Siento frío.
Demasiado para mi gusto.
Aun así, no puedo observar a mi alrededor. Todo es oscuro. Mis brazos están levantados con una atadura a las muñecas que me obliga mantenerlos así. Mis pies están descalzos que es fácil acceder al frío del piso duro y resbaladizo. Intento controlar mi respiración.
Pero esta no se controla, porque la oscuridad ya no existe.
Hay luz.
Puedo verlos a todos.
Ellos me observan.
Soy el fruto de su perversión situada en este sitio. Bajo mi mirada hacia mi vestimenta. Una fina túnica larga blanca cubre mi cuerpo. Estoy expuesta ante todo un público. Están observándome como si vieran algo exótico.
—¿Quién salvara a Beatriz del pecado? —Una voz masculina al otro lado de la caja de cristal llama mi atención. Se encuentra interactuando con los asistentes. Aunque la luz sea rojiza soy capaz de divisar al hombre.
No lo conozco.
Ni siquiera sé quiénes son la mayoría de los presentes. Intento descifrar donde estoy. Lo intento con desesperación hasta que por la boca del mismo hombre y el ruido de una puerta detrás mí abriéndose me lo dice todo.
—Bienvenidos al Heaven... —Mi respiración se acorta—. Bienvenidos a la primera subasta vip del presente año. Así que como se imaginan acaba de darse la campanada hacia un nuevo inicio.
Todos aplauden.
Se ríen.
Brindas con sus copas.
Y yo aquí.
—Para esto es para lo único que sirves... —Ese susurro.
Sin contemplación clava sus dedos en ambos costados de mi cintura. Adam. Su voz es reconocible. El monstruo está aquí. Me rodea para posarse hacia mi frente.
—Parece que la bestia ha venido por su presa —intercede el hombre de hace minutos.
Adam me mira.
Fijo.
Sus ojos encandecen de lujuria a pesar del antifaz negro que cubre la mitad de su rostro. Su cuerpo semidesnudo por nada más que un pantalón de tela negro se interpreta por si solo con necesidad de posesión.
—Y pensar que tu salvador está observando tu destrucción —se regocija.
No inclino mi cabeza.
No demuestro que me quiebro.
No sé qué quiere decir con esas palabras. Ya no sé si realmente las dijo, porque ahora la música etérea empieza a invadir el escenario. Él se acerca. Sus manos recorren mi cuerpo con seducción.
Cierro mis ojos.
No pasa mucho para que su rostro se entierre en mi cuello y deslice su lengua a lo largo de este. Siento ganas de vomitar. Prácticamente, hoy seré violada ante estas personas.
—¡No! —grito, abriendo mis ojos de golpe.
Voy a dar batalla.
No dejaré que lo haga sin antes haber luchado.
Aunque mi reacción tiene un efecto diferente ante el público. Ellos alaban mi grito. ¿Creen que esto es parte del espectáculo?
Enfermos.
—Nadie va a creer que estás sufriendo, London. —Su declaración me cae como un golpe al estómago. Retrocede y me mira, soltando una corta sonrisa que demuestra que él es el vencedor.
—Acaba con esto rápido —suelto, y él no parece gustarle.
La música da un giro hacia un tono más alto, violento y lascivo. Entonces, él lo hace. Se va contra mí y con sus manos desgarra la prenda que poco y nada hacía el favor de cubrir mi piel.
Estoy desnuda.
Expuesta... totalmente expuesta ante una audiencia.
Que se termine esto, por favor.
ESTÁS LEYENDO
Tú © - [Serie Apariencias] [Libro #3]
RomanceAdvertencia: Debes haber leído Random y London para ingresar a esta obra. Random, ¿Qué puedo decir de él? London, ¿Qué puedo decir de ella? London creyó dejar atrás todo lo que pudiera recordarle a Random. Más de Cuatro años que nada la ata a...