18: "Violetas"

45.4K 3.4K 2.6K
                                    


La rutina una vez comenzaba, reviviendo todos aquellos recuerdos asesinados el día anterior. María había retornado a la institución cargando consigo el preciado botín por el cual todas habían estado ansiosas. La noche había sido dura, el humo de los cigarros de Amelia se había fusionado con su cabello mientras que las pequeñas botellas de alcohol de Mónica de manera prematura se vaciaron.

La resaca era inminente pero los ánimos positivos. El estar unidas hacía su condena mucho más llevadera, la juventud una vez más avanzaba a pasos agigantados sobre sus cortas vidas. Dibujos azules de esperanza se trazaban en sus cabezas mientras que infinidades de metas a sus pies se marcaban.

—Llegaremos tarde a jardinería.—Carolina y su impaciente puntualidad empezaban a colmar la mente de cada una de las jóvenes que habitaba las paredes de aquel cuarto, pero tenía razón.

—Es verdad, hoy nos toca trasplantar las violetas.—Respondió María aún con las secuelas del alcohol sobre su cuerpo.

Amelia, quien se encontraba envuelta en un tierno abrazo con Mónica, se levantó direccionada a la puerta. Su amiga estaba pasando por un pequeño cuadro silencioso de angustia. A pesar de que su cabeza no contara con un centímetro de calma sobre ella, se dispuso a brindarle lo único que una amiga puede dar: Un buen oyente y un dulce cariño para recordar.—Iré con ustedes.

Al escucharla Carolina volteó —¿No irás a catecismo?

—Ya Caro, deja que Ami descanse del padre. Le va a hacer bien ensuciarse un poco con tierra.—Respondió Natalia mientras que intentaba agrandar aún más su uniforme con ayuda de sus manos.

—Todas tenemos que salir de ésta habitación por un tiempo.—Susurró Mónica también encaminándose al portal.

La decisión estaba tomada, ese día aquel grupo conformado por simples seres contrastantes se uniría aún más solamente para sacar de sus juveniles cabezas toda preocupación que las atormentara. Carolina salió primera del recinto acompañada fielmente por Natalia a su costado, detrás de ella seguía Mónica con una tristeza poco frecuente en ella mientras que Amelia tomaba su brazo con fuerza. María era la última en sumarse a las filas. Por momentos se adelantaba y tiraba del corto cabello de Carolina, un débil jalón que provocara que de su boca saliera un chillido. Alegrando a todas.

El camino al vivero era relativamente corto, sus sentidos se despertaron al sentir el agradable aroma a tierra recién mojada y brotes primaverales cautivarlas con su perfume. En medio del patio interno del ala oeste se alzaba un pequeño domo construido con grandes paneles de plásticos que permitían que la luz se colase por ellos. Las violetas estaban encima de la mesa esperando impacientes ser acariciadas por las manos de las ninfas que en ese colegio habitaban.

Delante suyo una monja regordeta con delantal las saludó, hizo una mueca especial cuando vio a la tan nombrada joven Von Brooke entrar por su puerta. No esperaba que ella las acompañase en aquella hora cátedra.—Amelia, no sabía que vendrías, puedes trabajar con una de tus compañeras.— Al escucharla ella volteó los ojos donde se encontraba Mónica, en un sencillo pestañear ambas habían sellado su unión por aquella hora.

—Muy bien, señoritas, hoy cambiaremos de macetas las flores. Estamos en la temporada ideal para realizar este procedimiento, sean cuidadosas con las raíces. Recuerden que la naturaleza es sabia, por eso les pido a todas, bellas chicas, que aprendan de ellas... Muchas de ustedes llegaron aquí por un motivo en particular. Pero ahora están en crecimiento y luego, al igual que estas flores, serán más fuertes y estarán más preparadas para lo que venga a su encuentro. ¡Manos a la obra!

—Bla, bla, bla—Murmuró Amelia mientras que agarraba una pequeña pala del porte de una cuchara en su mano.

Observó en detalle a su compañera, sus ojos estaban levemente hinchados y sus labios resecos. Ella conocía eso ¿Quién no ha llorado toda la noche he intentado despertar simulando que nunca nada pasó?—Ahora estamos solas, cuéntame que te sucede.—Susurró intentando entender lo que sus manos torpemente hacían con esa pequeña flor en brote.

Perdóname, Padre (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora