Severus Snape recorrió a toda prisa el pasillo del séptimo piso. Como tantas otras veces, huía del molesto profesor Lockhart.
-Severus, ¿para cuándo la sesión de fotos? -solía decirle este-. Sé de una tienda en donde te renovarán ese vestuario...
El profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras incluso le había dado unos catálogos de esa tienda de Hogsmeade, que por supuesto, acabaron hechos cenizas en la chimenea del despacho de Severus.
Esta vez, el profesor de Pociones se escondió en la Sala de los Menesteres. Allí, aquel pesado no lo encontraría.
Ya hacía tiempo que Severus no había ido a ese lugar. Dio una vuelta tranquilamente por la sala y echó un vistazo a la multitud de estanterías plagadas de objetos.
-¡Severus! -oyó que llamaba Lockhart desde fuera-. ¡¿Dónde estás?! Qué escurridizo eres, así nunca organizaremos esa sesión de fotos...
-Eso espero, patán -murmuró Severus.
Continuó paseándose relajadamente por la sala hasta que vio un destello. Miró hacia la dirección de donde provenía y vio una diadema plateada. Se acercó, la tomó entre las manos y leyó un lema que llevaba grabado: "Una inteligencia sin límites es el mayor tesoro de los hombres". Una media sonrisa se dibujó en el rostro del hombre: era la diadema de Ravenclaw.
Cuando le pareció que Lockhart ya se habría marchado, Severus escondió la diadema en uno de los bolsillos de la túnica y se dirigió al despacho de Dumbledore.
-¡Ah, hola, Severus! -saludó el director-. Qué simpático es Gilderoy, ¿verdad?
El profesor de Pociones puso la misma cara que si se hubiese tragado una grajea con sabor a vómito. Sin decir una palabra, sacó la diadema del bolsillo y la dejó sobre el escritorio.
-¡Ah, excelente! -exclamó Dumbledore-. ¡Muy bien!
Y se levantó para ir a buscar la espada de Gryffindor.
-¿Quiere que lo haga yo? -preguntó Severus.
Dumbledore negó con la cabeza. Colocó la diadema en el suelo y le propinó un golpe limpio con la espada. Una figura fantasmagórica surgió del objeto, pero el director, con contundencia, le asestó otro golpe de espada y la figura enseguida desapareció. La diadema quedó deshecha.
-¿Y ahora? -preguntó Severus.
-No creo que Voldemort haya hecho más horrocruxes. Pero queda la parte de su alma que se hallaba en su cuerpo. No sabemos dónde está. Habría que encontrarlo y terminar con él. Si no, seguirá haciendo más horrocruxes y cada vez será más difícil derrotarlo.
Severus asintió con una seca cabezada.
-¿Alguna idea de dónde puede estar? -inquirió.
-No. Pero déjamelo a mí.
No tardarían mucho en encontrar una pista.
A Sophia no le gustaban las clases con Lockhart. Severus le había comprado los libros que había mandado el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, y luego había ido a hablar con él para decirle que no servían como libros de texto. Sin embargo, Lockhart no le había hecho ningún caso.
Durante las clases, Lockhart contaba y representaba sus hazañas, pero no enseñaba ningún hechizo defensivo que les pudiera resultar útil a los niños.
En una de sus clases, a finales de enero, el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras dijo:
-Me complace anunciaros que el próximo catorce de febrero, día de San Valentín, tendrá lugar un baile en el Gran Comedor. Espero que asistáis todos.
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Una Evans en Slytherin
Fiksi PenggemarSeverus quiere retomar su amistad con Lily. Así pues, emplea una poción con ella para hacer que quiera oír sus disculpas. Pero la poción está adulterada, Severus no lo sabe, y sucede algo inesperado... En esta historia, Lily no le hace ni caso a...