Un regalo envenenado

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Sophia se encontraba en su sala común haciendo los deberes, pero algunos de sus compañeros armaban tanto jaleo que decidió ir a la biblioteca a trabajar en silencio. Muchos habían tomado la misma decisión que ella, pues había pocos sitios libres. La muchacha dio una vuelta hasta que de repente, se paró en seco al oír que alguien pronunciaba su apellido. Alguien hablaba o de ella o de su padre, así que se escondió tras una estantería y escuchó.

-No, Snape no iba con él -decía un niño.

Sophia miró un momento, antes de volver a esconderse tras el mueble, y vio que el que hablaba era Harry Potter. Estaba junto a Ron y Hermione, unos compañeros de Gryffindor.

-Cuéntanos otra vez lo que pasó la noche antes del partido -susurró Hermione.

Harry miró a sus amigos y explicó:

-Salí a entrenar con la escoba antes de irme a la cama porque tenía miedo de hacer el ridículo. Cuando terminé, vi que alguien salía del Bosque Prohibido: era Quirrell. Hablaba... no sé... al principio me dio la sensación de que hablaba solo, pero luego oí como... otra voz. Como si alguien le contestase, pero no había nadie más.

-Podría ser alguien con una capa invisible -sugirió Ron.

-Sí, podría ser -otorgó Hermione-. Aunque son muy escasas. ¿Y qué decían, Harry?

El muchacho volvió a mirar a sus amigos y contestó:

-Quirrell decía...: "esto le dará fuerzas". Y la otra voz... algo como...: "tienes que seguir haciéndolo". Y... también le decía que acabase cuanto antes un trabajo. Algo que le había mandado hacer.

Los niños se miraron preguntándose de qué trabajo se trataría y de quién sería aquella segunda voz.

-¿Y Quirrell te vio? -preguntó Hermione.

-Sí... me quitó puntos para Gryffindor.

Hermione resopló.

-Has hecho mal yendo a entrenar a deshora, Harry -dijo-. Así nunca ganaremos la copa de las casas.

Ron negó con la cabeza mirando a Harry, como quitándoles importancia a las palabras de su amiga.

-Y en cuanto a Snape... -dijo el pelirrojo, para cambiar de tema-. ¿Creéis que su hija lo sabía? ¿y que lo tratará de apoyar?

-No lo creo, ella parece buena -opinó Harry.

-Aun así -dijo Hermione-, hay que andarse con ojo.

Sophia no entendía de qué hablaban. ¿Qué pasaba con su padre y con ella? ¿Saber qué? ¿Apoyar a su padre en qué?

Harry, Ron y Hermione se callaron por orden de esta última, que quería seguir haciendo los deberes. Y Sophia intentó averiguar algo más. Salió de su escondite y se sentó en un sitio libre que había enfrente de Harry.

-Hola, Snape -dijo él.

-Hola, Potter.

Los tres de Gryffindor se miraron, y Hermione dijo:

-Snape... perdona, es que ese sitio está ocupado.

-Sí, por mí -contestó Sophia.

Hermione no tenía derecho a echarla de allí. ¿Qué tenía aquel trío contra ella?

-No... es que... -balbuceó Hermione-. Está reservado. Va a venir... otro amigo nuestro.

-No se permite reservar sitios en la biblioteca -contestó Sophia-. Mi papá me ha explicado las normas. Pero... tranquila, me voy. No me gusta estar donde son desagradables conmigo.

Una Evans en SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora