Capitulo 40

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En su casa, tras haber revisado varias veces la maleta y una mochila para estar seguro de no olvidarse nada importante y revisar algunos cajones y su armario para ver que tampoco dejaba nada allí, Balthazar había salido de su casa y, con ayuda de su padre, dejó la pesada maleta en el baúl del auto y él y su madre lo llevaron hasta el aeropuerto. El viaje había sido en completo silencio, aunque no una precisamente incómodo como la mayoría de veces que viajaban juntos a cualquier lado.

Sus amigos ya estaban esperando en el lugar. Habían aprovechado la ocasión para poder despedirse una vez más de Balthazar antes de que se fuera a Francia. Lucifer recordaba con una sonrisa melancólica que lo había ayudado antes en su casa a guardar varias cosas en cajas; cosas que ya no le servían y que seguramente sus padres tirarían en el ático de la casa. Fue unos días antes de que Balthazar tuviera que irse. Mientras lo hacían, Lucifer no dejaba de hacerlo pensar en todas las cosas vividas con su grupo de amigos. El haberse vestido de otra forma y actuar diferente, el viaje, su primera vez, las bromas que se hacían entre ellos. Nada se quedó en su interior a la hora de decirle. Balthazar sonrió divertido al pensar en esas cosas. De verdad que las extrañaría. Y a los chicos. A sus padres también, obviamente. A pesar de todo, eran su familia. Dean y Sam lo habían llamado para preguntarle cuándo se iría, porque querían ver si podían ir a despedirlo al aeropuerto. En caso de no poder, terminarían haciéndolo por teléfono. Pero de una forma u otra lo harían.

Kali y Anna le dijeron que irían personalmente al aeropuerto, porque no sería lo mismo hacerlo por teléfono. Ellas y los Novak. Hasta ese momento, Gabriel había sido el único que no le había enviado un mensaje. Balthazar no se molestó ni nada por eso. Tampoco estaba del todo feliz por irse y dejarlo a todos.

Al llegar al aeropuerto, las chicas no tuvieron que esperar mucho a los Novak y a Lucifer. Llegaron casi dos minutos después. Decidieron quedarse esperando en la puerta a Balthazar. Gabriel había intercambiado pocas palabras con su hermano. Había hablado más con Lucifer. Sabía que el rubio estaría muy afectado por la partida de su novio. Por ahora les quedaba esperar.

Para cuando él llegó, sus padres bajaron con él y Damien sacó la maleta del baúl. Amelie se acercó a las chicas y comenzaron a hablar. Balthazar se acercó sus amigos y se tomó el tiempo de darles un abrazo. Podían sentir lo tenso que estaba, a pesar de que mostraba estar completamente calmado ante las circunstancias. Además de la despedida, a los demás les quedaba comenzar a buscar pronto una universidad o terminarían por perder un año si se llegaban a quedar sin lugares. Ya era un problema que sus padres se encargaban de recordarles eso cada día. Pero aun así, Lucifer miró el rostro de Balthazar y, por un instante, creyó ver que sus ojos estaban diferentes, carentes de ese brillo que siempre tenían y su expresión había perdido esa chispa de alegría que siempre lo acompañaba. Al verlo así, tan perdido con las cosas, Lucifer advirtió una punzada extraña en el pecho, como si estuviera sintiendo el llanto dentro de él, incluso si no sentía esas ganas de llorar como antes, hacía ya un mes y medio, que fue cuando salieron de vacaciones. Nadie había suspendido nada. Se habían salvado. Veía a un adolescente que ahora haría su vida a parte, justo igual que él lo había hecho.

Cuando los brazos de Balthazar lo rodearon, salió de su ensoñación.

-Perdón, pensaba-murmuró, devolviéndole el abrazo.

Luego, entraron al lugar.

Sabiendo que el tema del vuelo requería siempre ciertos controles, burocracia y tener que saber manejarse en las instalaciones, se habían organizado bastante. No era la primera vez de Balthazar en algo así, pero sí la primera que lo hacía por su cuenta, de cierta forma. Era algo tedioso. Había tenido que comprobar las medidas del equipaje que exigía su aerolínea; eso lo vio en su página web para evitar pagar de más por dicho motivo. Luego, le quedaba hacer pasar la maleta grande por seguridad, para luego dejarla en una cinta que se la llevaría. Sus padres lo habían hablado con él, porque la única vez que viajaron en avión, Balthazar era muy pequeño, así que seguramente no iba a recordarlo. No estaba nada nervioso. Sólo quería irse de una vez.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora