Severus se hallaba en un descampado libre de vegetación. Consigo, únicamente llevaba su varita y el diario de Tom Ryddle. Tras haber comprobado que el lugar estaba completamente desierto, hizo los encantamientos:
-Protego totalum, salvio hexia, repello muggletum, muffliato -así nadie podría verlo ni oírlo.
Dejó el diario abierto en el suelo, apuntó con la varita y provocó un fuego maligno.
El joven dio unos pasos hacia atrás cuando vio surgir una grotesca cara del diario. No era un ser humano de verdad lo que surgía, sino solamente una silueta.
-No me destruyas -pidió esa cara, con una voz que parecía proceder del inframundo-. Puedo conseguírtelo todo. Puedo hacer que obtengas el amor de la mujer a la que amas.
-Mientes -respondió Severus, firmemente.
Sabía lo suficiente sobre Artes Oscuras como para no fiarse de las ofertas de un objeto como aquel. Era consciente de que sólo intentaba embaucarlo. Así pues, Severus continuó apuntando al objeto hasta que aquella grotesca cara desapareció y el diario terminó hecho cenizas. Y entonces, pronunció un conjuro para poner fin al fuego maligno.
Severus volvió a casa y le escribió a Slughorn una carta que decía lo siguiente:
Profesor Slughorn:
Uno destruido. Ya estamos más cerca.
Saludos,
Severus Snape.
* * *
Severus llevaba un mes trabajando de dependiente en la botica Slug&Jigger. Al principio, cada vez que entraba alguien en la tienda, él, en el fondo, guardaba la esperanza de que fuera Lily. Pero eso no sucedía. El joven pensaba en ella todas las noches; y en la botica, cuando no estaba ocupado, seguía redactando cartas para enviarle. Sin embargo, ninguna le parecía que llevase las frases necesarias para ganarse su perdón, y por eso postergaba el momento de enviarlas, deseando que se le ocurriese otra mejor.
Un buen día, entró en la botica una joven que Severus conocía. Pero no era Lily, sino Narcisa Black. De hecho, el estilo de Narcisa era muy diferente al de Lily. La novia de Lucius era presumida; no sencilla ni natural como la pelirroja. En este caso, Narcisa olía excesivamente a perfume; se lo había aplicado en cantidades exageradas.
-Buenas tardes, Severus -dijo ella.
-Hola, Narcisa -respondió él, seriamente.
La chica echó un rápido vistazo a las estanterías llenas de pociones, y acto seguido se acercó al mostrador. Al mismo tiempo que ella sacaba algo del bolso, Severus empuñó la varita.
-He destruido el diario -declaró él-. Te manda Lucius, ¿verdad? Pude con él y con el Señor Tenebroso, así que será mejor que te vayas.
-¡Baja eso! -pidió Narcisa, con cierto desdén-. No vengo por el diario, a mí eso no me importa ni lo más mínimo. Y tampoco quiero atacarte.
Lo que había sacado del bolso era un sobre de color blanco.
-Voy a casarme con Lucius -anunció ella.
Severus frunció el ceño.
-Ah. ¿Y quieres que te dé la enhorabuena? -comentó, con una maliciosa sonrisa-. Pues mira, en lugar de eso, te daré un consejo: huye ahora que aún estás a tiempo. Huye sin mirar atrás. Lucius no es...
Narcisa hizo una mueca de desagrado.
-Toma, tu invitación -lo interrumpió, entregándole el sobre-. Lucius quiere que seas el padrino.
Severus apretó los labios y luego contestó:
-Él hizo que me odie la mujer a la que amo. Así que... invitarme a una ceremonia que ni siquiera me interesa no comprará mi perdón. Que se busque otro padrino.
-Severus -repuso Narcisa-. Lucius ya había pensado en eso. Y me ha dicho que puedes llevar a Lily a la boda como acompañante.
El joven se quedó callado. Seguramente, Lily no querría acompañarlo. Y además, la mayor parte de los invitados serían mortífagos, deseosos de vengarse de él por haber acabado con Voldemort.
-No creo que sea muy bien recibido por vuestros invitados -observó al cabo, en voz alta.
Narcisa comprendió.
-Han atrapado a la mayoría de los mortífagos -dijo-. Otros han huido...
-Y otros donan dinero para ser absueltos -comentó Severus.
Narcisa supo que se refería a Lucius. Miró a ambos lados, y la tranquilizó saber que no había nadie más en la tienda.
-Pero eso no calmará su sed de venganza -añadió Severus-. No voy a arriesgar mi vida para ir a la boda de alguien que me ha traicionado. Y tú deberías tener en cuenta que si me ha traicionado a mí, hará lo mismo con cualquiera.
-Bueno -respondió la chica, que a pesar de entender que la advertía a ella, no hizo ningún comentario al respecto-. Es decisión tuya. Se lo diré a Lucius. Si cambias de opinión...
-No voy a cambiar de opinión -declaró firmemente Severus-. Y dile también que si no se atreve a venir él personalmente, es un cobarde. Pero no me malinterpretes, no es que tenga ganas de verlo.
-Él creía que lo acribillarías a maldiciones -explicó Narcisa.
Severus no contestó.
-Yo ya me voy -dijo la chica, finalmente-. Hasta otra ocasión, ya nos veremos.
-Adiós, Narcisa.
Esa noche, después de cerrar la tienda, Severus se dirigió a casa de Lily. No iba a comentarle nada sobre la boda de Lucius, pero había decidido que en vez de enviarle una carta, sería mejor hablar con ella en persona. La carta podría tirarla, así que sería mejor verla.
Sin embargo, cuando llegó, Severus vio que la casa parecía deshabitada, con las persianas bajadas. Llamó a la puerta y nadie abrió. Y el joven sintió una sensación fría por dentro, como si le hubiesen lanzado agua helada. Lily se había mudado y él no sabía si la volvería a ver.
Nota: sí que la volverá a ver, pero de momento no revelaré en qué circunstancias.
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Una Evans en Slytherin
FanficSeverus quiere retomar su amistad con Lily. Así pues, emplea una poción con ella para hacer que quiera oír sus disculpas. Pero la poción está adulterada, Severus no lo sabe, y sucede algo inesperado... En esta historia, Lily no le hace ni caso a...