¿𝚙𝚘𝚛 𝚚𝚞é 𝚝𝚎 𝚜𝚒𝚐𝚘 𝚎𝚗𝚌𝚘𝚗𝚝𝚛𝚊𝚗𝚍𝚘?

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Miroku me dejo en mi casa. Es simpático y muy gracioso, pero de ninguna manera volvería a hablar con él. Quiero alejarme de ellos y nunca estar en una situación igual, aprecio mi vida. En cuanto llegue a mi habitación, llame a Sango y llorando le conté mi encuentro con el jefe de los perros, estuve taaan cerca de Taisho.

-¡Te dije que no te quedaras tan tarde!—Fue lo primero que dijo después de acabar mi relato.

-No me regañes. —Resople y acomode un mechón de mi cabello atrás de mi oreja. — No lo hice a propósito.

Escuche a Sango tratando de esconder su enojo, puede ser que tenga razón pero realmente no lo hice porque quería, simplemente soy demasiado tonta. Mi mejor amiga suspiro, ya se encontraba tranquila y con más paciencia.

-¿En serio dijiste conejo?— Escuche su risa. Rodé los ojos. — Deben estar pensando que estás loca.

-También dije pepino. —Oh, podía sentir mi rostro caliente, ¿por qué debí gritar eso?

-¿Por qué no sólo dices mi...?

-¡Cállate!— Le interrumpí antes de que dijera esa palabra.

Sango comenzó a reír. Le colgué y me acosté, mañana será un día aburrido y lleno de las burlas de la castaña.

Sip, mi día será como siempre.

Claaaro, sé que soy buena amiga pero ¿es necesario que vaya también por el almuerzo de Sango? El comedor es como un campo de batalla y

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Claaaro, sé que soy buena amiga pero ¿es necesario que vaya también por el almuerzo de Sango? El comedor es como un campo de batalla y...Dan miedo los estudiantes hambrientos.

Camine con cautela hasta el lugar donde te entregan la comida y trate de apartar los cuerpos que no me dejan pedir mis alimentos.

-¡D-Disculpe!— Alce mis dos brazos y di saltos para que la señora me hiciera caso. — ¡Señora!

Aggh, odiaba en este momento a Sango. Deje de saltar, con mis fuerzas empuje a las personas que no me dejaban avanzar hasta llegar a la primera fila, donde si me podían escuchar. Levante mi mano y una señora se acercó para escuchar mi pedido.

-Hola, por favor me puede dar dos...

-¡Bonita!—Un chico me interrumpió y me aparto. — ¿Me podrías dar dos de tus sabrosos almuerzos? Por favor.

Voltee a mi costado y fruncí el ceño. Taisho sonreía con sus prefectos dientes a la vista.

-¿Eh?— El chico al fin se dignó a verme. — ¿Conejo?

-¿Conejo?— Incline mi cabeza confundida por sus palabras.

-Conejo. —Asintió con su cabeza. — ¿Acaso el destino nos odia?

No entendía pio de su plática pero aproveche para agarrar los dos almuerzos que la señora trataba de darle a Inuyasha, avente el billete y salí corriendo.

Debo huir antes de que el jefe de los perros se diera cuenta de lo que sucedía y decidiera atraparme o...Me dejaría porque la comida no vale la pena.

-¡Alto, conejo ladrón!—Escuche su grito detrás de mí. Acelere. — ¡Devuelve mi comida!

-¡No!—Di vuelta en una esquina. — ¡Conejo!

Tropecé y caí al suelo, como consecuencia los almuerzos aterrizaron lejos de mí e Inuyasha pudo agarrarlos.

-¿Por qué gritas conejo?—Negó con una sonrisa en sus labios. —No tiene sentido.

-Es para no decir. —Mordí mi labio inferior. Me levante y lo mire nerviosa. —Para no decir....M-Mi...erda.

-¿Qué?

-Mi...Mi...er...da.

-¿Eh?

-¡Mi!—Baje la cabeza y suspire. —Olvídalo.

-¡Mierda!

Di un brinco por el repentino grito de Taisho, levante mi cabeza y lo mire, él sonría.

-No es tan malo, conejito.

¡Ahhh! Lo odio.

promise of the windDonde viven las historias. Descúbrelo ahora