La lluvia había comenzado a caer de improviso, pero al menos, Lucifer había llegado diez segundos antes de que comenzara la tormenta. No estaba muy seguro de qué podía hacer en ese momento; simplemente se sentó en el sofá y encendió la televisión, aun sabiendo que en ese momento no había nada muy interesante por ver. Lo único que quería era tranquilizarse un poco al pensar que Balthazar hablaría ese mismo día con sus padres sobre ellos dos.
El simple hecho de pensar eso lo hacía sentirse extraño, porque Balthazar nunca había hablado de él con sus padres, así que no estaba muy seguro de cómo imaginarse las reacciones de sus suegros. Pero incluso si, de una forma u otra, terminaban aceptando su relación, las cosas con su hijo no cambiarían de la noche a la mañana. Balthazar había dejado muy clara esa parte. Le había prometido a Lucifer llamarlo luego de hablar con ellos para contarle lo que fuera. Era eso lo que el mayor tanto esperaba. Pero siendo realista, dudaba mucho de la aceptación de los Roché. Había más posibilidades de que aceptaran a un joven fumador. Al pensarlo bien, pensó: creo que exagero.
Su padre dijo que intentaría llamarlo cuando saliera del trabajo, así que tenía otro llamado que esperar. Eso al menos lo motivaba para no quedarse dormido en el sofá. No había podido dormir bien desde que Balthazar había sido hospitalizado; que le hayan dado de alta lo había hecho respirar bien de nuevo y también que el sueño le cayera de golpe.
Apoyado contra el respaldo del sofá, aún sin haberse movido ni un poco, Lucifer miraba fijamente la televisión, pero sin prestarle realmente atención al programa que estaban pasando. Había estado al menos veinte minutos así y no estaba del todo incomodo, aunque en algún momento iba a tener que hacer algo para no morir de aburrimiento. Una pequeña desventaja de vivir solo por tres años. Al menos en días de lluvia, porque otros días simplemente salía y perdía el tiempo dando un paseo. Hasta el simple hecho de hacer eso le traía los recuerdos de cuando salía con su hermano. Sonrió con nostalgia al pensar en él. Y recordó que debía darles una respuesta sobre vivir o no con ellos. Si iba a empezar la universidad, no iba a poder mantener dos trabajos o terminaría teniendo otro colapso nervioso. Sabía que eso podía ser lo mejor, pero lo que le había dicho a Balthazar-lo de ser una carga para su padre y hermano-era completamente cierto. Pero incluso si lo era, también aceptaba sentir pena por su padre, por creía que, al regresar, él iba a tener que volver a trabajar más turnos, incluso si ellos ya eran mayores y podían hacerse cargo de sus cosas. Estaría, dependiendo de lo que quisiera estudiar, unos años en la universidad, luego empezaría a trabajar y volvería a irse. ¿Qué cambiaba si volvía o no con ellos? Todo era muy confuso para él.
-Llamaré a Balthazar-dijo al aire. Fue a buscar su mochila y sacó su celular.
Al marcar el número, no tuvo que esperar mucho.
-Hey, Luci-lo saludó Balthazar-. Te estaba por llamar.
-Sabes que soy impaciente.
-Ni me lo recuerdes.
-Te llamaba para preguntarte por la charla con tus padres-dijo Lucifer, tirándose en la cama.
-Bueno... mi padre sigue tan inflexible como siempre, así que dudo que lo acepte lo nuestro pronto-contó brevemente.
- ¿Y tú mamá?-preguntó Lucifer.
-Ella no ha dicho nada concreto-respondió-. Me reveló que te veía como una mala influencia para mí, aunque sus argumentos no son nada validos.
-Ok...-dijo, alargando un poco la palabra.
-Lo siento. En fin, siento decirte esto, pero no creo que ellos puedan aceptar nuestra relación. De todos modos...-se detuvo bruscamente, mientras parecía dudar de lo que estaba por decir.
- ¿Balthazar?-pronunció Lucifer ante la falta de respuesta.
-No, nada. Cosas mía. Debo irme. Me llegó la notificación de la universidad a la que quería entrar. Te hablo después.
-De acuerdo-convino. Casi en un murmullo dijo-: Te amo.
-También yo.
Balthazar cortó la llamada y volvió a abrir la aplicación de correo electrónico. La notificación le había llegado poco antes de que Lucifer lo llamara y había alcanzado a leerla. Lo habían aceptado, pero había un detalle. Era algo que aún no había hablado con Lucifer. Ni con sus amigos. Tenía miedo de cómo podían reaccionar al saber el tema. Para él, era una oportunidad de oro, pero se le estaba complicando un poco.
Mientras leía una y otra vez el correo, se pasó una mano por el cabello, sintiéndose completamente acorralado. Lo había deseado muchísimo y sentirse así en ese momento no era nada alentador. Tener que hablarlo con sus padres menos, pero podía ser la única forma. Además, antes había pensado no hacerlo al recibir una respuesta por ellos, por no querer que ellos se sintieran presionados. Sin embargo, las palabras de Kali aún estaban en su cabeza:
«No puedes vivir preocupado por los problemas de otro creyendo que los tuyos no importan. Tienes que empezar a ver un poco por ti mismo y no tanto por los demás.»
Sabía que ella tenía razón. Su amiga siempre era de decir las cosas necesarias para el momento que más lo necesitaba. Le quedaba ver cómo iba a decírselo a Lucifer. Pero antes hablaría con sus padres.
Salió de la cama, con su celular en la mano, y bajó las escaleras. Su madre estaba sentada en la mesa, revisando unos papeles de trabajo. Su papá en el sofá viendo televisión. ¿No hace otra cosa?, se preguntó el rubio. Fue hasta la mesa y se sentó.
- ¿Mamá?
- ¿Sí?
-Me llegó la respuesta de la universidad-reveló. Ella dejó a un lado sus papeles y, habiendo escuchado, Damien fue casi corriendo hacia ellos.
- ¿Qué te han dicho?-preguntó Amelie.
Balthazar desbloqueó su celular y buscó el correo que le enviaron. Lo abrió y dejó que sus padres lo leyeran.
-Te aceptaron-murmuró Damien.
-Balthazar...-comenzó Amelie.
-Aún no tomé una decisión, pero lo que yo elija, lo haré por mí mismo, no por ustedes-espetó.
Podía sonar muy rencoroso, pero se repetía que era lo mínimo que podía decirles a ellos dos. Antes que nada, hablaría con Gabriel y Castiel.
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Quédate conmigo
Hayran KurguBalthazar Roché, un joven de diecisiete años que tiene una vida bastante difícil. Sus padres, dos personas bastante conservadoras, discuten mucho y no se llevan muy bien con su hijo. ¿A qué se debe? A que él es gay. Lucifer Shurley, de dieciocho año...