Capítulo XVI: Diagnóstico

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Odio lo que tenga que ver con hospitales. El olor. Las medicinas. Las batas. Los aparatos. El sonido de emergencia de las ambulancias... Todo.

Estoy esperando que alguien conocido ingrese por la puerta. Pierdo esperanzas al minuto. Cuento los 60 segundos y luego vuelvo a reiniciar el conteo. Al menos eso me ayuda entre ratos. Sigo sin recordar qué me trajo aquí. Y eso me frustra.

No sé si es la sedación, pero no siento mucho mi cuerpo. Sigue contando, London. Pronto alguien vendrá a verte. Te sacará de este lugar. Pronto.

Tan rápido como inicio mi conteo aparece alguien. ¿De mi agrado? No. Es el médico. Un hombre conservado. Asumo de mediana edad. Su seriedad no me gusta.

—¿Cómo te sientes? —pregunta, mirando su plantilla. Recuerdo su voz. Es "él".

Mira y mira. Alza un papel y después vuelve al primero. Entorno mis ojos. Quiero respuestas. Quiero saber por qué estoy aquí. Antes de poder decirle algo, interviene:

—Bueno, London. —Alza su mirada, fijándola en mí. Lo siento ver profundo como si me conociera, pero sé que eso no es real. Solo lo hace para conectar ante la noticia que me va a dar. La mayoría de los médicos lo hacen. Crear una empatía con sus pacientes—. Debes ser fuerte.

¿Ser fuerte?

No, eso no va bien.

Agarro —como medio de contención a mi preocupación— un puñado de la sábana con ambas manos que las tengo casi pegadas a la camilla. Asiento. No quiero decir algo. Sé que hay un trasfondo horrible ante su "debes ser fuerte". Aunque no me quiero adelantar con suposiciones.

Veo su nombre en la bata.

Vladimir.

—¿Sabes por qué estás aquí?

Niego con la cabeza.

Él se acerca un poco más. Revisa el suero. Y chequea la máquina que monitorea mis latidos.

—¿Qué tanto te acuerdas sobre antes que perdieras la conciencia? Donde estabas, qué hacías, con quién estabas...

Respiro.

Miro hacia la puerta.

¿Dónde estaba? ¿Qué hacía? ¿Con quién estaba?

Lo recuerdo. Las preguntas encienden una chispa dentro de mí. Lo recuerdo a... No, no lo nombres. Luego ir al departamento de Brenda. Me sentía fatigada. Desorientada. Herida. Y tantas emociones más que solo escucho la voz de Brenda decir mi nombre.

—Me desmayé —digo, finalmente.

Me mira.

Creo ver sensibilidad en su mirada.

—Tuviste un aborto espontáneo. —Mi mundo se detiene. Siento como algo se rompe dentro de mí. Y no estoy preparada para lo siguiente que dice—. Se da en la mayoría de los casos cuando se ha pasado por un aborto anterior de riesgo. El siguiente nacimiento es complicado. ¿Sabías que estabas en gestación?

Niego con mi cabeza.

Mis ojos arden.

Pero me abstengo de llorar.

No quiero derrumbarme ante un extraño. Necesito a Adam. ¿Por qué no está aquí? ¿Dónde estás, Adam?

—Estoy es difícil, pero... —El médico ubica una mano suavemente en mi hombro como si eso me ayudara a saber que tengo su apoyo cuando debería ser el padre de mi hijo quien esté aquí. ¿Dónde estás, Adam? ¡Maldición!—. London, no podrás ser madre.

¿Has escuchado alguna vez el sonido que hace una copa de vino al estrellarse contra el piso y ver cómo se rompe en varios pedazos?

Así estoy.

La copa es mi corazón.

El suelo mis esperanzas.

El sonido es el grito de mi dolor.

—¿Alguien más lo sabe? —Me mira confuso— Sobre... —Me cuesta decirlo. ¡Dios!—. Lo de no poder ser madre.

Su rostro muestra una ligera desmotivación.

Un hombre llamado Adam que se identificó como su prometido.

—¿Por qué no lo dejó pasar aquí conmigo?

Adam está aquí y el médico no lo dejó pasar para que me dé apoyo moral con la noticia. Pero, ¿Qué clase de médico es? Siento rabia. Estoy furiosa. Mi adrenalina sube y el dolor en cierta parte de mi cuerpo confirma la noticia que hace pocos minutos me doy el doctor.

Me rompo más.

Y no queda nada de mí cuando escucho su respuesta.

—Se fue.



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¡MARATÓN! 3er capítulo.

Y me voy también.    </3

Gracias por seguir aquí. Siempre lo digo, pero no me cuesta una vez más dar gracias. Las quiero. Son geniales. 

Tú © - [Serie Apariencias] [Libro #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora