Kali y Anna estaban en casa de la segunda, aprovechando que sus padres no estaban. Habían estado hablando sobre el trabajo que habían entregado el día anterior. Al parecer, Anna no estaba muy convencida con su parte. ¿Por qué? Porque Kali había hecho la mayor parte. Eso se debió a que la pelirroja no podía entender muy bien Literatura. La idea había sido hacer un informe sobre el libro que la profesora les diera. Kali no había tenido problemas en entenderlo, pero para Anna había sido uno algo violento, por lo que no pudo terminarlo.
Aunque la morena no le reprochaba nada, ella no podía evitar sentirse mal por no haber hecho nada en el trabajo. Kali no dejaba de repetirle que dejara de sentirse así.
-Pero tú hiciste todo el trabajo, y encima dijiste que ambas lo habíamos hecho-exclamó Anna.
-Te dije que ya basta. Fuimos las dos y punto-dijo Kali, tan inflexible como siempre.
-Pero...
-Punto dije.
-Pe...
-Shh-la calló.
Anna levantó las manos en señal de rendición. Era imposible discutir con Kali cuando ella defendía algo. Y era peor cuando era con mano de hierro. Sin embargo, cuando sabía que no tenía razón, simplemente se encogía de hombros y decía: «Háganlo como sea.» Todos sabían que detrás de esa expresión seria y casi indiferente, había una chica con muchas ganas de exprimir la vida y pasarla bien con las personas que apreciaba.
-Kali.
-Dime.
-Sobre el tema de Lucifer... Quiero saber más-pidió Anna, bajando un poco la cabeza.
- ¿Cómo qué?-preguntó Kali.
-Pues...Tú me dijiste que él está legalmente emancipado-comenzó la pelirroja-, pero eso no me dice mucho. ¿No te dijo cómo se lo tomó su padre?
-Si te soy sincera, no me ha dicho sobre eso. Creo que él prefiere intentar olvidarlo-respondió-. Me quedé preocupada por la expresión que puso hoy.
- ¿Cuándo la directora dijo sobre la junta?-preguntó Anna. Kali asintió-. Yo también. Me escribió hace poco.
- ¿Qué te dijo?-preguntó la morena.
-Me está preguntando si tenemos interés en salir el sábado con él, Balthazar y los Novak. Creo que tiene ganas de despejarse.
-Seguro. Yo no tengo problema alguno-respondió Kali, sonriéndole.
Anna le respondió por mensaje que le parecía bien y que se podían encontrar en el café donde trabajaba Lucifer.
-Dijo que ahora estaba por irse a la zapatería, estaba en casa de Balthazar-dijo la pelirroja.
-Me enoja pensar que Balthazar tiene que esperar a que sus padres no estén para verlo-exclamó Kali, cruzada de brazos.
-Lo sé. Espero que las cosas se arreglen entre ellos.
Kali dudaba bastante eso, pero no decía nada por no querer aplastar las esperanzas de Anna. Ella recordaba lo que el rubio una vez le había dicho, tiempo después de que sus padres supieron que era gay:
«Mamá dijo que debía pensarlo mejor si no quería pasarla mal en algún momento, y mi padre dijo que... nunca habría esperado algo así de mí. Creo que hubiese preferido escuchar que fumo.»
Eran palabras terribles, si se miran desde otra perspectiva, aunque esto último no era precisamente necesario. Ella había sido capaz de darse cuenta de la expresión en el rostro de Balthazar cuando hablaba; una que él se empeñaba en esconder. Ese día, habían salido los dos por un trabajo que iban a hacer en un local de comida rápida, porque ahí tenían wi-fi gratis y no iban a ser interrumpidos. Balthazar había ido a hacer los pedidos y ella preparó la computadora portátil. No había mucha gente, por lo que tampoco había mucho ruido de personas hablando fuerte ni de niños gritando. Esos eran uno de los lugares favoritos del grupo de amigos, donde siempre se reunían por cualquier cosa, aunque para ellos, era mejor hacerlo como en las películas, cuando tienen que solucionar algo y se reúnen en algún lugar de comida para eso. Pero cuando fue únicamente con Balthazar, le fue más fácil sentir las energías no muy positivas a su alrededor. No le gustó. El rubio siempre se veía como alguien bromista y muy divertido. De muchas salidas que habían tenido, él, Lucifer y Gabriel siempre habían sido los que más bromas hacían y los que más sonrientes estaban. Ella era buena para darse cuenta de esas cosas. Algunos días, Balthazar no estaba al cien por ciento, pero eran sólo cinco minutos que casi se podían contar a reloj.
Pero nunca le preguntaba en el momento, porque sabía que no le diría nada si estaban los demás. Por eso había aprovechado la salida con él para tratar de hablar sobre su situación. Al parecer, el rubio únicamente había hablado con Gabriel y Castiel en ese momento, quienes le dijeron muchas veces que no podía no hablar de eso con Lucifer, sabiendo lo mucho que se preocupaba por él. Se negaba siempre con la misma excusa de no causarle molestias al mismo. En momentos así, Kali tenía ganas de darle un golpe en la cara y decirle que dejara de pensar en los problemas de los demás por cinco minutos y se preocupara un poco por los suyos. Sin embargo, en su fuero interno, sabía que Balthazar era capaz de lanzarse a un quinto piso para evitar esas conversaciones.
Fue ese mismo día que decidió hablar tranquilamente con él y preguntarle qué pasaba en su casa para que fuera tan retraído con ciertas cosas. Con cada pregunta, el rubio parecía quebrarse, mientras las palabras salían por sí solas de su boca. Al parecer, su padre había llegado a llamarlo «desviado» y le había soltado un «tú no eres mi hijo.» Al escuchar esas palabras, Kali sintió un nudo en el estomago, mientras se enderezaba lentamente en su asiento. ¿Ese tipo había tenía la capacidad para decirle eso a su hijo? Eso no era humano.
El ruido del teléfono y Anna corriendo hacia él, fueron las causas de que «despertara.» Se talló un ojo y se levantó, mientras su amiga regresaba bufando.
-Una encuesta. Ya han llamado tres veces esta semana por lo mismo-exclamó.
-Sí...-respondió ella, totalmente perdida con las cosas-. Anna, ¿te parece salir un rato? No nos vendría muy mal.
Anna accedió. Ambas necesitaban despejarse un poco.
-Gracias por invitarme. Te llamo después del trabajo-dijo Lucifer, colgándose la mochila en el hombro.
-De acuerdo. Espero tu llamado-contestó Balthazar, acompañándolo a la puerta-. Gracias por las tareas que hoy dejaron, ya me había olvidado.
-Tu novio nunca olvida-dijo Lucifer, dándole un golpecito en la nariz.
-Cállate. Ya ve a trabajar-mandó el menor.
Lucifer lo jaló del brazo y se quedó mirándolo fijamente un momento, dándose cuenta al instante que Balthazar se perdía en su mirada. Amaba hacerle eso; dejar que el menor pensara que lo podía besar en cualquier momento.
-Odio cuando lo haces-susurró él.
-Lo sé muy bien-contestó el mayor, separándose lentamente.
Al cruzar la puerta y llegar a la acera, se volteó y le guiñó un ojo con descaro, para luego irse a su trabajo. Balthazar negó con la cabeza y cerró la puerta. Luego, subió las escaleras y decidió copiar las cosas que Lucifer le había llevado. Además, debía estudiar, porque dentro de dos semanas iban a tomar dos exámenes, uno de Geografía y otro de Literatura. Quería estudiar para poder estar tranquilo y no pasar un mal momento. No era mucho de las tareas que su novio le había llevado, pero como él no estaba con los ánimos por el cielo, le costaba un poco concentrarse. Sus padres habían vuelto a discutir la noche anterior, y Balthazar podía jurar que escuchó su nombre en medio de los gritos. No sabía si eso era lo peor, o si lo era pensar que podían estar diciendo cualquier cosa, menos algo bueno. Y si a eso se le sumaba que Daniel le había enviado unos mensajes bastante crudos, no se tiene que ser muy inteligente para saber porqué no había querido ir al instituto. Esas cosas no las hablaba con sus progenitores.
Únicamente, se estuvo cuestionando si debía contarle a su grupo o no.
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Quédate conmigo
FanfictionBalthazar Roché, un joven de diecisiete años que tiene una vida bastante difícil. Sus padres, dos personas bastante conservadoras, discuten mucho y no se llevan muy bien con su hijo. ¿A qué se debe? A que él es gay. Lucifer Shurley, de dieciocho año...