James.
Se me ocurre decirle "James". No entiendo por qué no digo mi nombre. Es hermosa. Me atrae aun con el antifaz, ocultando la mitad de su rostro. Deseo saborear esos labios carmesíes.
Despliega un derroche de sensualidad con sus movimientos. El intervalo de luces de colores en el sitio hace que el enfoque que se hace a su rostro en un tono azul sea como si el cielo mismo está en mi purgatorio. Soy cuidadoso con mis manos. Tengo toda esta mierda dentro de mí de querer agarrar su trasero. Me contengo.
Dejo que me seduzca. Siento que busca lo mismo que yo. Una noche, o quizás unos minutos. Su respiración cala en mis sentidos cuando sus labios rozan cerca de mi cuello. Me siento enfermo. En la forma en que ardo de deseo.
—Acompáñame —la escucho susurrar a mi oído.
Quiero interpretar eso con un "terminemos esta noche de otra forma", pero tal vez quiera que la acompañe por una bebida y luego despedirse. Toma mi mano. Me lleva entre la multitud. Me dejo ser su marioneta. Quiero ver hasta dónde está dispuesta a llegar.
No pregunto.
Ni siquiera cuando me lleva directo al baño de hombres. Las personas que están tan cerca del sitio están tan ebrias o en su rollo de pasión que ignoran su entrada al baño equivocado. Ingresamos. No hay nadie. Me hace un lado para enfocarse en la puerta de entrada y ubicarle seguro. Doy unos pasos hacia atrás. Veo mi perfil en el espejo del lavamanos. Esta situación es una locura. Es la primera vez que puede que esté con una mujer a quien el rostro no conozco.
La observo.
Parece nueva en esto.
No sabe que no debe ubicarle seguro, porque puedo ser un violador o asesino y el seguro solo obstruirá la entrada de alguien que podría venir en su ayuda. O tal vez soy yo quien está en peligro.
—¿Tienes condón a la mano? —interrumpe mis pensamientos al tiempo que voltea.
Tengo suerte de traer conmigo la máscara, porque esta también sería la primera vez que una mujer me avergüenza con esa frase. Soy yo quien actúa primero en esa parte.
Asiento.
—A ver deja verlo... —se acerca—. Debe estar sellado y en buen estado.
—Es nuevo —recalco.
Me hace sentir avergonzado y ahora desconcertado.
Saco el condón de mi saco en su respectivo paquete. Se lo extiendo. Ella lo toma y lo revisa detenidamente. Quiero reír en esta parte. No es como pensé que una noche de sexo desenfrenado con una extraña empiece así.
—¿Convencida?
Alza su mirada hacia mí.
Asiente.
—Póntelo —ordena, extendiéndomelo.
Mi mano tiembla. ¿Es real? Y No sé por qué tengo esa reacción. ¿Será por su orden?
ESTÁS LEYENDO
Tú © - [Serie Apariencias] [Libro #3]
Roman d'amourAdvertencia: Debes haber leído Random y London para ingresar a esta obra. Random, ¿Qué puedo decir de él? London, ¿Qué puedo decir de ella? London creyó dejar atrás todo lo que pudiera recordarle a Random. Más de Cuatro años que nada la ata a...