tus brazos ¿No es así? –se puso de pie, era delgada pero con curvas y atributos bastantes voluptuosos a los que Austin no presto atención apesar de que llevaba un vestido escotado color rosa pálido –Sería más difícil que lo creyeras y me descubrirías demasiado rápido, en cambio, esta chica que habita en tu conciencia no la viste morir y hubiera sido una maravilla para ti verla de nuevo... O sea, te engañe, otra vez.

–¡¿Qué haces aquí?! –Austin retrocedió cuando la chica que se paró ante él intentó acariciarle la mejilla.

La joven albina se encogió de hombros con una fingida sonrisa tímida.

Evan. COMPLETA ❤️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora