Capítulo XI: Encuentro

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—¡Déjame, imbécil! —Su grito resuena en mi cabeza, aunque sea solo una vez que esas palabras salen de su preciosa boca.

Pero duele.

Duele ver y sentir el desprecio con el que deshace mi tacto de su mano.

—¡Déjame! —grita, una vez más.

Ahora cierne la atención de todos sobre nosotros. Esperaba algo así. Es tan diferente observarla de lejos, pero esta noche que la tengo cerca es... es... no sé cómo describirlo. Necesito sentir su tacto de nuevo tan solo un segundo. ¿Es que acaso no ve que me destroza por dentro su indiferencia?

—Cálmate, London —sugiero, pero veo en su rostro claramente que lo toma como una orden.

Se enfurece más.

No da tiempo a que me levante del asiento cuando se dispone a salir del salón. La sigo como puedo. London no puede irse. Debe verlo. Debe conocer que él no es para ella. Pasa entre los asistentes furiosa.

La pasarela inicia para aislar el momento que provocó London. Voy desesperado por no perderla de nuevo. Antes de que pueda cruzar las puertas deslizantes del hotel, la alcanzo a rodear entre mis brazos. Se remueve. Algunas personas que merodean el sitio nos observan.

—Cálmate, London. —Refuerzo mi agarre para que no tenga posibilidades de huir—. Necesitamos hablar, mi vida.

Mi vida.

Se calma.

Veo la expresión de su rostro a través del cristal. Su reflejo es exquisito como triste. Siento un golpe en el corazón tan profundo. Lucho con la frase "esto no fue una buena idea". Puede ser. Por supuesto que es una estúpida idea. Pero me niego a perderla.

—Ya no me hagas más daño te lo ruego —solloza.

Me desquebrajo por dentro. Estoy roto. La mujer que amo me ruega que no le haga más daño. Y soy el único responsable de las lágrimas que arruinan su maquillaje. Aquel que deseó lucir con su amado, porque creyó que era el de la invitación por la inicial en la nota. ¿Y acaso eso no es lo que quería que pensara? ¿Tal vez fue muy pronto el acercamiento?

La suelto.

Me despejo de su calor.

Se apresura en cruzar la puerta, pero...

—¿Lo amas? —Me veo tarde reaccionando en callar aquellas palabras que se filtran por mis labios.

Se detiene un pequeñísimo centímetro de la puerta antes de que esta se abra. Espero su respuesta. Quizás solo se detiene por lo sorpresiva que es mi pregunta o, con lo buena chica que es, no desea darme la respuesta que de seguro me lastimará. Pero no llega. Se va.

—¡London! —suelto tan alto que no me importa que me escuchen, porque su huida... su huida de mí es sinónimo de dolor.

Siento el desliz de una lágrima por mi mejilla que seco instantáneamente. Recupero fuerzas. London se habrá ido, pero él asistirá a la subasta. Así que, solo espero. Si lo va a amar que sea con todos los defectos que sé que ella los desconoce.

Veamos si crees que no moveré mis fichas.



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Tercer capítulo de la maratón de hoy. 

Se viene un cuarto.

Tú © - [Serie Apariencias] [Libro #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora