—Ayer estabas aceptando ser su esposa y hoy estás buscando una prueba de embarazo en una pequeña farmacia lejos de tu ciudad. O sea, Brooklyn. ¿Entiendes lo raro? —suelta Brenda, lo suficientemente bajo para que sea la única en escucharlo, mientras busco en la estantería al menos tres pruebas de embarazo diferentes.
Las tomo.—Ten. —Se las extiendo.
—¿Tres?
Suspiro.Dejo de ver la estantería y me enfoco en ella que se encuentra a mi lado. Sus ojos mieles me interrogan en silencio. No solo quiere saber por qué llevo tres, sino también por qué la llamé a las 08:00 a.m. un domingo para venir aquí por una prueba de embarazo. Por supuesto que ahora llevo tres. Lo cual no importa. El punto es que... ¡Mierda! ¡Estoy comprando pruebas de embarazo para mí!
Respira, London.
Respira.
Finalmente, me desahogo:
—Con toda la semana de la preparación del evento de Adam... —Miro hacia arriba de reojo y vuelvo mi atención a Brenda. No sé. Tal vez espero que esto no sea una mala pasada. No me refiero a que no espero estar embarazada. Solo que me da miedo un poco ser madre otra vez—. No me fijé que tenía retraso de días hasta hoy en la madrugada.
Entrecierra sus párpados. No es cuestión de descuido. En realidad, Adam quiere ser padre. Tan solo unas semanas atrás habíamos acordado que no nos cuidaríamos más tras su palabra de un compromiso formal ante su familia. No pensé que esto sería rápido. He sabido de parejas que demoran en ser padres después de la suspensión de inyecciones anticonceptivas.
Brenda lo sabe. Sabe lo que acordamos con Adam. Se retira un mechón de su cabello negro que obstruye su visión. Su mirada inquisidora, fija en mí, como diciéndome qué ocurre, por qué te ocultas el rostro con la capucha de tu abrigo, por qué miras por todos lados con cautela...Brenda no sabe algo. No sabe nada acerca de Random. Ni quiero que lo sepa. No quiero contárselo a nadie. Es mi más íntimo secreto de vida. Y si lo trajera a colación en el presente, siento que él volvería. Algo me dijo en ese centro médico hace cuatro años que él no podía estar muerto cuando recibí la carta. Así que, fui —apenas pude estar de pie— a su casa, y él ya no estaba. No había nadie. Todo estaba vacío. Tres días pasaron desde la carta y mi sedación por histeria para rogarle a Dios que estuviera vivo. Tres días que al final tras ir a su búsqueda acabaron con mi esperanza a su desaparición.
Ayer lo vi.
Me dije que es ilusión, que él no podía estar ahí y, si hubiese sido real, pudo comprobar que pude hacer una vida diferente. Una sin él. De cierta manera, espero que esté muerto, porque las palabras en su carta lo que hizo fue hacer que se afianzara mi amor por él. Arriesgar su vida por la mía y la de nuestro hijo no nacido es el acto más puro de amor.
—Algo no está bien —pienso, en voz alta.—Te iba a decir eso mismo. —Asiente Brenda.
Niego con mi cabeza.
Algo no está bien, porque mi corazón late desenfrenado con solo decir Random. Late descomunalmente rápido con recordar su imagen de ayer. Es una ilusión, London.—No, no... —Aclaro mi garganta—. No es eso lo que quise decir —Paso mi brazo por su hombro y la obligo a girarse para ir ambas hacia la caja—. Acompáñame a mi nuevo hogar y así tenemos un día de chicas.
—Claro, mientras me aleje del estresante ruido de mi barrio, con gusto —dice, animada.
Brenda vive en Brooklyn, aunque espero acepte mi oferta de vivir conmigo en Manhattan por nuestro negocio. No es viable que viaje en metro todos los días para ir a la universidad y luego a la tienda.
A medida que nos acercamos, la campanita de entrada resuena cuando alguien ingresa al sitio. Capta la atención de ambas. Incluso la del hombre de la caja. Obligadamente, me quedo estática. ¡Dios!Un tipo con un rifle en mano con los ojos desorbitados. La locura en su mirada es tal que me aferro a Brenda.
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✓Aquí está el otro capítulo.
✓Voy a subir uno.
✓Gracias por ser paciente con mis actualizaciones.
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Tú © - [Serie Apariencias] [Libro #3]
RomanceAdvertencia: Debes haber leído Random y London para ingresar a esta obra. Random, ¿Qué puedo decir de él? London, ¿Qué puedo decir de ella? London creyó dejar atrás todo lo que pudiera recordarle a Random. Más de Cuatro años que nada la ata a...