Capítulo I: Él

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En la actualidad

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En la actualidad

Cabe la remota posibilidad que mis palpitaciones y la creciente confusión con dosis de pánico —que estoy sintiendo— me siembre la duda de aceptar el anillo que está colocándome. Él sonríe, yo también automáticamente, pero no entiendo el porqué de mi estado interior.

Es el día más esperado para toda mujer que sueña con algo serio, formal, se vuelve realidad. Tendría que estar sonrojada, tapándome la boca en sorpresa y derramando una que otra lágrima de emoción. Lamentablemente, estoy siendo un robot. Seca, sin los sentimientos correctos para este momento.

Ni la piel fría que borda sus manos me despierta. Siento sí, pero no como yo quisiera. Los invitados a la exposición cinematográfica de cortometrajes latinoamericanos esperan su siguiente movimiento. El tan anhelado...

—¿Quieres casarte conmigo, London? —Su dulce voz y su mirada ensoñadora me carcome el corazón. Ese pequeño hoyuelo en la comisura de su sonrisa cautiva cada parte de mí. Mirándolo con más atención, puedo fijarme en que esta noche se ha esmerado en su presentación. El traje elegante color gris sobrio que resalta sus ojos oscuros, engalana su alta figura. Mío. Adam es mío.

Este es el momento que he esperado desde que lo conocí. Me enseñó que existen hombres buenos. Tomó todo lo roto en mí y lo reparó. Sostuvo en sus manos mis inseguridades y las pulverizó. Puede ser que en cierta medida me haya dejado moldear por él. Aunque de una manera buena. Hay paz. No lloro. No estoy a la expectativa de qué pasará, porque con Adam todo es puro, íntegro, amoroso y bueno.

—Sí. —Con eso acepto ante todos que soy suya.

Incluso las cámaras de televisión, fotógrafos y asistentes que se creen paparazzi con teléfono en mano están haciendo que esto sea más grande. Más personas lo verán. Incluso él...

¡No!

No lo hagas, London.

¿Qué es eso de recordarlo justo aquí, justo ahora?

—Te amo. —Capta mi atención. Su declaración nunca había sido más fuerte que ahora. Acuna en sus manos mi rostro. Su expresión refleja tal fidelidad a sus sentimientos por mí. Se acerca, aspira mi aire, sus labios tocan los míos y hace lo racional. Lo que él anhela y lo que yo estoy dispuesta a dar sin importarme los demás. ¿Cuántas parejas no se han dado beso con público presente esperando a que eso suceda? ¿Cuántas?

Adam.

Adam.

Me dejo caer en ti.

Los aplausos opacan el ruido de los flashes. No quiero abrir mis ojos. Necesito absorber sus emociones y que éstas se apropien de mi cuerpo. Todavía siento esa maldita duda que por muy efímera que sea me atormenta. Suelto un suspiro al sentirlo despegar sus labios de los míos. Bienvenida, realidad.

—¡Queremos la exclusiva, Adam! —Los reporteros acortan la distancia que habían mantenido por respeto, y por exigencia de los guardaespaldas de Adam claro.

Su mano rodea mi cintura por detrás. Es su forma de decirme que puede manejar esto. Recuerdo que dudé a mitad de la relación seguir con él, porque esta parte de su vida me aterra. Es su trabajo. ¿Por qué no aceptarlo? No me gusta ser expuesta a un país, a un continente y al mundo —si eso es fuera posible—, pero lo necesito. Lo quiero conmigo. Es todo lo que una mujer sensata podría desear.

—¿Te casarás este año? —Abordan a Adam con micrófonos.

Agradezco que no lo hagan conmigo. Asumo que por ser el famoso se lleva toda la atención. Después de todo, soy solo la chica nueva a quien le ha propuesto matrimonio.

—¿Cuántos hijos piensan tener? —Me sobresalto. Miro a Adam, instintivamente. Una joven reportera de traje satín rosa espera la respuesta. Él esquiva esa pregunta para responder otra.

Siguen las entrevistas, las fotos y mi mundo se queda estático en esa pregunta. Sé porqué. Adam no sabe cierta parte de mi pasado. Un pasado donde incluye la palabra hijo. Uno muy doloroso. Mis ojos pican en ardor por el intento de unas lágrimas deseando ser protagonistas. Pero fallan. Yo las hago fallar.

Busco distracción. Miro a mis costados. La sala de eventos es gigantesca, parece eso salones de fiestas para bailes de la realeza, excepto que aquí la elegancia de fotografías de las diversas películas, a tamaño de cuadros de pinturas de exposición, opacan cualquier intento de decoración extra. Esas imágenes son las protagonistas, pero Adam ha logrado con su propuesta matrimonial captar la atención por estos minutos.

Observo los grandes pilares que rodean los costados del salón. Me pregunto cuánto tiempo les tomaron envolver el hilo de luces blancas navideñas alrededor de éstos. Cerca del banquete un mesero tropieza con otro haciendo que el primero se golpee justo con un pilar detrás de él. Las bebidas caen al suelo. De inmediato, el segundo ayuda a su compañero. Es un desastre, pero para fortuna de ellos todos están distraídos en mi dirección.

Suspiro. Erróneamente no retiro mi mirada de ese sitio y lo empiezo a lamentar. Mi corazón, mi alma, mi todo lo hace. Lo veo. Es él. Está ahí. Parpadeo. Imposible. Tal vez es alguien más. Sí, debe ser eso. ¿A quién miento? Es él.

Me mira. Da uno pasos hacia atrás. Al parecer, él ha sido primero quién ha tropezado con el primer mesero.
Se arregla su saco sin perder contacto visual conmigo. Me ahogo. Algo dentro de mí me suprime. ¿Qué haces aquí? ¿Acaso vienes a comprobar si soy feliz después de ti? Vete.

Vete, Random.

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✓Deseo que sepan que si me demoro en actualizar es por la universidad. Esta semana es de parciales. Pero tomé mi tiempo y aquí estoy. #Haciendosufrir.

✓De verdad, gracias por estar aquí.

Tú © - [Serie Apariencias] [Libro #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora