XIX: ¿Bolos?

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XIX

Dylan estacionó el auto frente al local de los bolos. No dejó conducir a Amalia, ya que era lo único "caballeroso" que podía hacer en esa noche. Se bajaron ambos del auto, y subieron las escaleras que los llevaban a los carriles. En el mostrador pidieron un carril y un par de zapatos para cada uno.

-Había olvidado que me tengo que poner estos zapatos horrorosos-dice Amalia con una mueca en la cara, cuando la empleada le extiende unos tenis marrones todos descuidados.

-¿Pensabas jugar a los bolos en tacones?-pregunta Dylan, a la vez que se sienta en un sillón que se encontraba frente a ellos para colocarse sus zapatos.

-Los tacones se ven mejor-dice ella, sentándose junto a Dylan para quitarse sus zapatos.-¿De verdad me tengo que poner esto? ¿No tienen alguno otro con más estilo?-pregunta tratando de ver por detrás del mostrador si había algún otro tipo de zapato.

-Deja el espectáculo, Stone. Vas a jugar bolos, nadie va a estar pendiente de tu ropa. Dame acá esos tacones tuyos.

Dylan se agachó, tomó el tacón que Amalia se había quitado, se encargó de terminar de quitarle el que aún tenía puesto y luego los aseguró a su lado. La pelirroja se puso los tenis molesta y soltando uno que otro quejido mientras lo hacía, a lo que Dylan respondía poniendo sus ojos en blanco. Sabía que sería complicado estar con Amalia, pero le gustaba el reto. Se levantaron del sofá y caminaron hasta el carril que les habían dado. Dylan se acercó a el pequeño teclado que se usaba para anotar el nombre de los jugadores e introdujo los de ellos. Cuando Amalia miró la pantalla del televisor con el tablero de puntuación, vio que decía "Stone" y "Mr. Sexy".

-¿No vas a jugar?-pregunta Amalia con su ceja levantada.

-¿No ves mi nombre ahí?-pregunta él señalando la pantalla.

-No. No te veo, fíjate-dice de forma burlona.

-Deja de hacerte la que no te gusta, Stone. En la cama demuestras lo contrario.

Amalia frunció el ceño y apretó los puños. Odiaba que sacara esos temas en estos momentos. Su mente maquinó rápidamente alguna respuesta.

-¿Porqué mejor no dejas tu de hablar como si yo hubiera pedido algo, cuando ambos sabemos que tú fuiste el primero en caer y casi me ruegas que me acueste contigo?-cruza sus brazos.

Dylan dibuja una sonrisa de medio lado en su rostro y se acerca a ella.

-No hables mucho, que recuerdo como toda tu piel se puso de gallina con solo acercarme a tí-le guiñó un ojo.

-Mentiroso.

-Recuerdo eso muy bien, Stone. La diferencia entre tú y yo, es que yo acepto las cosas, y tú simplemente quieres seguir negando que esta conversación te está encendiendo más de lo que debería-Dylan le sonrió ampliamente, mientras las mejillas de la pelirroja tomaban el color inteso de su cabello.-¿Jugamos? Yo comienzo-extendió un poco más su sonrisa y se dio la vuelta para tomar una bola y hacer su primera jugada.

-Es un idiota-masculló Amalia, mientras se levantaba del sofá y arreglaba las arrugas de su traje.

Una vez Dylan hizo su jugada, Amalia se acercó y tomó una bola. Trató de imitar los pasos de Dylan, pero no le fue muy bien, por lo que la bola de bolos tomó rumbo hacia la cuneta.

Las carcajadas de Dylan resonaron por todo el lugar por encima de la música electrónica de fondo.

-Mierda-dice ella y se gira para enfrentar a Dylan.-¿De qué demonios te ríes?-le dice alterada.

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