𝙻𝚊 𝚌𝚑𝚒𝚌𝚊 𝚝𝚘𝚗𝚝𝚊 𝚢 𝚎𝚕 𝚛𝚎𝚋𝚎𝚕𝚍𝚎

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Tal vez no fue buena idea...O tan sólo mi suerte era tan mala desde que nací, pero algo es correcto y es el hecho que me encontraba observando la pelea entre las dos bandas más feroces de la preparatoria Shikon.

¿Por qué tuve que quedarme dormida?

5 Horas atrás.

-Kagome. —Mi mejor amiga dejo su cuaderno en su mesa y me observo. — Necesitas prestar atención.

-No puedo, mi cerebro es muy pequeñito. —Hice un puchero con mis labios y recargue mu frente en la mesa. —Necesito mucha paciencia y amor.

Suspiro y negó con la cabeza; Sango es mi mejor amiga, quien considero mi hermana y alguien confiable, nunca me juzga y siempre mantiene una sonrisa en sus labios. Es alta—mucho más que yo— con su cuerpo trabajado por las horas dedicadas a correr, cabello largo café, ojos del mismo color y piel bronceada. Ella es tan linda que no entiendo por qué sigue estando a mi lado. A comparación de mi mejor amiga, mi cabello no es tan lindo o largo, incluso el color es aburrido, el azabache no es tan lindo como el castaño. Mi estatura es muy baja y mi cuerpo no es tan especial, aunque adoro mis cachetes. Sip, a comparación de Sango, soy tan normal como un pez.

-Mañana es el examen de Literatura. —Agarro de nuevo su cuaderno. —Necesitamos una nota alta.

Asentí con la cabeza, realmente necesitamos un milagro para pasar la materia. Prometí prestar más atención y no distraerme por la mosca que pasaba por mi lugar, sin embargo ¡La tonta mosca no me deja de molestar!

Repasamos los temas que nos indicó el profesor y nos preguntamos para estar seguras, pero yo necesitaba más tiempo para aprenderme todo.

-¿No quieres ir a mi casa para estudiar?— Sango agarro su mochila y la coloco en su espalda. —Puedes hacerlo mientras que termino mis clases de piano.

Negué con la cabeza, no quiero ser un estorbo.

-Está bien, sólo me quedare hasta que el conserje me corra de aquí. —Sonreí y señale al anciano que pasaba con una escoba.

-Pero. —La castaña miro a su alrededor. La mayoría ya estaba recogiendo sus cosas para irse. —Sabes que debes irte antes de las tres, ¿cierto?

Asentí varias veces y alce mi pulgar. No soy taaan idiota para olvidar algo así.

-Me iré antes de las tres. — Abrí mi libro y sonreí. — Tengo todo controlado.

En el presente.

¿Controlado? ¿Por qué debo ser tan tonta?

Me quede dormida diez minutos después de que se fuera mi amiga y el anciano no me despertó como pensé. Ahora me encontraba en medio de una guerra y no entendía como conejos (Sí, conejos para no decir malas palabras) me quede en un hueco para no ser descubierta por esos monstruos.

Shikon se distingue por una cosa: Es la cantidad de rufianes que estudian aquí. Hay dos bandos que controlan la escuela y constantemente pelean a las tres para decidir quién es el ganador del día. No entiendo por qué pero corro antes de que marquen las tres o...Eso hacia hasta esta tarde.

Quise correr antes de ser atrapada, pero antes de salir de la escuela, escuche sus gritos y corrí hasta un hueco en medio de los edificios y me escondí. Puedo ver todo, incluso a los jefes que caminaban como si fueran reyes. Ugh.

-¡Taisho!—El moreno aplaudió. — Pensé que hoy no vendrías.

-No soy un cobarde, Bankotsu. —El peli plateado peino su cabello hacia atrás. — Como tú la semana pasada.

El chico contrario se mordió el labio inferior y negó con la cabeza. — Estaba lastimado de la última vez.

-Yo también. —Sonrió. —Pero aquí estoy.

¡Ohhh! Eso dolió, sip, dolió mucho.

El tal Bankotsu empezó a gritar y decir cosas que no entendía, pero temí por mi seguridad. Lo mejor era salirme de aquí y correr hasta la salida, no me notarían por el desorden que traen entre ellos.

Trague saliva, con cuidado lance primero mi mochila y después gateando salí de mi escondite, me levante y sacudí la tierra de mi falda verde y mire a mi alrededor. Los hombres seguían gritándose, mientras que sus hmmm ¿acompañantes? Alzaban los brazos emocionados.

-¡Ven a golpearme, idiota!—Bankotsu señalo a Taisho. — Te demostrare porque soy el jefe de los siete guerreros.

-Si así lo deseas. — El chico bostezo y camino con pereza hasta el enemigo.

Mi señal para correr. Agarre mi mochila y me aferre a ella, no debía dudar.

Uno...Dos...

-¿Eh? ¿Quién eres?

-¡Conejo!—Alce mis brazos, dejando caer mi mochila. Pude sentir el calor en mis mejillas y mis piernas temblar.

¿Por qué soy así? Mi mamá debió tirarme de pequeña.

promise of the windDonde viven las historias. Descúbrelo ahora