capítulo 22

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-kekeke me imagino que sí – se acercó al rostro de ella – lamentablemente para ti, yo no estoy ahogando mis penas. Sólo vine a despejarme la cabeza, y creo que ya lo logré. – Se levantó, tomó el vaso y lo vació. Sacó unos billetes y lo dejo en la barra –que te vaya bien en tu caza de hombres –

 Salió de aquel lugar dejando a la mujer sorprendida y con ganas de haber compartido la cama con él.

Mamori se preguntaba que había hecho mal. Realmente era imposible para ella conquistar al demonio? Tendría que renunciar a eso? Pero ella no deseaba estar con otro hombre. Para su corazón únicamente existía ese rubio con pircings y que usaba armas a diestra y siniestra, era con la persona que quería vivir toda su vida.

Sin poder evitarlo los ojos se le humedecieron.  No obstante, no llego a soltar las lágrimas, no se lo iba a permitir. Tenía que ser fuerte, tenía que intentarlo un poco más.

Se sobresaltó cuando escucho un sonido en la calle muy fuerte, como un auto derrapando. Se levantó de un saltó y fue a ver. Podría haber sido un accidente, tal vez había alguien herido.

Pero no alcanzó a abrir la puerta, pues ésta había sido abierta de par en par por el capitán de Sakyodai.

Ambos se miraron.

Hiruma sintió como caía su estómago al ver que la chica tenía los ojos húmedos, ya que sin querer había dejado caer una lágrima en su apresurada carrera.

-No hay ningún accidente afuera cierto?- atinó a preguntar la ojiazul.

-accidente? De que mierda hablas?-

-nada- con esa respuesta ya sabía que el del sonido tuvo que ser el demonio. Por qué había frenado tan rápido? Era muy temerario.

La castaña se puso a mirar hacia el suelo, se sentía un poco incómoda. Lo había abrazado antes de que se fuera y luego había (casi) llorado por él. En cualquier momento comenzarían las burlas por el demonio. Pero aquello no llegó a suceder.

En cambio en su campo de visión entró la mano del chico, iba directa a su rostro. Mamori quedo tiesa  cuando los dedos del rubio le limpiaron mejilla. En ese instante se percató que una lágrima se le había escapado. El capitán cuando seco su rostro volvió a pasar sus dedos por el mismo lugar, brindándole una suave caricia.

Anezaki contuvo la respiración, qué era lo que pasaba? Por qué hacía eso el chico? Los nervios la invadieron y se sonrojó.

Youichi la miraba fijamente. Observaba las reacciones de la manager atentamente. Quería confirmar su pensamiento de si él era la persona que ella amaba. Inclinó su cabeza hacia ella, se acercaba lentamente, el corazón de ambos se iba acelerando. La chica cerró sus ojos anhelando los labios del quarterback.

Hiruma se detuvo en ese instante. Movió su cabeza hacia el costado de ella y le susurró en el oído –por qué llorabas?-

Anezaki abrió los ojos de golpe y lo empujó suavemente lejos de ella, completamente roja que hasta sentía sus orejas calientes.

-no estaba llorando!- le dijo elevando la voz “dios mío, por qué cerré mis ojos?? Hiruma se tuvo que haber dado cuenta que esperaba un beso!”

-no mientas- le acusó el chico que volvió a dar un paso hacia ella

-n no lo hago!- aseguró la castaña retrocediendo un paso

-entonces que era eso de antes? Agua?- le dijo con sarcasmo

-pues mm no…yo bueno si estaba llorando- reconoció – pero no te puedo decir la razón- agregó casi murmurando

La miró decidiéndose a obligarla o no a soltar el motivo, pero eligió no hacerlo -está bien maldita manager, tú ganas-

La sombra detrás de mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora