Parte 2

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El cuerpo del Atragles no tenía mucho tiempo de haber estado muerto. Según su estado, no había pasado más de unas cinco horas.

Por lo tanto, desde el momento en que lo trajeron era importante empezar a dar uso de su cuerpo y extraer no solo la carne, sino también todos los materiales que podía brindar.

A excepción de los materiales los cuales podían tomarse su tiempo de extraer, la carne era de suma importancia y debía ser tratada primero antes de que se echara a perder.

Pero aunque eso sucediera, aun no dudarían en comerla. Con tal de tener algo dentro del estómago y no morir de hambre, todos estaban más que dispuesto a hacerlo.

Esto ya era una ocurrencia común entre todos.

En este paramo desolado y desértico, donde aquel que muere es devorado hasta los huesos. Encontrar un cadáver era algo considerado más que suerte, siendo algo digno de alegría y festejo. Casi visto como un logro en la vida para los barbaros. Claro, si es que podían vivir para contarlo.

Ya que cada cadáver siempre atraía a otros muchos depredadores, que al igual que todos, tenían el deseo de alimentarse y sustentar sus vidas. Aunque esto signifique ponerla en riesgo ante otros.

Temer a la muerte no tenía sentido, tarde o temprano uno morirá a garras de otro, o simplemente terminara padeciendo ante la falta de comida o agua. Inclusive ante la fría noche.

¿Entonces que había de temer? La ley era la misma para todos. O luchas para vivir, o mueres en el intento. Lo que también paso a ser un lema para los barbaros.

Por lo que sin dudar, cada uno de los individuos alrededor del cuerpo del Atragles comenzó a sacar sus cuchillos de hueso y comenzaron a desmembrar a este.

Como el caparazón ocupaba casi todo el cuerpo, lo primer en hacer siempre fue cortar las extremidades del Atragles y así tener una mejor visualización de su tórax.

De esta manera les facilitaba mucho más la apertura del caparazón cortando entre los huecos dejados por las extremidades ya despojadas.

Viendo como sus compañeros habían comenzado, Kon y Jue no se limitaron y también comenzaron a ayudar.

Poco a poco el cuerpo del Atragles fue despedazado y separado en numerosos materiales y demás. Por sobre todo su carne.

En el tiempo que tardaron en hacerlo, un total de 23 hembras acompañadas algunos niños habían llegado hasta el grupo y comenzaron a transportar toda la carne conseguida en iguales proporciones hasta sus chozas.

Las miradas de estas brillaban igualmente de felicidad, y no hacía falta mencionar a los niños. Los cuales no podían evitar tragar saliva ante la vista de tan abundante comida. Sobre todo porque el cuerpo de todos, sin falta, no eran más que bolsas de huesos.

Ante tal nivel de desnutrición. Ver que aún se mantenían vivos y con fuerza para moverse, y por sobre todo los niños. Era algo increíble, pero triste de ver.

Este pequeño "pueblo de barbaros" consistía en ocho familias y un total de 56 individuos. El cual no paraba de disminuir con el tiempo.

Hasta hace poco eran 60, pero cuatro hombres adultos habían muerto hace no más de cinco días atrás durante una cacería en la cual apenas habían triunfado.

Dos de estos hombres tenían su pareja e inclusive hijos, y a pesar de que sus mujeres quedaron viudas. Esto no les afecto demasiado. Ya que era lo normal para todos ellos.

Ante tal situación, las mujeres tenían dos opciones. Una era formar parte del grupo de cazadores o exploradores para salir y buscar comida y agua. O el otro era quedarse atrás y cuidar de los niños del pueblo. Lo mismo sucedía con los hombres.

La dominación de los LordsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora