Severus quiere retomar su amistad con Lily. Así pues, emplea una poción con ella para hacer que quiera oír sus disculpas. Pero la poción está adulterada, Severus no lo sabe, y sucede algo inesperado...
En esta historia, Lily no le hace ni caso a...
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Al comienzo de las vacaciones de Navidad, mamá tenía cosas que hacer y me llevó a jugar con Neville Longbottom. Bueno, en realidad, me llevó a que me cuidase la abuela de Neville, pero lo que hice fue jugar con mi amigo mientras su abuela nos vigilaba. Imagino que mamá tendría guardia nocturna en el trabajo, porque tuve que quedarme a dormir en casa de la abuela de Neville. Para mí mejor, porque así pude jugar con mi amigo durante más tiempo.
Cuando llegamos a casa de la señora Longbottom, mamá llamó a la puerta y enseguida nos abrieron, ya contaban con nosotras. Neville me abrazó tan fuerte que casi me hizo daño.
Y luego su abuela me dio un beso. Mamá ya no entró, dijo que tenía prisa, pero antes de irse, le dio a Neville su regalo de Navidad. Él enseguida lo abrió: era una baraja mágica.
-Gracias, Lily -dijo Neville.
Y su abuela añadió:
-No hacía falta, Lily, no sé para qué te has molestado...
Bueno, son esas frases que les da por decir a las personas mayores.
A continuación, la señora Longbottom entró un momento y volvió con un regalo para mí. Era un juego de gobstones.
-Para que juegues en Hogwarts con tus amigos -me dijo.
-Muchas gracias, abuela -contesté.
Obviamente, no es mi abuela, pero como Neville le llama así, yo me he acostumbrado a hacerlo también.
-No sé para qué se ha molestado, no hacía falta ninguna... -dijo mamá.
Otra vez esas frases que dicen los mayores.
Acto seguido, mamá se fue y yo entré en el salón con la señora Longbottom y con Neville. Es un salón decorado a la antigua, como toda la casa salvo la habitación de mi amigo.
-¿Qué tal en Hogwarts? -me preguntó la abuela de Neville.
-Bien -contesté-. Me gusta estar allí.
La verdad es que Hogwarts está bien, pero hay compañeros que me molestan bastante. Eso no lo dije porque hay cosas que prefiero guardarme para mí.
La señora Longbottom nos trajo unas golosinas. A mí no me gustaron nada, tenían un sabor muy rancio. Yo sólo probé una y tuve que ir a escupirla al baño porque no fui capaz de tragarla. Sin embargo, Neville comió unas cuántas, no entiendo cómo fue capaz.
La señora Longbottom se puso a tejer mientras Neville y yo íbamos preparando el juego de gobstones para estrenarlo echando una partida.
-¿Qué tal es Hogwarts? -me preguntó él-. Debe de ser genial...
Neville empezará en Hogwarts el curso que viene, soy un año mayor que él. Ya le escribí cartas desde el colegio contándole en qué casa estaba y cómo era todo, pero al verme en persona, quiso preguntármelo de nuevo.