XXIII: ¿Engaños?

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XXIII

Fueron a recoger frente a la salida del aereopuerto a Verónica, tal cual doncella. Como era de esperarse, hizo que Dylan se bajara del auto solo para abrirle la puerta. Amalia trataba de mantenerse a raya como había prometido, pero cada vez le costaba más. Si no se deshacían de ella pronto, explotaría.

Al rato, llegaron a un pequeño restaurante, pero uno muy fino y algo costoso. Hacían los mejores desayunos del área. Dylan traía a Camila en brazos, en lo que el mesero les traía una silla para bebés. Mientras, leían el menú. Poco tiempo después, pudieron asegurar a la niña y además pidieron su desayuno.

-¿Sigues trabajando de limpia platos?-pregunta Verónica, dando un sorbo a su veneo, es decir, café.

-Trabajo como chef principal-contesta Dylan mirándola de forma sonriente.

-Oh. ¿Y tú, querida?-se dirige a Amalia.

-Ella es de las editoras principales de la revista Refiné-dice rápidamente Dylan.

-¿La revista Refiné?-dice algo sorprendida. Luego se encoge de hombros y añade:-No me gusta mucho esa revista. Prefiero Fashion Hut.

Amalia cerró los puños con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. Al mismo tiempo que ella abría la boca para responder, sintió la mano de Dylan dándole un pequeño apretón en su rodilla por debajo de la mesa.

-Es muy buena revista-sonríe falsamente Amalia.-Tengo algunos colegas trabajando para ellos.

Verónica despegó la mirada de ella.

-Me imagino que si no te gusta la revista, entonces tendremos que regalar los boletos VIP para el "Refiné Fashion Week" de esta noche, ¿no?-cuestiona Dylan mirando a Amalia.

Ella sonríe, alegre de que haya seguido su consejo de no mostrar tanta cortesía con una persona como ella.

-Si. Un amigo quería asistir, se lo podría dar a él.

-Bueno, no es que la revista Refiné no me agrade...tienen mejores editoriales que los de Fashion Hut-menciona ella, en un intento por salvar la situación.

-Eso se debe al trabajo de Amalia-sonríe Dylan.

Verónica cambió su cara por completo y soltó un gruñido por lo bajo.

Dylan la había hecho quedar muy mal, y eso provocó que una sonrisa extensa parecida a la del Guasón se formara en su cara.

-Pero no hay problema. Puedes asistir como quiera. Va a estar genial, yo modelaré-guiñó un ojo.

-¿Tú?-preguntó asombrada la tía, dejando a un lado su taza de café.

-Así es. Mi jefe quedó asombrado con las fotografías de Dylan de mi editorial-contestó Amalia.

-Interesante...-susurró Verónica.

Se mantuvieron en un silencio incómodo para Verónica, pero muy satisfactorio para Amalia y especialmente para Dylan.

Luego de tomar su lujuso y costoso desayuno, salieron de camino a su casa. No era un secreto que Verónica estuvo todo el camino haciendo comentarios de cualquier cosa, incluso del camino hacia su hogar. Dijo que no le gustaba el color de la casa, y que si verdaderamente debía dormir en un sofá. Amalia y Dylan trataron de ignorar lo más posible todas sus palabras.

Pronto era la hora de ir arreglándose para salir a la actividad. Al Amalia ser la encargada debía llegar antes del cóctel de bienvenda. Ya tenía toda su ropa preparada, y era un conjunto impecable, debía admitir. Había ayudando a Dylan a elegir una camisa de botones muy en tendencia y se vería tan bien que los modelos querrían comérselo. Sonrió malevolamente con este pensamiento. Verónica estuvo todo el día arreglándose el cabello y las uñas para la noche.

Viviendo Bajo el Mismo Techo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora