Tú eres especial

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Era sábado, y tal y como habían acordado, Severus se reunió con Lily en el Caldero Chorreante. El profesor creyó que la pelirroja habría elegido ese sitio para luego entrar en el Callejón Diagon, pero sin pararse a tomar nada allí. Sin embargo, ella propuso tomar una cerveza de mantequilla en el bar. Y Severus se alegró mucho de saber que por fin accedía a tomar algo delante de él. Lily vigiló todo el tiempo la bebida, pero aun así, era un paso en la buena dirección, era que confiaba algo más en él.

-¿Qué tal ha estado Sophia esta semana? -preguntó Lily.

Estaban sentados en una mesa cercana a la que habían ocupado hacía aproximadamente doce años, aquel día en el que Severus se había peleado con Lucius. El profesor esperaba que su encuentro con Lily esta vez fuese opuesto al de aquella ocasión.

-Un compañero la molestó -respondió él.

Le contó que Sophia había usado una maldición y que había tenido que castigarla, pero no que se trataba del hechizo sectumsempra. Tampoco mencionó nada del libro, no fuera a ser que Lily se enfadase con él. La pelirroja se entristeció al escuchar lo que había hecho su hija, pero Severus optó por contárselo, él no era de los que suavizan las cosas.

-¿Qué tal en tu trabajo, Lily? -preguntó él, cuando terminaron de hablar de Sophia -. Tengo entendido que eres auror.

-Sí. Tengo mucho trabajo, pero últimamente apenas hay situaciones que representen un gran peligro. Así que no me puedo quejar.

Estuvieron hablando mientras bebían sendas cervezas de mantequilla y al cabo de un rato abandonaron el local.

-Si no tienes prisa, podríamos dar un paseo -propuso Severus.

-No tengo prisa, me parece bien.

El Callejón Diagon estaba atiborrado de gente y por lo tanto era incómodo pasear por allí.

-Sé de un sitio que te gustará -dijo Severus.

-Vamos, entonces -contestó Lily.

Y se agarraron del brazo para desaparecerse. El lugar que Severus había pensado era la playa en la que había destruido horrocruxes junto a Narcisa. Siempre había deseado llevar allí a Lily, y ahora por fin tenía la oportunidad de hacerlo.

-¡Qué sitio tan bonito, Severus! -exclamó Lily-. Tenías razón: me encanta.

En el rostro del mago se dibujó una media sonrisa. Le habría gustado besar a su amiga, pero temió que a ella le pareciese mal, así que no lo hizo.

Pasearon por la arena, a lo largo de la playa, experimentando una sensación de paz y tranquilidad. Severus recordó que hacía más de una década, tras haberle suministrado el filtro del deseo a Lily por error, desesperado, había pensado en suicidarse. Y ahora, al estar allí con ella en ese precioso lugar, agradeció no haberlo hecho. Le habría gustado tomarla de la mano, pero le pasaba lo mismo que con el beso, y por lo tanto, tampoco se decidió a hacerlo.

Al cabo de un rato, Severus y Lily fueron a sentarse en unas rocas.

Al cabo de un rato, Severus y Lily fueron a sentarse en unas rocas

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Una Evans en SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora