Capitulo 32

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- ¿De qué hablaron, Balthy?-le preguntó Gabriel.

-Mmm... De nada en especial-respondió.

-Pues vaya que se tomaron su tiempo-murmuró Kali, con una mano en su cintura.

Balthazar se encogió ligeramente de hombros y con ese gesto, pudieron apreciar que el mismo era igual al de su padre. El propio Damien no podría decir lo contrario de eso, pensó Gabriel, conociendo perfectamente el movimiento. Decidieron no insistir y dejaron a Balthazar en paz con el tema. Era algo entre él y sus padres. Lucifer sintió una combinación entre el amor y un nivel muy bajo de desconfianza. El amor era hacia Balthazar, aunque incluso era más admiración que otra cosa; la poca desconfianza nacía de la sensación de que su novio le escondía las cosas de sus padres. Había veces en las que se sentía como un extraño, una persona de última opción que siempre esperaba que las cosas llegaran por palabras de otros que eran completamente ajenos a ellos, en lugar de por sus más allegados. Se dijo que, por una vez, él mismo se lo había buscado. Su novio y sus suegros seguramente habrían hablado de cosas relacionados a ellos. Al momento de pensar eso, se dio cuenta de que estaba celoso por la intimidad que los Roché habían tenido con su hijo minutos atrás, y se sintió idiota. Aquello era una locura, porque no tenía ningún motivo para estar celoso, y él lo sabía, así como también sabía que no estaba en el derecho de reclamarle nada a Balthazar.

El pasillo estaba en completo silencio, salvo cuando pasaban algunos enfermeros o médicos que iban con bastante prisa a atender una urgencia, por lo que cualquiera que pasara caminando despacio, podía llegar a ser capaz de escuchar lo que ellos hablaban en la habitación, de modo que ellos decidieron hablar bajito, aun si nada era del todo privado. También los padres de Balthazar estaban afuera, sentados donde antes había estado Lucifer, sin hablar de nada. Cuando Damien y Amelie pasaron y miraron por la puerta entreabierta, sus miradas se encontraron con la de Lucifer, quien les lanzó una mirada de interrogación. Apresuradamente, siguieron su camino y el rubio volvió a enfocarse en su novio.

Al parecer, las chicas ya no tenían nada para decir, así que decidieron tomar sus cosas e irse. Además, sus padres ya les habían enviado mensajes para pedirles que regresaran. Se despidieron rápidamente de todos y se fueron a grandes zancadas, mientras una enfermera intentaba regañarlas por «correr» en el pasillo. Sin prestarle atención, se metieron en el ascensor y Kali presionó el botón de la planta baja repetidas veces para evitar que la mujer las alcanzara. Lucifer miró a los Novak luego de que ellas se fueron. Gabriel parecía un poco preocupado, pero intentaba no estarlo para que Balthazar no se sintiera igual. Castiel había estado casi toda la visita con una expresión intranquila. Él era esa clase de persona que no deja de estarlo hasta estar cien por ciento seguro de que las cosas estaban completamente bien. Sin decir mentiras, a Lucifer solamente le preocupaba la conversación de Balthazar con sus padres; temía que eso podía hacerlo sentir peor sobre las cosas que pasaron. Pero él se veía tan tranquilo... Le costaba darse cuenta si estaba fingiendo o no. Era como si su consciencia sólo estuviera enfocada en eso, sin dejarle un respiro para pensar en otra cosa. Pensaba que Damien y Amelie podían mostrarse agradables en público cuando estaban con su hijo, y ser unos tiranos cuando estaban dentro de la casa, donde nadie podía ver nada. Pero ahora ellos no estaban ahí y en el rostro de Balthazar podía llegar a apreciarse de una manera notable el gusto que sentía de que ellos hayan ido a verlo.

-Balthazar-dijo Castiel-, ¿quieres comer algo? Podemos traerte.

-No, gracias, Cassie. No tengo hambre ahora-respondió Balthazar.

-Los profesores han estado preguntando mucho por tu estado-comentó Gabriel-. Algunos han dicho que te darán unos trabajos para recuperar lo que perdiste.

-Vaya, ni así me puedo salvar-bromeó Balthazar.

-La profesora de Literatura no para de decir que estaba muy sorprendida cuando vio tus notas en los exámenes-dijo Castiel, sin pensarlo dos veces. Al darse cuenta de sus palabras, dijo apresuradamente-: Lo siento.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora