Capítulo XXXII: Destruir

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Mentí.

Y sigo, mintiendo mientras el doctor me hace preguntas que son rutinarias para alguien en mi estado. No me arrepiento. Ni siquiera sabiendo que él está aquí conmigo. Quise flaquear cuando vi su rostro cargado de preocupación y esperanza, recibiéndome ante la realidad que de apoco se iba esclareciendo.

Y ahora estoy aquí, siendo una mierda.

A pesar de no ser capaz de girar un poco a mi izquierda y verlo, sé que ese ruido de alguien levantándose, de alguna base en la que se encuentra, es de él. Sobre todo, cuando escucho sus pasos alejarse de mí y terminar por sobresaltarme con el estallido que hace la puerta de la habitación. No sé si es por ser abierta o cerrada, pero lo único que tengo en claro es que él ya no está.

Mi corazón lo sabe.

Todo en mí lo sabe.

Jodidamente, ¡No soy estúpida!

Sé que la voz de mi última llamada que me trajo hasta aquí era la de él, aunque no sé cómo tengo su número en mi lista de contactos. Algo que se vuelve de menos importancia en este momento.

El hecho de que sea él quien me recibió al despertar me confirmó y confirma muchas cosas. Y aunque él no lo sepa, estoy mintiendo por él.

Por salvarlo.

Y porque esta es mi venganza personal.

—Se llamará al número que nos ha facilitado —anuncia una enfermera—. Haremos todo lo posible para que la persona que solicita esté informada de su situación y pueda estar aquí con usted.

Asiento, adolorida, aunque con una extraña satisfacción por dentro. Me pregunto si así se siente la venganza.


Voy a destruirte, Adam.


Tú © - [Serie Apariencias] [Libro #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora