2M ESPECIAL

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N/A: (+21) Nada canónico, alto contenido sexual y consumo de drogas. Editado con apuro. ¡2.000.000 gracias!

El ojo de la cerradura (Parte I)

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El ojo de la cerradura (Parte I)

Amelia Von Brooke no es aquello que aparenta. Ella no es lo que sus grandes ojos traslucen ni mucho menos la postal inocente que suele mostrar cuando camina por los pasillos dueña de su propio poder.

Amelia Von Brooke no es un ángel, suena melodramático, sí... Pero Tomás recién se percató de ello cuando por fin pudo reconocer la esencia demoníaca que ella lanzaba como un perfume en cada uno de sus suspiros.

Una suave llama, un ligero calor... Ella era el pensamiento obsceno que aterrizaba en su cabeza y encendía la hoguera marchita que siempre se sintió tan helada en su cabeza. Ella es una tormenta en su reloj de arena. Rompe la sincronía, detiene el tiempo, hace que los suaves deslices de su conciencia se tornen en iracundos deseos de consumir... De tomar... De poseer... De destrozar...

La había reconocido, había visto esa chispa de malicia en su mirada y ya no lo aguantaba. Ella era una cazadora furtiva que lo escogió como su presa favorita, lo veía como una víctima perfecta de su posesión maligna, pero Tomás se cansó. Era hora de darle una lección.

La oscuridad siempre retrocedía cuando la luz se asomaba desde la más pequeña rendija. Solo necesitaba eso, un brillo, un resplandor... No importaba el tamaño, podía ser del porte de una cerrilla, hasta un destello salvador proveniente del ojo de una cerradura, solo eso bastaría para demostrarle que el poder de Dios era mucho más fuerte que cualquier gesto asquerosamente delicioso que ella hiciera para provocarlo. Después de todo, él estaba creado de barro... Mezclado con instinto y sumergido en sangre animal, alcanzando su divinidad por la intercesión del fuego. Él lo sabía, Tomás podía hacer eso, era hora de darle una pequeña demostración de lo que pasaba cuando se imponía un designio salvador.

La premisa era metafórica, histérica y hasta exagerada, como el mismísimo Tomás Valencia, pero existía un punto. Una incisión casi quirúrgica que desglosaba la esencia de la carne. Él lo sabía, podía ser más fuerte que el impulso malévolo que la motivaba. Solo necesitaba serenidad, pero sobretodo coraje. Hay una lógica, una regla natural... El demonio siempre retrocederá cuando reconozca la grandeza de un Dios omnipotente.

"Aunque ande en el valle de profunda oscuridad, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo; tu vara y tu bastón me dan seguridad" (Salmo 23:4)

... ... ...

Si Tomás habría podido votar, hubiera estado en contra. Aquello era una idea descabellada de la cual solo él sabía la verdad en cuanto ejecución. El patriarca Von Brooke había sido muy amable en suponer que podía suministrar a aquel sacerdote un momento de calma y oración en su propio domicilio, que en aquellas fechas santas podría ser un resguardo para su alma y una calma para su espíritu. Después de todo para eso existía la cuaresma, para purgar todo mal de su esencia y elevarse a la gloria con el destello del alba en cada mañana.

Perdóname, Padre (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora