Capítulo VI: Asalto

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El hombre con fachada de mendigo mantiene apuntando el rifle en dirección a mi compañera

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El hombre con fachada de mendigo mantiene apuntando el rifle en dirección a mi compañera. Su objetivo debe ser el cajero, pero nosotras bloqueamos su meta. Miro de reojo a Brenda. Ella tiene anclada su mirada en el arma. Me aferro más a su brazo. Creo que estoy temblando.

—¡Al suelo! —grita el pelirrojo con barba larga y descuidada.

No le damos oportunidad a repetir la orden, porque ambas nos tiramos al piso acostadas y con la cabeza de lado, mirándonos con la esperanza de que la situación no vaya a mayores. Los pasos avanzando del asaltante resuenan en el piso. Puedo ver la mirada angustiada de Brenda y temo que haga algo que nos perjudique a todos en la farmacia. Sin contar que solo somos las dos que estamos de clientas y el cajero.

—¡No sé muevan! —ordena el asaltante, pasando cerca de mi cuerpo.

Sus pasos son desafiantes a medida que escucho pasar por mi lado. Modulo con mis labios hacia Brenda un "no te muevas". Ella asiente lentamente. Sus ojos empiezan a enrojecerse con la anunciante llegada de lágrimas resbalar por sus mejillas, y no dudo que yo esté a punto de pasar por lo mismo.

—¡Abre la caja! —exige el asaltante.

A este punto, lo único que hago es pedirle a Dios que no nos haga nada mas, solo se lleve el puto dinero y se vaya sin disparar el arma. El asaltante sigue insistiendo en que el cajero abra la caja, eso solo significa que no quiere cooperar su asaltado. ¿Cómo alguien puede poner su vida en riesgo por dinero? Todo en silencio y la única voz que se escucha es la de nuestro atacante.

—¿Por qué demoras? —grita.

El sonido del seguro del arma quitándose me deja aterrorizada. ¿Piensa disparar? El cajero balbucea algo que no logro entender. La sirena a las afueras del local me anuncia lo peor. El hombre de la caja debió presionar el botón de emergencia que existen debajo de la caja registradora por lo usual y me temo que el asaltante lo capta también.

—¡Maldito imbécil! —Su voz es desquiciada.

Estiro mi mano y agarro la de Brenda para que sepa que estamos juntas en esto, que no está sola y que sea lo que sea que pase soy su apoyo. El arma se dispara. No grito y agradezco a Dios que Brenda tampoco lo haga. Nos miramos fijamente todo el trayecto en que se escuchan los pasos del asaltante merodear en la farmacia.
Nuestra conexión se corta cuando mi cuerpo es bruscamente levantado del suelo por los cabellos.

—¡Detente! —suelta Brenda, y enseguida niego con la cabeza mirándola.

Se calla.

No dice más.

Pero yo ya estoy siendo llevada hacia la puerta de entrada de la farmacia.

—Voy a mostrarles que me llevaré las vidas de ustedes si es posible con tal de no ir preso de nuevo —dice el asaltante, todo agitado.

Salimos.

No sé si alegrarme por ver una patrulla o asustarme de que puede ser en pocos minutos un cuerpo tirado en la calzada.

—¡Alto ahí! —ordena un policía de los que se encuentran apuntando hacia nosotros desde el auto.

Tiemblo.

Siento el brazo del delincuente rodear mi cuello.

—Le voy a disparar a esta mujer y a otra más en el interior si no me dan un millón de dólares en efectivo —exige el asaltante.

¿Está loco?

Ahora estoy más consciente del olor a licor que emana el aliento de este hombre. Terminado su amenaza, lentamente ingresamos hacia el interior donde me tira al suelo cerca de Brenda y aprovecha ese movimiento para apuntarnos con el arma. Busca entre nuestras pertenencias y toma los celulares, pisando cada uno con sus zapatos de leñador.

—No volveré a la cárcel —anuncia—. Si es posible moriré antes de que eso suceda y me las llevaré conmigo en el proceso.

Por instinto Brenda se sienta y me abraza. Las dos nos acomodamos cerca de un pilar sentadas con las piernas recogidas y sobre todo apegadas una a la otra. El hombre da vueltas por el lugar asegura todos los lados posibles de entradas, además de revisar por las persianas de las ventanas el panorama afuera. Y nos tiene así por un buen tiempo. Se escuchan más patrullas llegar. Siento que hasta ya somos noticia del primer reportaje matinal.

—London —empieza a decir en susurro Brenda, pero todo se acorta cuando un teléfono empieza a timbrar.

Nos miramos ambas con la expresión asustada, porque ese puede ser un motivo para que el hombre que viene en dirección hacia nosotras —con el rostro desquiciado— nos mate. Nos echa un vistazo y luego cuando el timbre es más insistente nos fijamos que viene cerca de la caja.

—¡Anda, contesta tú! —ordena, apuntándome.

Me levanto cautelosa con el arma apuntado detrás de mí. Voy hacia la caja rodeo la entrada y veo el cuerpo del cajero en un charco de sangre y con los ojos abiertos sobre el suelo. Trago saliva. Diviso un teléfono de cuerda en un banco de madera cerca del cuerpo del hombre. Paso por encima de él.

Tomo el teléfono de su agarradera para contestar, pero la voz al otro lado de la línea se adelanta.

—London, sé que eres tú.


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✓Disculpen la demora o más bien la ausencia.

✓Prometo recompensar todo eso con maratón, y éste es el primer capítulo de hoy. Dentro de un par de horas subiré el otro.

✓Estoy de vacaciones así que, ahora sí puedo dedicarme al 100% a la novela que amo.

Tú © - [Serie Apariencias] [Libro #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora