El renacer del Señor Oscuro

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Principios de junio de 1992

Edward Avery casi había terminado de elaborar la poción que le devolvería el poder a lord Voldemort, tan sólo le faltaba añadir unos elementos que debían ir al final.

-Mi señor -le contó a Voldemort-. Ya casi está.

-Excelente -respondió el otro, con voz siseante-. Entonces... vete a Hogwarts a buscar a la hija de Snape y trámela aquí.

Avery tragó saliva. Temía ese momento. En sus muchos años en Hogwarts, el joven había descubierto algún que otro pasadizo que le permitiría entrar en el castillo desde Hogsmeade, pero sin embargo, lo que lo atormentaba era otra cosa: temía por Sophia Snape. Voldemort había dicho que no la mataría, pero aun así, era demasiado joven para ser mortífaga. No obstante, Avery no tenía otra opción. Ya que había llegado hasta ese punto, ahora no podía dar marcha atrás o Voldemort lo mataría.

De esta manera, el viernes siguiente, Avery se apareció en Hogsmeade, fue a la tienda de golosinas Honeydukes, dejó inconsciente al dependiente y accedió al sótano. Una vez allí, bajó por la trampilla, recorrió el pasadizo y fue a dar a Hogwarts. Tenía una capa de invisibilidad de efecto temporal que había comprado en una tienda de artículos de broma, para eso serviría. Bajó las escaleras, accedió a las mazmorras y esperó hasta que unas chicas pronunciaron la contraseña de la sala común de Slytherin. Él no entró en ese momento, lo haría de noche, pero eso le sirvió para saber cuál era la contraseña.

Se dirigió a la Sala de los Menesteres y esperó allí a que se hiciera de noche. Y cuando le pareció que era el momento adecuado, volvió a la sala común de Slytherin y se quitó la capa de invisibilidad.

-Hace mucho que no te veo, ¿eh? -dijo el retrato que custodiaba la sala.

-Colmillo de serpiente -respondió Avery, sin más explicaciones.

Y pudo entrar, ésa era la contraseña.

En la sala común había dos chicas estudiando para los exámenes finales.

-Petrificus totalus -dijo Avery, apuntando a una de ellas y provocándole que cayese al suelo.

A la otra la necesitaba para acceder a los dormitorios de las chicas y llevarse a Sophia. Cuando un chico intentaba ir al cuarto de las chicas, las escaleras desaparecían, formando una especie de tobogán para que el chico resbalase y no pudiese entrar.

-Imperio -pronunció Avery, apuntando a su compañera.

En ese momento, la chica se puso de pie, subió las escaleras y fue al dormitorio de Sophia. La niña ya estaba durmiendo, y la otra la zarandeó hasta despertarla.

-¿Qué pasa? -preguntó la pelirroja.

-Ven, Snape, ven. Es importante.

Sophia no se movió, y su compañera continuó zarandeándola.

-Es importante -añadió la otra-. Snape dijo que debías bajar a la sala común ahora mismo, es... es algo muy urgente.

Sophia se frotó los ojos, se puso la capa de Slytherin por encima del pijama y bajó a la sala común. Su compañera fue con ella. Ambas se encontraron con Avery, y éste les lanzó un desmaius a las dos. El joven tomó a Sophia en brazos y se puso la capa de invisibilidad de forma que los tapase a ambos. Abandonó el colegio por la puerta principal, y en cuanto pudo, se desapareció con Sophia.

Y se apareció en la Mansión Ryddle. Se quitó la capa de invisibilidad y anduvo por la casa, con Sophia en brazos, hasta llegar a la habitación en la que se encontraba Voldemort. Sophia seguía inconsciente.

Una Evans en SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora