Halloween.
—¡Feliz cumpleaños! —Alzan sus copas todos al unísono.
Soy el centro de atención. Trato de sonreír. Los últimos años me estaba acostumbrado a mi cumpleaños con la sola compañía de mi sobrina y la esperanza que alguien más pronto se nos uniría, pero ahora que sé que no es así se siente un vacío inexplicable. Un hueco en el pecho que no puedo llenar con nada. Ni cuando Amy sonríe o intenta levantar mi estado de ánimo con alguna ocurrencia.
—¡Feliz cumpleaños, Rod! —Los asistentes toman lo que resta de la champaña de sus copas.
Alzo ligeramente la mía.
Frank se acerca con los brazos extendidos. Nos abrazamos. Siento la serenidad en él, todo desde que pudo vender el Heaven. Pero la tensión en mis hombros lo hace retroceder y deducir qué me pasa.
—Es ella, ¿verdad? —Pone sus manos en mi hombro.
Asiento.
En otras circunstancias estuviera riéndome del ridículo disfraz que porta. Pero no tengo ganas. Ver a mi amigo vestido de Mario Bros no es algo que se vea todos los días. Me mira. Sabe que muy dentro de mí se burla de su elección.
—¡Vamos! ¿Qué esperas para reír? —Vuelve a abrazarme— Lo hice por ti.
No proceso totalmente sus palabras cuando unos bracitos rodean mis piernas. Amy. Se supone que ya celebré temprano con ella mi cumpleaños. Frank se aparta, agarrando mi copa en el proceso. La señora Lucía tiene una hora de regreso de la fiesta de Amy en casa de una de sus amiguitas de la escuela. La observo. Ella sonríe. Al parecer soy el único aguafiestas aquí.
Por ella sonrío. Me agacho para agarrarla por la cintura y elevarla en los aires. Ella empieza a reír. Debe ser media noche. Sujeto a Amy hacia un costado y logro ver en mi reloj de mano la hora. Efectivamente, estoy en lo correcto. Ella está en casa a la hora acordada. Soy yo quien ha extendido la fiesta más de la hora que se estableció para mi celebración.
Me acerco a Frank y le comunico que es hora de despedir a los invitados. Él al principio se ve poco convencido, pero accede. Después de todo, es mi hogar. Le di un sí para que celebrara mi cumpleaños, pero con condiciones. Y una de esas es la hora de finalización de la celebración.
—¿Cómo te fue en tu fiesta, Amy? —Acomodo la diadema que lleva sus rizos hacia atrás.
—Había un niño que dijo que mi disfraz de hada madrina... —Hace una mueca—. No servía si no cumplía deseos.
Niños.
—¿Y él de qué estaba disfrazado? —La llevo hacia uno de los sofás que limpio previamente antes de sentarla ahí y sentarme a su lado.
—Del hombre araña.
Amy se acomoda sus alas brillantes que le fastidian al recargar su espalda al sofá.
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Tú © - [Serie Apariencias] [Libro #3]
RomanceAdvertencia: Debes haber leído Random y London para ingresar a esta obra. Random, ¿Qué puedo decir de él? London, ¿Qué puedo decir de ella? London creyó dejar atrás todo lo que pudiera recordarle a Random. Más de Cuatro años que nada la ata a...