Capitulo 10

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Finalmente, el día sábado por la mañana, Castiel se levantó y vio que era el día en que harían el viaje. Su hermano seguramente ya estaría levantado y estaba totalmente seguro de que en cualquier momento entraría en su cuarto y le saltaría encima, mientras hablaba animadamente. Eso ya era algo típico en él.

- ¡Buenos días!-y no se equivocó. Gabriel entró en su cuarto y literalmente se lanzó sobre él.

- ¿Oh, por qué?-se preguntó el moreno, mientras su hermano se quedaba un momento sobre él.

-Anda, levántate, ya quiero irme-dijo Gabriel, emocionado.

-Pero si tenemos que ir en la tarde-contestó Castiel, sin poder moverse de su cama.

- ¡Igual! Desayunemos y vayamos a la casa de los Winchester hasta que se haga la hora de irnos-arregló su hermano.

A regañadientes, Castiel se levantó y fue al baño, mientras Gabriel preparaba lo que necesitarían para estar un solo día en el lugar. Por lo que sus padres le había dicho, el lugar era como un campo muy bonito. No querían darle detalles para no arruinarlo. También le informaron que ya habían pagado su pequeña estadía en la cabaña. Gabriel sonrió de oreja a oreja y les agradeció. Luego le gritó a Castiel que se apurara. El moreno le gritó, con la voz un poco amortiguada, que se estaba lavando los dientes y que no tenía hambre en ese momento. Gabriel rodó los ojos y sus padres se despidieron de él, recordándole antes de salir que les avisaran cuando llegaran al lugar y diciéndole que no querían enterarse sobre uso de alcohol ni otras cosas. Todo con un tono muy serio.

Gabriel se acabó en menos de tres minutos su plato y fue a buscar a Castiel, que no había salido del baño. Golpeó la puerta bastantes veces y algo rápido.

- ¡Ya sal de ahí!-mandó.

- ¡Ya voy!-gritó Castiel también.

Cuando abrió, Gabriel le lanzó un pequeño bolso. Ahí tenía la ropa de ambos y alguna que otra cosa. Los hermanos salieron de la casa para dirigirse a la de sus parejas. Durante el camino, Gabriel no dejaba de decir que estaba emocionado. Si bien iba con su grupo, era la primera vez que iba a un viaje con Sam. No dejaba de pensar en cómo podían pasarla o cómo podían salir las cosas. Él no era pesimista, simplemente no podía dejar de preguntarse eso. Y Castiel, por su lado, no sabía muy bien qué pensar de todo. Tenía que admitir que no era la primera vez que hacía un viaje con Dean, puesto que cuando fue su «primera vez», el rubio lo llevó hasta un hotel en otra ciudad. Según Dean, había ahorrado desde hacía un largo tiempo para poder pagar una estadía para los dos y había hecho mucho para que sus padres lo dejaran ir. Castiel recordaba eso y luego la expresión en la cara de sus padres cuando volvió a su casa. Él sólo les había dicho que saldría con Dean, pero en ningún momento mencionó a donde, por lo que ellos y Gabriel se preocuparon. Al contarles que había ido a una cita con su novio, sus padres parecieron calmarse un poco, puesto que ambos sabían que Dean era muy buen chico, pero eso no quitaba el hecho de que su hijo no les había avisado nada. Por suerte no lo castigaron. Por desgracia, su hermano era capaz de leerlo como a un libro abierto. Él había sido capaz de darse cuenta de que no estaba precisamente de mal humor, así que sospechaba que algo había pasado. Y el moreno no fue capaz de guardar mucho el secreto.

Caminando llegarían en treinta minutos, pero como Gabriel no era lo suficientemente atlético, decidieron ir en el autobús. El viaje fue un poco tedioso si se tiene en cuenta que no se pudieron sentar y que el bolso que Castiel tenía golpeaba a algunas personas cuando el vehículo frenaba de golpe. Pero más allá de eso, pudieron llegar bien.

Gabriel tocó la puerta y ambos esperaron pacientemente. Quien abrió la puerta fue John.

-Castiel, Gabriel, pasen por favor-dijo amablemente, haciéndose a un lado para que ellos pasaran.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora