—¿Random? —suelto, incapaz de evadir la sorpresa.
Voltea.
Su mirada se queda estancada entre mi silencio y el ligero movimiento de sus labios, intentando decir algo. Pero no dice nada. Solo vine por un chequeo ginecológico. Una cierta parte de mí me gustaría que haya una posibilidad de maternidad. Que digan: ha sido una equivocación, señorita. Y ahora esto aquí, viéndolo a él con una vestimenta rara.
Muy rara.
Quiero reír.
De verdad quiero hacerlo.
Me pregunto si se cambió de bando. Sorprender a un ex en modo "especial" "¡Qué mañana más colorida!" "Quiero banana, no pie de manzana" ... bueno tú entiendes, eso es como: No era yo, era su gusto secreto.
—¿Qué haces aquí? —dice, finalmente.
¡Oops!
Eso duele.
Su voz denota un interés común como si de una conocida más se tratara que por formalidad introduce un diálogo de conversación algo corto para no quedar como idiota.
—Yoo..
—¡Tío! —grita, detrás de mí una voz infantil. La conozco. Volteo para confirmar que no me equivoco.
Sí, es ella.
Está grande.
Solo veo cómo Random pasa de mí y se dirige hacia ella para cargarla entre sus brazos. No puedo evitar que los recuerdos me llenen con una sensación de celos y dolor. Sí, celos. ¿Por qué? Porque hubiese sido nuestro hijo el que ahora él tuviera entre sus brazos, viéndolo con la misma o mayor adoración de como la ve a ella. Y dolor, porque mi pensamiento es egoísta. Yo no soy así.
La niña me mira. Sonríe. Trato de corresponder a esa sonrisa, pero no puedo. Veo que le dice algo al oído de Random y éste termina por negar con la cabeza. Empiezo a sentir que no encajo. No pertenezco a esta escena. Yo debo estar ahora en otro lugar.
—Adiós —suelto, antes de que Random logre dirigir su atención en mí.
Me volteo.
Empiezo a caminar con algo de apuro por el pasillo. No importa si después me toque regresar a recepción para confirmar mi cita. Solo no quiero estar cerca de ellos. Me voy esquivando a una pareja de enfermeros que acompañan a su paciente de sillas de ruedas.
—Trágame tierra —murmuro, cuando veo el final del pasillo.
Me recargo en la pared; justo al lado de un masetero. Miro hacia mi derecha para ver si él me sigue; no sé. Pero no hay nadie detrás de mí. Solo soy la loca que cree que su ex la seguirá, porque todavía no la olvida. Nada. Él se olvidó de mí.
Y claramente eso no debe de afectarme.
Pero muy... muy en el fondo es como una punzada a mi corazón. Respiro. Me decido a hacer esa cosa por la que estoy aquí. Cuento hasta sesenta. Un minuto si lo hago como si estuviera contra reloj.
Termino mi conteo y me dispongo volver a recepción. Miro dentro de mi bolso para sacar mi identificación. No la encuentro. Rebusco a medida que camino.
—London, ¿por qué te fuiste? —Lo escucho. Es su voz.
Alzo mi mirada enseguida.
Está frente a mí con su vestimenta descarada y sosteniendo la mano de la pequeña. ¿Me estaban esperando? Niego con la cabeza. Asumo que si siguen aquí es porque alguno de los dos se va a hacer algún chequeo.
—No, fui a recoger un documento —miento.
—¿Estás libre? —pregunta Random, con un tono de voz insegura.
La niña le mueve la mano.
—¿No quieres venir con nosotros?
Intento decir "no", pero...
—Te puedo ir dejando de camino a donde vayas —se anticipa.
No.
Di no.
—Tío, tengo mi clase de natación —comenta la niña, ante mi silencio.
Él baja su mirada hacia ella.
—¡Cierto! —Luego regresa su atención hacia mí— ¿Nos acompañas?
¿Nos acompañas?
¡Stop, London!
¿Qué está pasando?
¿Y si estás dormida, siendo esto solo un mal sueño?
—¡Sí, ven! —exclama la pequeña, con emoción en su rostro para darle paso a una mirada triste cuando dice algo más— Es que no tengo a mi mamá para que me acompañe y la señora Lucía ya no puede.
Miro de inmediato a Random.
Él esquiva mi mirada.
¿Y Emma?
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¡Es díficil decirles NO a ustedes!
Aquí otro capítulo extra.
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Tú © - [Serie Apariencias] [Libro #3]
RomanceAdvertencia: Debes haber leído Random y London para ingresar a esta obra. Random, ¿Qué puedo decir de él? London, ¿Qué puedo decir de ella? London creyó dejar atrás todo lo que pudiera recordarle a Random. Más de Cuatro años que nada la ata a...