XII
Los tacones de Amalia resonaban por el vacío y frío pasillo del tercer piso del hospital. Sus manos se calentaban gracias al vaso de café que cargaba. Una vez se detuvo frente a la habitación 308, la empujó con su cuerpo y se encontró de frente con la imagen de un chico de pelo negro y ojos verde oscuro cansados.
-Hey...-saludó y le dedicó una vaga sonrisa.
Ella sonrió en forma de saludo.
-¿Qué te dijeron?-pregunta y se sienta en el sillón que estaba al lado de la camilla.
-Nada demasiado de grave. Me darán antibióticos y me mantendré aquí al menos hasta mañana para monitorear la temperatura-se encogió de hombros.
-Bien...
Se mantuvieron ambos en silencio un buen rato. Dylan quería agradecerle todo lo que había hecho por él en ese día, pero sabía lo incómodo que se le hacía que las personas hablaran de ese tipo de cosas, por lo que no sabía con qué llenar el vacío que había.
-Deberías descansar-le aconsejó.-Te ves muerto.
-Gracias por el halago, eh-rió de forma desanimada.
Amalia también dibujó una tonta sonrisa en los labios.
-Ya, es en serio. No puedo estar una semana entera cuidando de tí, debo trabajar. Así que más vale que descanses y te recuperes lo antes posible-tomó un sorbo de su café.
-No tienes porqué cuidar de mi, ¿sabes? Ni si quiera tienes que estar aquí...
-Cierra la boca-pidió ella, antes de que siguiera el camino que ella ya sabía que tomaría.
-¿Porqué?
Amalia no pudos sostener más su mirada penetrante, por lo que puso su vista en el suelo de la habitación.
-Porque...
La puerta de la habitación interrumpió la conversación de ambos y la enfermera entró rápidamente con medicamentos.
Amalia soltó un suspiro de alivio. Estuvo a punto de hablar de más. Y a Dylan se le escapó una maldición de los labios. Por un segundo creyó que ella por fin hablaría con él acerca de su sentir.
Una vez la enfermera salió de allí, Dylan volvió a hacer el intento de retomar aquella profundidad de su conversación.
-Pues...nunca me respondiste la pregunta-dice él, y se giró en su camilla para mirarla.
Se había quitado los tacones y tenía las piernas trepadas en el sillón. Su cabeza estaba recostada de la pared, sus labios estaban entreabiertos y tenía los ojos ligeramente cerrados.
-Creo que me quedaré sin saber...-susurró él.
Se levantó con dificultad de la cama. Pasó un buen rato tratando de pasar entre los cables que lo mantenían atado, pero una vez pudo superar este obstáculo, tomó la sábana que ella misma había traido y se acercó a donde dormía. La observó por un segundo y luego le lanzó por encima la manta, asegurandose que la cubriera bien.
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La doctora los dejó esperando en la habitación en lo que buscaba los documentos necesarios para dar el alta. Mientras esperaban en silencio uno al lado del otro, Armando entró respirando con dificultad a la sala, aunque esto no impidió que gritara:
-¿¡Porqué demonios no me avisaste que estabas en el hospital!?-se dirigió a Dylan.
Ninguno de los dos reaccionó. Simplemente lo observaban mientras intentaba recuparar el aire. Estaba rojo del esfuerzo que ejerció en hacer ese último grito.
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Viviendo Bajo el Mismo Techo
Teen Fiction"Puede que no te parezca correcto, pero si tu corazón está tan acelerado como el mío en este momento, entonces continuemos". La muerte de sus mejores amigos le deja a Amalia y Dylan una sorpresa poco agradable. Y es que, si convivir con alguien que...