𝙴𝚕 𝚌𝚊𝚣𝚊𝚍𝚘𝚛 𝚢 𝚎𝚕 𝚌𝚘𝚗𝚎𝚓𝚘

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Sesshomaru bostezaba y miraba el salón con aburrimiento. Sango fue la primera que se quejó y le dijo que se fuera antes de que llegara la maestra, incluso dijo palabras feas al ver que el chico no se movería.

-Sesshomaru senpai. —Me acerque con cuidado hasta él. —No quiero ser grosera, pero ¿qué hace aquí?

El mayor de los Taisho sonrió, pero no me dio alegría que lo hiciera, incluso tuve miedo y di pasos hacia atrás. Un mal presentimiento vino a mi cabeza, haciendo que soltara un chillido cuando Sesshomaru se acercó a mí y toco mi mejilla.

-Debes ser la conejita de quien me hablo Bankotsu. —Aparto su mano y suspiro. —Aunque no creo que fuera tan importante como dijo ese mocoso.

Trague saliva. Realmente quería escapar.

-Ajá. —Sango se interpuso entre nosotros. —Ya no eres un alumno, ahora vete.

Todos contuvimos nuestra respiración al observar como mi mejor amiga enfrentaba al hombre.

-Sango, hace tiempo que no te veía. —Sonrió. —Al menos hasta que dejaste de venir a la casa.

La castaña rodo los ojos y le pidió que se fuera, la maestra no tardaría en llegar. Taisho suspiro, le dio la razón y se fue. Dejándome con varias dudas sobre la relación de Sango y los hermanos, hace tiempo que notaba que se llevaban muy bien, o al menos lo suficiente para poder insultarlos.

Pero, tampoco la iba a presionar sobre esas respuestas.

-Sango. —Sonreí. —Gracias.

La castaña no entendió pero antes de que exigiera respuesta, la maestra entro y dio por comienzo la clase.

Toda la clase me sentía inquieta, como si algo estuviera mal y tan sólo lo ignorara.

(...)

-¡Aléjate de él!—La muchacha de tez pálida me empujo y me apunto con el dedo. —Te lo advierto, mocosa.

Trague saliva y asentí varias veces con mi cabeza, aunque no entendía muy bien que sucedía.

En cuanto salí de clases, Sango me dijo que tenía que hablar con un maestro y que la esperara en el salón, después podríamos ir a comer pero, en cuanto se fue, una chica de grado superior me agarro de la muñeca y me llevo a fuera. Quise resistirme, sin embargo, la chica loca tenía una fuerza inhumana.

-¡No me acercaré a quien sea de quien hablas!— Alce las manos.

-Hablo de Inuyasha Taisho. —Frunció el ceño. —A mi novio.

-¿Ah?—No recuerdo que mencionara que tuviera novia. —Bueno, la verdad no me importa hacer eso.

-Más te vale, mocosa. —La chica se alejó. —Recuerda esto, Kikyo Takahashi es la única mujer en su vida.

Mire alrededor para asegurarme que no fui la única que escucho esa babosada. Al no encontrar a alguien, sólo reprimí mis ganas de llorar y reír.

-Bien~—Di unos pasos atrás. —Iré por allá para comer y...Adiós.

Corrí como si un perro me persiguiera y entre de nuevo a la escuela, no quería encontrarme con Inuyasha o Bankotsu y me dirigí al salón, esperaría a Sango y todos felices.

-Dos pepinos de caca. —Camine con un puchero en mis labios. —Toda vale conejo.

-¿Conejo?

Me quede quieta. Trague saliva y voltee hacia atrás. Solté un suspiro cuando note que era Koga quien había dicho eso.

-Hola, Koga. —Sonreí.

-Hola... ¿conejita?—Sonrió.

Ah~ No me podía negar a ese apodo si me veía de eso forma. Acepte y lo invite al salón para comer, lo cual él acepto feliz y se posicionó alado de mí.

Al menos hoy no me encontraría a Inuyasha.

promise of the windDonde viven las historias. Descúbrelo ahora