Parte 3

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Drac comenzó a avanzar silenciosamente hacia los cadáveres, la mirada que poseía era una muy decidida, al punto sacrificarlo todo por devorarlos y recuperar sus fuerzas.

Él sabía que si fallaba, no volvería a tener otra oportunidad como esta, y si lo descubrieran sus posibilidades de escapar eran casi nulas.

Pero tampoco estaba la opción de retroceder. Pensando en sus hermanos y hermanas, contuvo el temor que surgía dentro de él y siguió avanzando, siempre atento de no ser descubierto.

Los Targarath y los monos no se habían percatado de la presencia de Drac en lo más mínimo, esto se debe a que no podían darse el lujo de distraerse.

Ambos bandos se atacaban continuamente, y a pesar de que los Targarath eran más débiles individualmente, esto no era el caso cuando trabajaban juntos.

Pero aun así, muchos de ellos habían muerto. Y tan solo quedaban cuatro Targaraths. Uno de ellos se encontraba herido de gravedad y los otros tres tenían heridas no mucho mejor que el primero.

A pesar de que la mitad de ellos habían muerto, pudieron asesinar a nueve de sus enemigos. Esto sin duda era impresionante y digno de admiración.

Pero a pesar de ello, los monos seguían superándolos en número.

En el principio de la batalla, los ocho Targaraths más pequeños se habían enfrentado a diecisiete monos, estos los superaban en fuerza individual como en número. Pero no podían hacerlo en velocidad y en coordinación.

Los monos fueron sumamente arrogantes y pensaron que con tales ventajas su victoria estaba más que asegurada. Por ello, habían atacado de manera ciega y el resultado de tal decisión fue la situación actual.

Aunque ambos perdieron la mitad de sus miembros, si se viera de manera general. Los que resultaron superiores sin duda fueron los Targaraths, pero esto no duro demasiado.

El precio que pagaron no fue uno pequeño, y aunque la mitad de ellos sobrevivieron, sus estados actuales eran muy precarios a comparación de sus enemigos.

A pesar de perder muchos de sus compañeros, los monos siguieron atacando de manera feroz, sin el más mínimo signo de detenerse.

En un momento, un poderoso rugido surgió, era tan fuerte que parecía sacudir todo el valle.

Tan pronto apareció, los monos detuvieron sus ataques y también comenzaron a rugir. Su piel, junto a sus ojos, comenzaron a teñirse de rojo, y la locura podía verse surgir del interior de sus cuerpos mientras se sacudían salvajemente.

Los Targaraths se sorprendieron por este repentino suceso. Y solo pudieron mirar perdidamente.

Pero uno de ellos rápidamente recupero sus sentidos, viendo como los monos se detuvieron abruptamente y dejaron de atacar, no pudo evitar pensar que esta era una buena oportunidad para atacar.

Teniendo esto en mente, ignoro por unos instantes las heridas que cubrían su cuerpo y se movió a toda velocidad, su objetivo era a uno de los monos que se encontraba más cerca de él. La niebla negra de su cuerpo comenzó a moldearse en formas de unas garras afiladas y con un ataque de ellas, las dirigió directamente a la garganta del mono.

*Explosión*

Drac en todo el momento que se acercaba hacia los cuerpos de los caídos, no había apartado su mirada en lo más mínimo de la batalla. De igual manera escucho el poderoso rugido y con ello el extraño comportamiento de esos monos.

Por sobre todo la decisión de aquel Targarath de aprovechar tal oportunidad y realizar un ataque. Había pensado interiormente que realizo lo correcto, y si estuviera en su lugar también hubiera pensado y hecho en lo mismo.

La dominación de los LordsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora