Esa noche, la sensación de agotamiento se había esfumado completamente.
Mientras estaba sentado en la mesa, con un vaso de agua delante de él, Lucifer no había hecho otra cosa más que esperar la llegada de su hermano. No había pensado en nada. Al llegar a su departamento del hospital, únicamente se sirvió agua y se sentó, con la mente en blanco. No podía ni pensar qué iba a ser lo primero que le diría. Y conociéndolo muy bien, Michael podía ser una caja de sorpresas, así que no sabía qué esperarse de él. Había pensado en enviarle un mensaje y decirle que esa noche no estaría en su departamento, pero rápidamente reaccionó y se dijo que hacerlo sería de cobarde. Eso definitivamente no iba con él. Sabía algo con certeza: aunque Michael no se lo dijera directamente, estaba preocupado por él, y eso lo hacía preguntarse muchas veces cómo debía reaccionar al tenerlo cerca. Si se ponía a pensar que lo estaba haciendo más por su padre, tal vez no iba a ser tan tedioso tener a su hermano una vez más en su departamento, y si también evitaba decir algo que no convenía, aunque eso también iba a depender de su hermano.
Frunció el ceño y una de sus manos se cerró en un tenso puño sobre su regazo. Sus ojos permanecieron entrecerrados, mientras delineaba la parte de arriba del vaso con un dedo. Estando así, casi podía escuchar la voz profunda y grave de su hermano mayor, tan severa y fría como su mirada, siendo capaz de congelarle la sangra a cualquier persona. O incluso era capaz de ser serena y suave cuando estaba pasando por un buen momento.
Suspiró en silencio a pesar de estar solo, y su cuerpo se aflojó completamente en la silla, mientras ponía ambos brazos sobre la misma y su cabeza caía sobre ellos, como si de la nada sus músculos hubieran quedado sin fuerza alguna. Se sentía mareado, veía cosas que no pasaban a su alrededor, en las ventanas veía rostros familiares, parecía que las paredes se caerían encima de él en cualquier momento; estaba un poco afectado, y se decía que era exagerado al ponerse así por una simple visita. ¿Qué tan simple puede ser con mi hermano y conmigo?, se preguntó. Al estar en un primer piso, casi sin nada de altura, podía ver como el viento agitaba las hojas de los arboles, y como algunas salían volando por la fuerza del mismo. Se dijo que pensar en otras cosas no iba a aligerar sus pensamientos algo negativos, pero simplemente quería evitar comerse la cabeza con lo mismo una y otra vez. Comenzó a preguntarse si algún día iba a ser capaz de olvidar las duras palabras que Michael le había dicho tiempo después de que se fue, porque hasta entonces, el mayor parecía completamente arrepentido por eso. Cuando Lucifer le soltó aquel comentario sarcástico en el instituto, el día de la reunión, había sido capaz de ver la culpa en los ojos de Michael. Incluso Chuck había llegado a decirle: «el remordimiento estaba haciendo su trabajo más rápido de lo que pensó.» Su padre siempre sabía usar las palabras adecuadas.
Levantó la cabeza y miró nuevamente por la ventana, con el cuello un poco adolorido y la espalda también. Echó los hombros así atrás, haciendo crujir su columna. Como siempre le pasaba, Lucifer sintió cierto placer al hacer eso, y nuevamente puso ambos brazos cruzados sobre la mesa, mientras miraba el vaso que seguía delante de él como si fuera lo más interesante del mundo. Sintió una punzada de nervios al darse cuenta que Michael podía llegar en cualquier momento. Ya estaba comenzando a dudar: ¿debía abrirle la puerta o dejarlo tocar hasta que se cansara y se fuera?
Se estremeció cuando escuchó tres golpes en la puerta y casi se puso pálido al escuchar la voz de Michael llamándolo. Sin pensar en su anterior duda, se levantó y fue hasta la puerta. Su mano temblaba mientras la dirigía hacia la perilla, con los ojos completamente perdidos. Abrió lentamente la puerta-como en las películas de terror-y ahí lo vio. Su hermano tenía la cabeza medio baja, la boca entreabierta y su mochila colgaba de uno de sus hombros, mientras su mano apretaba con fuerza la tira. Parecía completamente apenado.
-Lucifer, yo...-comenzó, pero al levantar la cabeza y ver los de su hermano, se sorprendió-. ¿E-estás llorando?
Lucifer seguía con los ojos entrecerrados y la cabeza baja, pero Michael había sido capaz de ver que dos gotas de agua caían por sus mejillas. El menor levantó rápidamente la cabeza e intentó sonreírle.
-Pasó bastante tiempo..., Mikey.
El corazón de Michael le golpeó el pecho cuando escuchó ese apodo. Hacía tanto que su hermano no lo llamaba así, ya no podía recordar cuándo había sido la última vez. Sonrió un poco y, con cierto recelo, estiró un poco su brazo para tratar de poner su mano en el hombro de Lucifer. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que su hermano podía necesitar otra cosa, dejó caer su mochila y se atrevió a darle un abrazo.
-Mike...
-Te he extrañado-murmuró Michael, con el mentón apoyando en el hombro del contrario.
Lucifer le devolvió el abrazo, sintiendo que sus piernas podía flaquear en cualquier momento. Tres años desde que se habían abrazado. Lucifer se aferró a su hermano tan fuerte como pudo y no aflojó su agarre hasta que se quejó. Michael le acarició la espalda con ternura y luego se separó de él.
- ¿Quieres pasar?-lo invitó el menor.
-Claro-aceptó Michael, sonriéndole sinceramente por primera vez.
Ambos fueron a sentarse y Michael fue el primero en hablar.
- ¿Cómo ha estado Balthazar? Papá me contó lo del accidente.
-Se encuentra excelente. Creo que en estos días ya le dan el alta-respondió Lucifer, bastante animado.
-Sé que te molesta que te hable de esto, pero... ¿Pensaste en lo que te dije, sobre vivir con nosotros de nuevo?
-Sí. Lo hablé con Balthazar y le dije que no creo poder encajar nuevamente con ustedes-reveló, encogiéndose de hombros.
- ¿Qué quieres decir?-preguntó Michael, confundido por esas palabras.
-Me mudé hace tres años y en ese tiempo jamás podíamos hablar sin ponernos a discutir. Dudo que sea fácil poder vivir bajo el mismo techo de nuevo-contestó, mirándolo a los ojos.
-Sé que las cosas fueron muy difíciles, pero ni mamá ni la tía Amara nos habrían querido ver así.
-Mamá-dijo casi sin voz.
Los dos hermanos decidieron ponerse al día con muchas cosas.
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Quédate conmigo
FanfictionBalthazar Roché, un joven de diecisiete años que tiene una vida bastante difícil. Sus padres, dos personas bastante conservadoras, discuten mucho y no se llevan muy bien con su hijo. ¿A qué se debe? A que él es gay. Lucifer Shurley, de dieciocho año...