II: ¿Juntos al Supermercado?

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II

Amalia salía del trabajo mientras hojeaba el paquete enorme de papeles que había impreso en la oficina. Todos se relacionaban con asistencia legal en temas de testamentos, custodias y guías para padres novatos. No le animaba la idea de su próxima nueva vida, pero era demasiado perfeccionista y responsable como para adentrarse en el mundo de la paternidad sin ningún tipo de estudio o conocimiento. Además de eso, se dedicó toda la tarde a preparar unas reglas para leerlas a Dylan. Sabía lo desorganizado e infantil que era, y necesitaba tener orden y control en su entorno.

Guardó apresuradamente los papeles en su cartera y luego verificó su celular. Eran las cuatro y cuarenta y seis de la tarde. Iría a tomar un café y luego volvería a su apartamento para arreglarse.

Hoy saldría con Yovan. Un compañero de trabajo de Amalia, que lleva echándole el ojo desde que comenzó a trabajar en la revista Refiné. Desde los inicios se la pasaba lanzándole piropos e invitándola a salir. Lo rechazaba una y otra vez, pero él no se rendía. Hasta que aceptó salir con él con la condición de que pudiera ir con Lorna.

Siguió su camino entre la muchedumbre de la ciudad, tratando de no pisar ningún chicle o basura con sus altos tacones. Al entrar en el café se puso en fila para hacer su pedido. Mientras esperaba, recibió una llamada que respondió automáticamente.

-Buenas tardes-saludó ella.

-Buenas tardes. ¿Hablo con la señorita Amalia Stone?-habló una voz femenina al otro lado de la línea.

-Así es.

-Hablamos del Departamento de la Familia. Queríamos recordarle que la entrega de la menor Camila Nevares, será esta semana. El jueves para ser exactos. Queríamos confirmar la dirección del hogar al que iremos.

Amalia no se esperaba esa llamada tan pronto. Apenas hace un día que había salido de la oficina del abogado. El proceso de transición estaba yendo demasiado acelerado para su gusto.

Restándole importancia a ese detalle, se dedicó a darle la dirección de la casa de su mejor amiga, que sería la de suya ahora. Por lo menos temporalmente.

Aún no estaba convencida completamente de lo que iba a hacer. Pero no encontraba más opción en este momento. Debería de seguir buscando alguna asistencia legal que le ayudara a salir de este problema.

-Muchas gracias-se despidió Amalia, luego de terminar de contestar las preguntas hechas por la portavoz del departamento.

Cortó la llamada y se dedicó a pedir su café a la vez que su mente maquinaba mil y una razón de porqué estaba entrando en un hoyo muy profundo del que no podría escapar fácilmente.

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Recién había salido de la bañera. Con la toalla cubriendo su cuerpo se acercó al tocador. Se puso un poco de maquillaje sencillo, y para darle ese estilo atrevido pintó sus finos labios de rojo. Soltó su roja cabellera, la cepilló y luego la trenzó. Se dedicó a continuación a sacar de su armario un traje blanco ceñido a su cuerpo y decorado con un cinturón dorado que acentuaba su cintura. Tomó unos tacones color crema y se los colocó. Luego de una última mirada en el espejo, tomó su sobre y su celular.

Bajó por el ascensor y se encaminó al edificio donde vivía Lorna. Quedaba a una sola calle por lo que llegó rápidamente. Allí ya la esperaba su amiga vestida de forma mucho más atrevida que ella. Llevaba un traje corto y con un escote demasiado pronunciado. Tan solo con mirarla supo que su amiga tenía otros planes que no le había confesado, pero decidió no preguntar.

Viviendo Bajo el Mismo Techo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora