La escuela es tu segunda casa. lo sabes, tu mamá lo sabe y el mundo entero lo sabe. Sin embargo, también es tu campo de guerra y donde sufres la mayoria de tus cicatrices...¡No es tan malo! Siempre tendras la opción de quedarte en una esquina y obse...
Baje mis pantalones y bragas, me senté y mire la puerta del baño. Sabía que los chicos de Inuyasha estaban vigilando afuera, eso me daba una vergüenza enorme y no podía orinar a gusto. Odio el día en que me quede dormida.
-¡Señorita!—Uno de ellos me hablo. Di un pequeño grito. — ¡¿Todo marcha bien?!
¡Conejo con ellos! Las personas necesitan privacidad cuando están en sus necesidades. Quería gritarles, decirles que se podían ir al pepino junto con su jefe pero, lo único que pude pronunciar fue:
"S-Sí"
¡Ah! Los odio.
Camine con el rostro rojo y mis puños cerrados, atrás de mi me seguían dos de la banda de Inuyasha Taisho, cada uno con su rostro de "somos malos" y atentos a cada movimiento. Al llegar a la guarida del peli plateado, camine deprisa hasta él y me cruce de brazos. Inuyasha dejo de hablar con Miroku y prestó total atención.
-¿Sucede algo, conejita?—Se acercó lo suficiente para que sólo yo lo escuchara. — ¿Cosas de mujeres? ¿Necesitas un tampón?
Lo empuje y negué. Realmente él disfrutaba ponerme nerviosa con sus preguntas raras.
-No, pero apreciaría que tus. —Voltee a ver a los dos chicos. —Amigos, dejaran de seguirme.
-Ah. —Mordió la uña de su dedo pulgar. —Estas en el horario de los chicos malos, no puedo dejarte sola.
-Tú no eres un chico malo. —Susurre.
-No lo soy, al menos contigo.
Rodé los ojos, no iba a caer con sus palabras dulces y menos cuando es conocido como el don juan de la escuela.
-Bueno, sólo faltan unos minutos para que sean las cinco. —Me acaricio la cabeza. —Sólo espera y te podrás ir. Lo prometo.
Suspire, pero lo obedecí y fui a sentarme cerca de Miroku y otros chicos, ellos me invitaron a jugar turismo* y distraerme hasta que pudiera irme.
-¡La dejan ganar!—Grito Inuyasha. — No quiero un conejo rabioso aquí.
Infle mis mejillas e ignore sus palabras.
¡No me pondré furiosa sólo por jugar!
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
