VII: ¿Accidente?

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VII

Amalia abrió los ojos de par en par. Se sentía desorientada, así que recorrió su alrededor con la mirada. Estaba en la habitación de Génesis y Antonio. Giró su cabeza y los recuerdos de la noche anterior regresaron de golpe a su mente al ver a Dylan acostado en una esquina de la enorme cama con su torso desnudo.

La pelirroja llevó sus manos a su frente y cerró los ojos con fuerza, queriendo eliminar cada escena que se reproducía en su mente en ese momento.

-Soy una idiota-dijo en susurro para si. Volvió a mirar a Dylan a su lado, que parecía dormir plácidamente.-¡Qué idiota eres, Amalia!

¿Desde cuando ella se dejaba llevar por las sensaciones de su cuerpo o por los sentimientos? ¡Nunca! Siempre se había inclinado a hacer las cosas racionales. Y resultaba que había aceptado tener sexo con el hombre que más ha odiado en su vida.

Unos llantos trajeron a Amalia de vuelta a la habitación. Reaccionó rápidamente y salió de la cama. Buscó alrededor su ropa, pero no la vio. Recordó que la había dejado tirada en la cocina, y la sangre subió a sus mejillas. Corrió hasta su maleta, en la que tenía su ropa, ya que no había podido limpiar el armario de Génesis para acomodar sus cosas. Buscó un traje cómodo y se lo colocó en el menor tiempo posible.

Al llegar a dónde Camila, la tomó en sus manos y se sentó en la mecedora a arrullar a la bebé. A veces la volvía loca. No dejaba de llorar y ella no tenía un "instinto maternal" muy agudo. Llevaba media hora con Camila en brazos y no sabía que más intentar.

-¿Todo bien?-la voz ronca de Dylan venía del marco de la puerta.

Estaba semidesnudo mirando atentamente a Amalia mientras ella intentaba hacer que el llanto de la niña cesara.

-No sé que más hacer...no para de llorar-la voz de Amalia sonaba exhausta.-Ya hice todo lo que decía la guía de internet...lleva así desde hace casi una hora.

Dylan se acercó a la bebé y se la quitó a Amalia de los brazos. La llevó a su hombro y le comenzó a dar palmaditas.

-Camila no es una máquina, Stone. No lleva instrucciones y no puedes pretender encontrar una solución exacta para cada llanto de ella.

-Ya sé eso, Dylan. Pero las guías de maternidad ayudan a entenderlos.

Notó como el llanto de Camila comenzaba a disminuir con el tacto de Dylan. Él le acariciaba el cabello y susurraba una canción de cuna. De vez en cuando depositaba un suave beso en su cabecita y repetía el proceso. Poco a poco las lágrimas de la bebé desaparecían y solo se escuchaba su respiración pesada. Estaba dormida.

-Ya está. ¿Ves? Debes dejar de ser tan insensible...Camila necesita cariño de vez en cuando, no sólo quiere que le cambiemos los pañales y le demos de comer.

Amalia cruzó sus brazos molesta y se levantó del asiento.

-¿Cómo te atreves a llamarme insensible? ¡Quiero a Camila tanto como tú!-dijo ella tratando de no subir demasiado la voz, por eso de no despertar a la niña.

Dylan puso a Camila en la cuna y se giró hacia ella.

-Lo siento, pero no identifico tu manera de mostrar cariño-se encogió de hombros.

-Pues, no es mi culpa que no entiendas mi forma de querer...-dijo ella tratando de no sonar muy lastimada.

Dicho esto, giró sobre su eje y salió de la habitación.

Quería decir más y soltar todos los insultos que su mente procesó en ese momento, pero no podía confiar en su voz. Sentía que si decía algo más se quebraría y no le daría el gusto a nadie de verla derrotada y vulnerable.

Viviendo Bajo el Mismo Techo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora