¡𝚈𝚊!

993 128 31
                                    

-¡Ya!—Camine más de prisa. Di la vuelta en dirección a mi salón. —Lo digo en serio.

Inuyasha alzo los hombros y siguió caminando detrás de mi, por supuesto sus chicos lo seguían, lo cual me molestaba demasiado y quería llorar de frustración. Cuando acepte salir con Inuyasha, nunca pensé que esto sucedería, ni en mis sueños más locos pensé que una chica me atacara y que Taisho fuera tan chillón para eso y me protegerá todo el tiempo. Parecía un perro.

-Conejita, debemos estar muy atentos. —Camino hasta quedar frente a mí. —Esa chica puede aparecer de nuevo.

Rodee los ojos. Cuando trataron de atrapar a la chica, perdieron su rastro en seguida y las personas no vieron lo que sucedió, por lo cual nadie conocía a la persona culpable, lo cual molestaba demasiado a Inuyasha e hiciera su berrinche. Bankotsu se ofreció a ayudar a buscarla, aunque termino en una pelea entre los dos jefes.

-Inuyasha. —Mire a mi alrededor. —Vete a tu salón.

El chico de negó, incluso buscaba al profesor para pedir permiso de entrar a la clase y estar cerca, no quería que la chica viniera de repente y me atacar durante la clase. Lo cual es ridículo, nadie se iba atrever hacerlo, menos cuando la mayoría se ha dado cuenta que Taisho me ha estado cuidado últimamente. Sería suicidio.

Le explique que estaría bien y podía venir por mí al final, incluso lo soborne con besos en su mejilla, haciendo que el chico se rindiera, aceptando mi propuesta. El maestro agradeció que interviniera antes que Inuyasha entrara.

Sango ya me esperaba, me sonrió retirando su mochila de la banca de alado, me senté y baje mi mochila a mis pies, alce mi pulgar hacia a mi amiga, agradeciéndole por apartar mi lugar. El profesor comenzó la clase.

-Lo digo en serio. —La castaña guardo su cuaderno en su mochila, agarro su estuche rosa y busco dinero. —Es mejor enviar a Koga por el almuerzo.

Negué con la cabeza divertida, incluso sabiendo que el chico iría sin quejarse, me divertía el hecho que Sango siempre lo mandara porque le da flojera formarse. Guardo lo último en su mochila, coloco su brazo en mis hombros y caminamos a la puerta, donde ya nos esperaba nuestra amigo moreno.

-Hola, bonitas. —Extendió la mano, esperando por el dinero que la castaña le daría para comprar. —Es hora de la masacre en la cafetería.

-Ve con cuidado, soldado. —Dije y los tres hicimos el saludo militar. —La patria está orgullosa de usted.

En ese momento Inuyasha llegaba con Miroku, los dos sonrieron. Taisho se posiciono a mi lado y dejo un beso en mi nariz, mientras que su amigo trato de abrazar a Sango y ella sólo diera un paso atrás y golpeándolo por su movimiento.

Koga sonrió, pregunto por cual comida queríamos y se fue para agarrar un buen lugar en la fila.

-Me cae bien el muchacho. —Inuyasha entrelazo nuestras manos.

-Es el mejor. —Sonreí.

El peli plateado abrió la boca para reclamar pero fue interrumpido cuando un globo lleno de agua fue arrojado a mis pies y mojo parte de mi cuerpo. Inuyasha de inmediato miro directamente a la chica de piel clara que se encontraba frente a nosotros.

-¡Conejo del demonio!—Solté la mano de Inuyasha y señale a la chica. —Vete al pepino. Estoy harta, conejos del demonio...Hijos del mal...Esto me pasa por conejo...Vete al mono.

Camine enojada a la cafetería, la gente me miraba porque sólo susurraba animales mientras que inflama mis mejillas y trataba de aventar a las personas, aunque ellas se apartaban solas.

-Conejo del mal. —Di una patada a la pared, incluso unos alumnos abrieron aún más los ojos y caminaron más de prisa para alejarse. —Mis zapatos favoritos...Ugh.

Mi vista se volvió borrosa y comencé a tener hipo, limpie mis lágrimas que bajan por mi rostro. Odiaba llorar, lo odiaba demasiado, aunque no me podía detener y termine hincada llorando y limpiando mi nariz porque los mocos estaban saliendo de mi nariz.

-Fruta vida.

-Conejita... —Inuyasha acaricio mi cabeza y se hinco conmigo. —No llores.

Voltee a verlo y fruncí el ceño. — ¿Eh?

-No vale la pena, ella no merece tus lágrimas bonitas y tiernas. —Sonrió. —Aparte, la atrapamos y ahora la vamos obligar a que hable.

-¡Por un pepino!—Me levante de inmediato. — ¡Eres un tonto, tonto! ¡Lloro porque no la puedo golpear!

-¿Qué?

-¡Vamos a interrogarla!—Le hice levantarse y levante mi cabeza para verlo mejor, Inuyasha es demasiado alto, y sonreí. —Ahora yo la mojare.

-Ah... Está bien, conejita, lo que quieras. —Entrelazo nuestras manos. —Sólo no la mates, por favor. No quiero ir a la cárcel.

-Pero yo la mataría. —Incline un poco la cabeza confundida.

-Sí, pero yo me echaría la culpa. No puedo dejar que vayas a esos lugares feos.

Sonreí y le di un pequeño beso en su mano. Cada día me gusta un poco más Inuyasha.

promise of the windDonde viven las historias. Descúbrelo ahora