Capítulo V: Titulares

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—Tío, tío… —Si no fuera Amy quien esté despertándome, de seguro, hubiese mandado a la mierda al que lo hiciera— Tío, ¡Está en las noticias!

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—Tío, tío… —Si no fuera Amy quien esté despertándome, de seguro, hubiese mandado a la mierda al que lo hiciera— Tío, ¡Está en las noticias!

Amy salta sobre la cama, dejando unas pisadas a mis piernas a su paso. Trato de abrir mis párpados. Arribé tarde a casa. Siento la sensación de sueño aún. Debe ser temprano a lo mucho. Me remuevo en mi cama.

—Vete a ver televisión, Amy —digo, a la vez que abro mis párpados para fijar mi mirada en ella. No reconozco la expresión de su rostro enseguida hasta que me detengo a mirarla más detenidamente.

Sus ojos se redondean en preocupación. Expectantes de algo. No lo entiendo. Me estiro hacia mi izquierda para alcanzar sobre la mesita de noche mi reloj de mano y ver la hora.

9:22 a.m.

—Tío, es ella. —En su voz puedo escuchar un hilo de susto.

Cae de rodillas en la cama y sacude mis piernas. ¿Cuál es su desesperación? Dejo el reloj y vuelvo hacia ella. Estiro mis brazos, bostezando en el proceso.

Horas pérdidas de sueño. Es domingo. Se supone que los niños se levantan tarde los domingos. Espero que la niñera le haya dado desayuno, o será despedida. Una razón perfecta para evitar escuchar su voz chillona y estresante cuando me toca entablar conversación con la señora Lucía. Se ha salvado por lo eficiente que es. Aunque espero —muy en el fondo— que falle. Estoy consciente que Amy necesita de alguien que la distraiga de una presencia femenina en esta casa.

—¿Qué quieres, Amy? ¿Desayunaste? —Alzo mi ceja.

Se tranquiliza y baja de la cama cautelosa de no enredarse con la sábana y caer. Sonrío ante su acción. Mi pequeña. Me recuerda a Emma. Sobre todo, su cabello rizado. Emma a su edad lo tenía así: frondoso y rebelde. Se pasa una mano por la frente. Respira hondo y dice:

—Tío, London.

—¿London? —Recuesto mi espalda en la cabecera de la cama.

—Sí, ella. —Asiente, insistentemente.

Imagino que debe ser una entrevista de la noche anterior sobre su compromiso con Adam. Suspiro. Amy solo sabe que hace cuatro años regresé por ella y no por London con la excusa de reunirnos con ella después. No podía. Tenía que enfocarme en una. Amy me necesitaba en cierto grado más. London era fuerte, saldría adelante y no me equivoqué. Aún sabiendo el costo de decisión.

—¿Qué ocurre con ella? —Cruzo mis brazos a la altura de mi pecho.

Lleva sus manos a la cabeza en frustración. Hace un puchero y resuelve venir hacia mí para tomar mi mano.

—Ven. —Me jala.

—Espera, Amy —digo, al recordar que estoy en ropa interior.

Me suelto de su agarre y sujeto la sábana para envolverla en la parte inferior de mi cuerpo. Pongo los pies en el suelo que siento frío. Un escalofrío me sacude al tacto. Amy, al verme salir de cama, se apresura a correr hacia la puerta.

—Vamos —insiste.

Abre.

La sigo, correspondiendo a su capricho. No es una niña que exige cada cosa. Aunque su insistencia de ver a London en la televisión no es algo que esté feliz de hacer al saber de qué se trata. Vamos por el pasillo gira a la derecha, y justo cuando voy hacer lo mismo, la señora Lucía se queda estatua a unos pasos frente a mí con los ojos amplios en sorpresa.

—¡Señor, Harju! —exclama, cuando sus ojos la traicionan y dan a mi cuerpo un escaneo de abajo hacia arriba, quedándose estancados en mi parte baja.

¿Está observando mi pene?

No sé cómo reaccionar ante una señora de cincuenta años, fantaseando conmigo en hacerme no sé qué. Aclaro mi garganta lo suficiente para que ella me escuche y digo:

—Señora Lucía, ¿Desayunaron?

Capto su atención. Se sonroja cuando sus ojos se cruzan con los míos. Se endereza y asiente, a la vez que se hace a un lado para que pase. Alcanzo a ver a Amy que coge el control del sofá y empieza a aplastar un botón. Me acerco hacia ella. El volumen de la televisión aumenta y las palabras de la periodista que está afuera de una tienda, rodeada de patrullas de policías, son contundentes.

Repetimos, entre los rehenes se encuentra London Hart, prometida del reconocido cineasta Adam Craddock. Además de la hija de los dueños de la cadena de lácteos más importante en Texas, Brenda Payson


—Tío, ves que hablan de London —interrumpe Amy, pero sigo enfocado en la televisión y ahora en una foto de London junto a Adam como imagen de reconocimiento que expone el canal.

London.

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✓Aquí está el segundo capítulo de hoy.

✓Bai.

Tú © - [Serie Apariencias] [Libro #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora